Ahora si se viene lo bueno.
Adriana no quería mirarlo a la cara, era la segunda vez que sufría de un ataque de ansiedad frente a Kenneth y la primera ya había sido lo suficientemente humillante, odiaba ser débil frente a él pero había tenido un día realmente estresante y todo lo que había estado reprimiendo se estaba desbordando de ella en ese momento, desde el encuentro con su abuelo hasta tener que fingir enfrente de todas esas personas que estaba feliz con la tienda, la presencia de los Wertherimer e incluso la de Jared solo la hacían sentir peor, no merecía festejar sus supuestos logros, no merecía el reconocimiento por algo que había hecho con ese dinero, cuando solo era una trampa y ella solita se había metido en la boca del lobo. Era tan tonta por creer que alguien haría algo por ella sin esperar nada a cambio, pero parecía ser que todas las cosas buenas que le pasaban siempre venían con un precio, ni siquiera tenía idea de cuales eran realmente los términos del préstamo, pero sabiendo a quien le pertenecí
Cuando Adriana regreso al primer piso le sorprendió un poco lo animados que parecían estar todos, Jared parecía estar enfrascado en una charlaba con Emma cuando se detuvo a su lado, Adriana puso su mejor sonrisa cuando ambos voltearon a verla al notar su presencia. — ¿Está todo bien? —Le pregunto Jared ligeramente preocupado. —Sí, todo es perfecto—Mintió. —Ya quiero venir a la prueba del vestido—Le dijo Emma interviniendo, —Este lugar es fabuloso, quiero decir la otra tienda estaba bien, pero el estilo de esta es mucho mejor. —Te entiendo, fue una locura diseñar todo el lugar pero al final quien hizo las remodelaciones supero mis expectativas. —Seguramente trabajaste demasiado los últimos días, mereces divertirte— Emma tomo la mano de Adriana entre las suyas, —Deberías venir al cumpleaños Kenneth el próximo fin de semana, Jared dijo que estabas ocupada la otra noche cuando los invite a cenar, esta vez se trata de un fin de semana en los Hamptons… —Emma—Jared la reprendió. —Sera
Luego del intercambio con Kenneth el resto de la noche de inauguración había pasado como un borrón, Adriana había hecho todo como en piloto automático y a pesar de la amargura que sentía por dentro se obligó a sí misma a sonreír hasta el final de la noche cuando el último invitado se fue, excepto por Jared y su abuelo quien la esperaron hasta que logro apagar las luces y cerrar todo el lugar. Una vez que los tres se reunieron afuera en la acera frente a la tienda, Adriana se preparó para despedirse de Edmon pero este la sorprendió con una repentina invitación. —Mañana volveré a Georgia y me gustaría que te tomaras unos días de descanso, ¿Por qué no vienes a casa conmigo? Adriana quien hasta entonces había tenido la cabeza en la luna lo miro como si le hubiese preguntado algo en otro idioma. — ¿Qué? —Le pregunto confundida. —Sé que tienes una agenda ocupada, pero me gustaría que vieras la casa donde vivo y donde con tu madre y tu abuela solíamos pasar los veranos—Le explico Edmon.
La casa de verano, como la llamaba su abuelo no era otra cosa que una enorme propiedad alejada de la ciudad con kilómetros de jardines hasta su siguiente vecino y un pequeño muelle con vista al rio Wilmington, parecía una mansión salida de una revista con lo lujosa que lucia por todas partes. Si esto era pequeño en comparación con la casa en la que solía vivir, definitivamente Edmon Dumas no era una persona común, si no alguien que estaba forrado de dinero. Adriana se sentía muy confundida mientras bajaba del auto, no pudo evitar quedarse mirandola como una tonta mientras cientos de preguntas comenzaron a arremolinarse en su cabeza, por otro lado el chofer simplemente bajo sus maletas y siguió a Edmon hasta la puerta principal que tenía un sistema de alta seguridad y espero mientras su abuelo tecleaba la contraseña para desactivar la alarma, la casa era realmente bonita por dentro, con techos altos, el recibidor estaba adornado con luz natural y decoraciones atemporales, despendería ci
Cuando Kenneth conoció a Emma le había mostrado una versión de él mismo que no existía, había actuado como el novio perfecto, llenándola de regalos, llevándola a los lugares más exclusivos, mostrándole al mundo lo orgulloso que estaba de tenerla y Emma había pensado que era el príncipe azul de sus sueños, era la envidia de todas sus amigas y todo el internet enloquecía cada vez que ella publicaba algo de su perfecta relación de ensueño. Luego llego el compromiso. Y entonces el verdadero Kenneth apareció. La seguridad que alguna vez había tenido se esfumo, no importaba lo hermosa que era, ni su riqueza. No cuando Kenneth actuaba con indiferencia, siempre estaba ocupado y nunca tenía tiempo para ella, constantemente se repetía así misma que era porque SisWerth se estaba posicionando como una de las grandes compañías de comunicación y que ella debía ser paciente para demostrarle su apoyo. Pero todo tenía un límite y Emma había llegado al suyo pocos meses antes de la boda. Había pasa
Adriana estaba realmente bronceada para cuando regreso al interior de la casa al atardecer, había pasado largas horas caminando alrededor de la propiedad disfrutando de la vista al rio y los jardines pintorescos, imaginando lo increíble que habría sido su infancia en un lugar como ese y no pudo evitar que le doliera el corazón por ese mundo de posibilidades que nunca ocurrieron. Amaba a su madre, pero nuca iba a perdonarla por arrastrarla con ella a Nueva York y conducirla a todas las experiencias traumáticas que tuvo que vivir siendo una adolescente, quizás ya no era una niña, pero hacerle creer que estaba sola y aferrarse a su orgullo, incluso en su lecho de muerte había sido algo muy egoísta. Luego de tomar un baño y ponerse un bonito vestido de flores, bajo a la planta principal para encontrar a Edmon en la cocina cortando vegetales, se movía con gracia mientras cantaba la letra de unchained melody, Adriana no pudo evitar reírse cuando su abuelo dejo todo y la atrajo para bailar.
— ¿Qué haces aquí sola? — Le pregunto Johan con curiosidad, — ¿Escapaste del viejo perro guardián? Adriana sintió gracia por el apodo que le había dado a su abuelo, pero disimulo su sonrisa, o al menos lo intento. —Solo dando un paseo—Le dijo mientras se encogía de hombros. —Estaba por ir a comer algo, ¿Quieres acompañarme? —Le dijo mientras señalaba los locales detrás de ellos. Adriana los miro por un segundo y luego regreso la mirada a Johan de forma indecisa. —Te aseguro que la comida de aquí es muy buena—Le dijo Johan insistiendo. Adriana le sonrió avergonzada. —No es que no tenga hambre, pero solo hablamos una vez y realmente no te conozco. Johan levanto ambas manos y puso una cara divertida fingiendo inocencia. —Te aseguro que solo estoy siendo amable, no tengo segundas intenciones—Adriana sintió que se le sonrojaba la cara, —Además, si el viejo se enterara de que le coquetee a su nieta seguramente aparecerá en mi casa con un arma. Adriana se rio de ello. —De acuerdo,
Johan miro a Adriana alejarse furiosa, entendía que había tocado una fibra sensible y ella tenía razón, hablar de Carter Nessman era peligroso, sobre todo si todavía era considerado un completo extraño para ella, no era raro que no se fiara de él. A veces Johan estudiaba tanto a las personas que sus clientes le encomendaban encontrar, que llegaba a conocerlas más de lo que se conocían así mismas y olvidaba que en realidad no eran amigos y ellos no tenían idea de quien era él. Era un empleo extraño. Pero era bueno en ello, como si en su otra vida hubiese sido un sabueso, tenía las habilidades para encontrar a quien fuera, incluso si tenía que levantar cada roca en el mundo no se daría por vencido hasta encontrar a su objetivo. Las personas eran un enigma, algunos incluso desaparecían por voluntad propia, solo por el deseo de empezar sus vidas de cero, cambiaban su nombre, su apariencia e incluso su personalidad, pero siempre había un rastro que perseguir. Karlie Dumas no había represe