La voz irritante de mi padre me estresa los oídos, viene acompañado de más hombres y puedo oler lo apestoso del puro que viene fumando. Su voz es como cuchilladas dentro de mi cabeza y desde el último incidente con mi esposa no lo había vuelto a ver. Para mí mala suerte tengo que entregarle el último trabajo, aunque él no tiene idea de que es el último encargo que le haré.

Y eso es lo que me preocupa; a lo largo de mis años nada me importaba, de hecho, Gino me exigía un nieto, con el fin de hacerme entender que debía vivir por algo, no porque me amara como padre, mas bien ¿quien haría el trabajo sucio que yo hago si me asesinan? Es conveniente para él que yo viva, pero entendiendo su malicia, no hubo un momento en el que no me negara a su petición, no porque no quisiera, mas bien ninguna mujer llamaba mi atención o me importaba lo suficiente como para que pudiera llegar a ese alto nivel de ser la madre de mi primogénito y no podían ser más, que de una noche loca de alcohol y algunas d