¿Cómo pudo Scott decir esas cosas sobre mí? Yo no sabía que todo su odio se debía a mi causa. Perdóname mi amor, por favor. –dijo Leslie, mientras escondía su rostro en el pecho de su esposo entre sollozos.Mi amor, no llores. Yo no tengo nada que perdonarte, porque tú no me has fallado en ningún momento. No es tu culpa que Scott esté obsesionado contigo. –le respondió el Archiduque y besó, de forma muy tierna la frente de su esposa. De verdad, lo lamento mucho. No era mi intención que todo esto ocurriera. Por favor, perdónenme. –dijo Gigi abrazada a su madre. Cariño, tú no eres culpable de lo que ocurrió, ni de las decisiones que el Rey tomó con respecto a Scott y a su hija. Ellos mismos tejieron su propia caída. –le dijo Adler con suavidad. Claro que es mi culpa Adler, pues si yo no hubiese regresado al país, nada de esto hubiese pasado y ustedes no se habrían enfrentado como familia. –fue la respuesta de Gigi. Y, si esto no hubiese pasado, hubiésemos seguido creyendo en los pre
¿Por qué le pediste eso al Rey? Tú sabes que esa no es mi intención y bajo ningún motivo quiero que el Rey piense que mi regreso a la Corte, tiene como objetivo poseer un título nobiliario. Y, este título en especial, es un rango sumamente alto e importante. –le dijo Gigi al Duque de Wellington. Exactamente, esa es una de las razones por la que le pedí este rango para ti al Rey. Sólo tú tienes la dignidad, capacidades y habilidades para llevar el Marquesado de Pembroke de una forma magnífica y maravillosa. Tú eres una mujer muy dulce, generosa, trabajadora y compasiva con los más desfavorecidos, lo que te ha hecho ganar el amor de casi todo el país. ¿Sabes? Reconocer este hecho me hace sentir mucho más miserable por haber creído que me habías traicionado, perdóname de nuevo, por favor. –fue la respuesta del Duque. Adler, por favor escúchame. Soy consciente de que debido al engaño del que fuimos víctimas, tú te comportaste como lo hiciste conmigo. –le dijo Gigi al Duque de Wellington
¡Cassandra, Jazmín! ¡Que felicidad me da volver a verlas! –exclamó la Marquesa con alegría. “Las he extrañado tanto…” ¡Milady! –ambas mujeres gritaron al unísono, corriendo a abrazarla de inmediato, acto que enterneció profundamente al Duque. Pensé que nunca más las volvería a ver, por lo que el tenerlas aquí me llena de mucha alegría. –les dijo Giorgiana a ambas mujeres. Milady, no se imagina lo feliz que nos hace volverla a ver, para nosotras es un honor estar con usted y servirle de nuevo. –le dijo Cassandra a la Marquesa. ¿Servirme de nuevo? –preguntó la Marquesa.Déjame responderte esa pregunta. Yo les pedí a Lady Cassandra y a Lady Jazmín, que fueran tus damas principales, así como lo fueron cuando eras Duquesa, y ambas aceptaron encantadas. ¿Estás de acuerdo con mi decisión? –dijo el Duque de Wellington a la Marquesa de Pembroke. Por supuesto que estoy de acuerdo, me encanta la idea de que ellas sean mis damas de nuevo. –fue la respuesta de la Marquesa, que miraba al Duque
No te asustes, Giorgiana. Yo voy a estar a tu lado para defenderte ante ellos si es necesario. –le dijo el Rey a la Marquesa para tranquilizarla. Yo también estaré contigo cariño, no me separaré de tu lado, te doy mi palabra. No te preocupes. –le dijo Adler a Gigi, besándole el dorso de la mano con ternura.Se los agradezco tanto a ambos, porque les confieso que la audiencia con el Parlamento me llena de mucho temor. –dijo la Marquesa de Pembroke. Yo soy parte principal del Parlamento, por lo que no debes tener miedo. Tanto el Rey como yo estamos a tu lado y te respaldaremos por completo. –le respondió Adler. El Duque de Wellington tiene razón. Por lo tanto, Milady, usted debe estar tranquila, ¿Trato hecho? –le dijo el Rey a la Marquesa.Trato hecho. Ya me siento mucho más tranquila. Gracias a todos por apoyarme tanto. –les dijo la Marquesa a los presentes. Nosotros te queremos mucho, por lo que siempre contarás con nuestra ayuda y nuestro apoyo. –le dijo la Archiduquesa a la Marq
¿De verdad eso piensas, Kiandra? Pues, espero que lo que voy a hacer, te demuestre todo lo contrario. –y diciéndole eso a Kiandra, el Duque de Wellington se dirigió a la Marquesa de Pembroke y con suavidad le dijo: “¿Me acompañarías un momento?”La Marquesa, un poco desconcertada asintió, y tomó la mano que Adler le ofreció, a lo cual él la llevó al centro del salón. Acto seguido, el Duque de Wellington se arrodilló ante ella, dejando estupefactos a todos los presentes, incluyendo a la propia Marquesa. El Duque de Wellington tomó las manos de la Marquesa; y mirándola fijamente, le dijo: En medio de este salón, donde hace dos años te obligué a pedirme perdón de rodillas por algo que no hiciste, yo, hoy, te pido perdón de la misma manera, por haberte acusado injustamente de haberme sido infiel y de haber traicionado a la Corona, cuando eras y eres completamente inocente de esos delitos. Perdóname por no haberte querido escuchar y por haberme comportado como un verdadero patán, siendo
¿Qué? ¿Aún la amas? Pero, ella… ella te engañó Adler. No puedes creer que sea inocente, por favor. Date cuenta de que su supuesta inocencia es una gran mentira. No puedes seguir amándola, estando yo aquí dispuesta a estar contigo, para amarte y ser tu Duquesa. Yo si te amo y nunca te traicionaría, como lo hizo esta Marquesita. –le dijo Kiandra al Duque de Wellington. Yo nunca traicioné al Duque mientras estuve casada con él. De hecho, mi inocencia ya está más que comprobada. Por lo tanto, no le permito a usted que me hable de esa forma tan irrespetuosa. Porque aunque no le agrade, yo ya soy parte de la aristocracia inglesa, a diferencia de usted. –enfrentó la Marquesa de Pembroke a Kiandra. A ti yo no te reconozco como parte de la Nobleza inglesa, estúpida plebeya. Quién sabe que tuviste que hacer para conseguir el título de Marquesa, o a cuantos Nobles tuviste que meter a tu cama para alcanzar… –dijo Kiandra con altanería, pero fue silenciada por una fuerte bofetada propinada por
Por supuesto que te disculparas en este momento, o de lo contrario, yo mismo te azotaré en público. Pídeles perdón, o te entregaré a la voluntad del Rey y del Duque de Wellington. –Lord Callaghan amenazó a su hija, después de abofetearla con tal ímpetu, que la hizo temblar. Les pido perdón a todos, sobre todo, a la Princesa Alana. –dijo Kiandra entre dientes, en forma de susurro. No la escuchamos, señorita. Por lo que queremos que repita de nuevo sus disculpas, con las Princesas aquí presente y con la Marquesa de Pembroke. Acto seguido, deberá retirarse de la Corte, ya que usted no es ni será bienvenida de nuevo. –sentenció el Duque de Wellington con firmeza. Tú no eres el Rey para prohibirme la entrada a la Corte, no tienes esa autoridad. –le respondió Kiandra con desafío.-Es cierto que Adler no es el Rey, pero a partir de hoy, él será nombrado Gobernador de Londres. Por lo tanto, si él dice algo, eso se cumple. –dijo el Rey sorprendiendo a todos, sobre todo, al mismo Duque. ¿Se
Al escuchar a Kiandra decir que ella y Adler eran amantes, el corazón de la Marquesa de Pembroke sintió un dolor muy grande, pues aunque no le convencían las palabras de esa venenosa mujer, Gigi comprendió lo mucho que amaba al Duque de Wellington. No estaba dispuesta a renunciar a él, ya que por primera vez, ella lucharía por su propia felicidad.Entonces, ¿El Gobernador y usted son amantes? –le preguntó la Marquesa a Kiandra. Lo somos. De hecho, ayer tuvimos un encuentro muy apasionado. Y, déjame decirte, que el Duque de Wellington es insaciable, aunque eso tú ya lo sabes, ¿No es así? –le dijo Kiandra con superioridad y burla. ¡Eso es mentira y ahora mismo te haré tragar tus palabras! –le gritó el Gobernador lleno de furia. No se enoje, Alteza. Por favor, tranquilízate. –le dijo la Marquesa al Gobernador. Pero, eso es una vil calumnia en mi contra, no puedes creerle, Gigi. –fue la respuesta del Duque de Wellington. Yo no he dicho que le crea. Pero, como Gobernador que es, usted