Ya se puso raro esto (publica el capítulo y se va corriendo)
Advertencia: Los especiales solo son capítulos extras que no ocurren dentro del tiempo de la novela, no afectan la trama o curso de la historia original. 6 años atrás… Brock Wertherimer tenía la mirada perdida a través de la ventana de cristal del hospital Presbyterian mientras esperaba al personal administrativo, durante algún tiempo había mantenido la distancia entre él y su antigua amante Karlie, ella le había dejado muy claro que no quería saber nada de él luego de la situación entre sus hijos y que él no hiciera nada al respecto para reprender a Kenneth. Para él los actos de Kenneth habían sido una simple broma, un juego que se salió de control y dado lo maduro que era Kenneth, Brock sabía que no era necesario castigarlo más. El día del incidente Kenneth lo había llamado complemente histérico y le había confesado todo, había estado realmente sorprendido al escucharlo llorando a través de la línea, ya que la última vez que lo había visto llorar todavía era un pequeño. No había fo
Habían pasado unos días desde la gala benéfica en los cuales Adriana se había ocultado de Jared tras la excusa de que la gran apertura de la nueva tienda estaba cada vez más cercana, las enormes montañas de trabajo que tenía habían complicado todo y no podía sacarse de la cabeza lo patética que se sentía por actuar de forma tan infantil con un hombre maravilloso que era el único responsable de que finalmente estuviera logrando alcanzar el éxito. Era consciente de que estaba alejando a un hombre increíble porque no podía sacarse de la cabeza las tonterías que le había dicho Kenneth y cada que pensaba en ello solo empeoraba todo y se sentía más confundida que nunca. Kenneth era como una infección que se propagaba y no tenía cura. Así que en vez de afrontar sus sentimientos, se envolvió en metros y metros de tela, encajes, pedrería y dibujo en su tableta hasta terminar la colección en la que había estado trabajando como si su vida dependiera de ello, se aferró a eso porque era su lugar
Jo estaba perdidamente enamorada de Rainen. ¿Y cómo no estarlo? Era un hombre increíblemente apuesto que trabaja para uno de los bufetes de abogados mas importantes de la ciudad, conducia un lujoso auto electrico, vestia trajes de diseñador y usaba una colonia realmente cara que dejaba una estela a su paso, era mas que obvio pensar que estaba forrado de dinero. Apenas habían tenido tres citas, pero Jo no podía sacárselo de la cabeza y mientras más lo conocía más se convencía de que era el hombre de sus sueños. Una noche luego de terminar de ayudar a Adriana a desempacar las cajas en la nueva tienda, volvió a su departamento para tomar un baño y arreglarse para volver a salir con él, Rainen había sido muy misterioso con respecto a lo que iban a hacer en su cita, por lo que Jo no tenía idea de cómo debía vestirse, pero ya que está era la cuarta vez que salian y él parecía genuinamente interesado en ella decidió que era momento de usar su lencería especial. Rainen paso a recogerla en
Adriana estaba sentada en su nueva oficina revisando las cuentas de la tienda, el taller en el segundo piso por fin había sido terminado y las chicas habían reanudado operaciones, con una semana de retraso todos estaban armando los vestidos que tenían que ser entregados la próxima semana, por otro lado Jo estaba enloqueciendo organizando la inauguración oficial que según ella iba a ser la mejor fiesta de todos los tiempos y aunque Adriana había insistido en ayudarla varias veces, Jo se había negado con la excusa de que quería que fuera una sorpresa.La tienda aún no estaba completamente terminada, los empleados de la construcción aún estaban poniendo los espejos en los probadores, instalando iluminación en las estanterías, equipo de sonido y aire acondicionado. El contratista le había asegurado que todo iba a estar terminado a tiempo para la inauguración al final de la semana y así Jo podría decorarlo todo para el gran evento de apertura, la pobre tenía su oficina llena de cosas que h
Giulio condujo durante una hora y media hasta llegar a la playa Robert Moses en la isla de fuego, eran casi las dos de la mañana cuando junto con Adriana entraron a una zona alejada del bar en la playa principal, una vez lejos de todos los que acampaban en la playa, se sentaron sobre la arena y Giulio saco de debajo de su chaqueta una botella de vino que se había llevado del restaurante. Adriana lo miro con diversión mientras la descorchaba y le daba un trago directo a la botella para después pasárselo, ella no pudo evitar hacer una mueca cuando el líquido tibio bajo por su garganta. — ¿No pretendes que duerma en la playa? — Le pregunto ella con tono acusatorio mientras le regresaba la botella. — ¿Dónde está tu espíritu de aventura Drina? —Le dijo Giulio mientras levantaba la botella antes de darle otro trago. “¿Dónde rayos la había guardado?” Pensó Adriana mientras lo observaba beber. Adriana volteo los ojos con disgusto, no le gustaba la arena metida en todas partes y con lo fue
Un día previo a la inauguración, la tienda estaba terminada. Jo estaba enloqueciendo arreglando todo junto con las nuevas empleadas y Adriana se limitó a permanecer encerrada en su oficina, había leído el contrato minuciosamente y tenía muchas preguntas que debió haberle hecho a Jared antes de haberlo firmado, pero con lo tonta que había sido confiando en él, no se había tomado el tiempo de leerlo hasta ahora. Había aceptado un montón de dinero por su orgullo herido, solo para demostrar que podía convertir las rocas en diamantes y a un día de abrir oficialmente la nueva tienda todo estaba en peligro. Por contrario que fuera, no estaba molesta. En cambio sentía una fría calma. Necesitaba pensar tranquilamente como debía actuar frente a Jared para que no sospechara que ella sabía que era participe de uno de los trucos de Kenneth, debía actuar como si nada hasta que encontrara la forma de salir de ese horrible contrato, sin tener la mínima idea de donde iba a sacar todo ese dinero. No
El tráfico era terrible como cualquier mañana en la ciudad, Westway Diner estaba lleno cuando Adriana cruzo la puerta principal, escaneo los rostros de la gente que estaba desayunando en aquel lugar en busca del hombre que decía ser su abuelo, lo reconoció inmediatamente porque era el único hombre mayor sentado solo con el rostro pálido que la miraba como si hubiese visto a un fantasma. Edmond Dumas no podía creer lo que estaba viendo, era como si el tiempo se hubiese detenido y su hija se hubiese mantenido tal y como la recordaba, salvo que la mujer que caminaba hacia él no era Karlie, sino su pequeña hija Adriana. — ¿Es usted el señor Dumas? — Le pregunto Adriana una vez que se detuvo frente a él. Los ojos se le aguaron al hombre. —Sí, soy yo— Le dijo poniéndose de pie, —Por favor toma asiento. Una vez que ambos tomaron sus respectivos asientos, un camarero se acercó a Adriana para tomar su orden, pero como una cliente habitual rechazo la carta y pidió su platillo favorito. —Me
Luego de la reunión con su abuelo, Adriana tuvo que correr de regreso a su departamento por su vestido y bolso de maquillaje para cambiarse más tarde, cuando finalmente llego a la tienda ya era casi medio día y lo que vio la hizo quedarse pasmada. Las ventanas estaban cubiertas de globos por dentro y por fuera. Blancos, plateados, grandes y pequeños. Era un desastre. Al entrar a la tienda vio que Jo le ladraba órdenes al personal, todos y cada uno de ellos estaban decorando cada rincón del lugar y por un momento Adriana sintió que había sido un completo error dejarla a cargo de todo. Ella había pensado en una simple fiesta de inauguración con algunos bocadillos y un poco de champagne para brindar, pero lo que tenía en frente parecía un maldito circo. Había estado preocupada porque la tienda estaba malditamente vacía, pero parecía que Jo se había tomado todas sus quejas demasiado en serio. Había puesto varios puntos donde las personas podrían tomarse fotografías para subir a sus red