Siempre dicen que hay un gemelo malvado y Rainen es el que se lleva el titulo, la pobre Jo no tiene idea de en lo que se metió.
Adriana estaba sentada en su nueva oficina revisando las cuentas de la tienda, el taller en el segundo piso por fin había sido terminado y las chicas habían reanudado operaciones, con una semana de retraso todos estaban armando los vestidos que tenían que ser entregados la próxima semana, por otro lado Jo estaba enloqueciendo organizando la inauguración oficial que según ella iba a ser la mejor fiesta de todos los tiempos y aunque Adriana había insistido en ayudarla varias veces, Jo se había negado con la excusa de que quería que fuera una sorpresa.La tienda aún no estaba completamente terminada, los empleados de la construcción aún estaban poniendo los espejos en los probadores, instalando iluminación en las estanterías, equipo de sonido y aire acondicionado. El contratista le había asegurado que todo iba a estar terminado a tiempo para la inauguración al final de la semana y así Jo podría decorarlo todo para el gran evento de apertura, la pobre tenía su oficina llena de cosas que h
Giulio condujo durante una hora y media hasta llegar a la playa Robert Moses en la isla de fuego, eran casi las dos de la mañana cuando junto con Adriana entraron a una zona alejada del bar en la playa principal, una vez lejos de todos los que acampaban en la playa, se sentaron sobre la arena y Giulio saco de debajo de su chaqueta una botella de vino que se había llevado del restaurante. Adriana lo miro con diversión mientras la descorchaba y le daba un trago directo a la botella para después pasárselo, ella no pudo evitar hacer una mueca cuando el líquido tibio bajo por su garganta. — ¿No pretendes que duerma en la playa? — Le pregunto ella con tono acusatorio mientras le regresaba la botella. — ¿Dónde está tu espíritu de aventura Drina? —Le dijo Giulio mientras levantaba la botella antes de darle otro trago. “¿Dónde rayos la había guardado?” Pensó Adriana mientras lo observaba beber. Adriana volteo los ojos con disgusto, no le gustaba la arena metida en todas partes y con lo fue
Un día previo a la inauguración, la tienda estaba terminada. Jo estaba enloqueciendo arreglando todo junto con las nuevas empleadas y Adriana se limitó a permanecer encerrada en su oficina, había leído el contrato minuciosamente y tenía muchas preguntas que debió haberle hecho a Jared antes de haberlo firmado, pero con lo tonta que había sido confiando en él, no se había tomado el tiempo de leerlo hasta ahora. Había aceptado un montón de dinero por su orgullo herido, solo para demostrar que podía convertir las rocas en diamantes y a un día de abrir oficialmente la nueva tienda todo estaba en peligro. Por contrario que fuera, no estaba molesta. En cambio sentía una fría calma. Necesitaba pensar tranquilamente como debía actuar frente a Jared para que no sospechara que ella sabía que era participe de uno de los trucos de Kenneth, debía actuar como si nada hasta que encontrara la forma de salir de ese horrible contrato, sin tener la mínima idea de donde iba a sacar todo ese dinero. No
El tráfico era terrible como cualquier mañana en la ciudad, Westway Diner estaba lleno cuando Adriana cruzo la puerta principal, escaneo los rostros de la gente que estaba desayunando en aquel lugar en busca del hombre que decía ser su abuelo, lo reconoció inmediatamente porque era el único hombre mayor sentado solo con el rostro pálido que la miraba como si hubiese visto a un fantasma. Edmond Dumas no podía creer lo que estaba viendo, era como si el tiempo se hubiese detenido y su hija se hubiese mantenido tal y como la recordaba, salvo que la mujer que caminaba hacia él no era Karlie, sino su pequeña hija Adriana. — ¿Es usted el señor Dumas? — Le pregunto Adriana una vez que se detuvo frente a él. Los ojos se le aguaron al hombre. —Sí, soy yo— Le dijo poniéndose de pie, —Por favor toma asiento. Una vez que ambos tomaron sus respectivos asientos, un camarero se acercó a Adriana para tomar su orden, pero como una cliente habitual rechazo la carta y pidió su platillo favorito. —Me
Luego de la reunión con su abuelo, Adriana tuvo que correr de regreso a su departamento por su vestido y bolso de maquillaje para cambiarse más tarde, cuando finalmente llego a la tienda ya era casi medio día y lo que vio la hizo quedarse pasmada. Las ventanas estaban cubiertas de globos por dentro y por fuera. Blancos, plateados, grandes y pequeños. Era un desastre. Al entrar a la tienda vio que Jo le ladraba órdenes al personal, todos y cada uno de ellos estaban decorando cada rincón del lugar y por un momento Adriana sintió que había sido un completo error dejarla a cargo de todo. Ella había pensado en una simple fiesta de inauguración con algunos bocadillos y un poco de champagne para brindar, pero lo que tenía en frente parecía un maldito circo. Había estado preocupada porque la tienda estaba malditamente vacía, pero parecía que Jo se había tomado todas sus quejas demasiado en serio. Había puesto varios puntos donde las personas podrían tomarse fotografías para subir a sus red
Adriana no quería mirarlo a la cara, era la segunda vez que sufría de un ataque de ansiedad frente a Kenneth y la primera ya había sido lo suficientemente humillante, odiaba ser débil frente a él pero había tenido un día realmente estresante y todo lo que había estado reprimiendo se estaba desbordando de ella en ese momento, desde el encuentro con su abuelo hasta tener que fingir enfrente de todas esas personas que estaba feliz con la tienda, la presencia de los Wertherimer e incluso la de Jared solo la hacían sentir peor, no merecía festejar sus supuestos logros, no merecía el reconocimiento por algo que había hecho con ese dinero, cuando solo era una trampa y ella solita se había metido en la boca del lobo. Era tan tonta por creer que alguien haría algo por ella sin esperar nada a cambio, pero parecía ser que todas las cosas buenas que le pasaban siempre venían con un precio, ni siquiera tenía idea de cuales eran realmente los términos del préstamo, pero sabiendo a quien le pertenecí
Cuando Adriana regreso al primer piso le sorprendió un poco lo animados que parecían estar todos, Jared parecía estar enfrascado en una charlaba con Emma cuando se detuvo a su lado, Adriana puso su mejor sonrisa cuando ambos voltearon a verla al notar su presencia. — ¿Está todo bien? —Le pregunto Jared ligeramente preocupado. —Sí, todo es perfecto—Mintió. —Ya quiero venir a la prueba del vestido—Le dijo Emma interviniendo, —Este lugar es fabuloso, quiero decir la otra tienda estaba bien, pero el estilo de esta es mucho mejor. —Te entiendo, fue una locura diseñar todo el lugar pero al final quien hizo las remodelaciones supero mis expectativas. —Seguramente trabajaste demasiado los últimos días, mereces divertirte— Emma tomo la mano de Adriana entre las suyas, —Deberías venir al cumpleaños Kenneth el próximo fin de semana, Jared dijo que estabas ocupada la otra noche cuando los invite a cenar, esta vez se trata de un fin de semana en los Hamptons… —Emma—Jared la reprendió. —Sera
Luego del intercambio con Kenneth el resto de la noche de inauguración había pasado como un borrón, Adriana había hecho todo como en piloto automático y a pesar de la amargura que sentía por dentro se obligó a sí misma a sonreír hasta el final de la noche cuando el último invitado se fue, excepto por Jared y su abuelo quien la esperaron hasta que logro apagar las luces y cerrar todo el lugar. Una vez que los tres se reunieron afuera en la acera frente a la tienda, Adriana se preparó para despedirse de Edmon pero este la sorprendió con una repentina invitación. —Mañana volveré a Georgia y me gustaría que te tomaras unos días de descanso, ¿Por qué no vienes a casa conmigo? Adriana quien hasta entonces había tenido la cabeza en la luna lo miro como si le hubiese preguntado algo en otro idioma. — ¿Qué? —Le pregunto confundida. —Sé que tienes una agenda ocupada, pero me gustaría que vieras la casa donde vivo y donde con tu madre y tu abuela solíamos pasar los veranos—Le explico Edmon.