Silvia explicó en voz baja:—No servirá de nada. No pueden meterse con los Ferrero. Si publican las noticias según las instrucciones de los Ferrero, recibirán una gran suma de dinero; si las contradicen, podrían ser despedidos. ¿Qué crees que elegirán?Ella ya lo había entendido cuando los periodistas comenzaron a hacer preguntas. Por eso, cuando Leticia cambió de tema, no siguió prestando atención, sabiendo que mañana todo lo que la gente conocería sería únicamente lo que Leticia quisiera que supieran.—¡¿Qué?! —Vivian, disgustada, agarró el brazo de Silvia—. Si hubiera sabido esto, no habría ido a mirar. Debería haber acompañado a Silvia a invitar a la profesora Morales. Por cierto, ¿la maestra aceptó?—Más bien lo rechazó. Su tiempo es muy valioso, pero al menos le entregué todos los trabajos de los estudiantes basados en sus teorías —respondió, considerándolo un pequeño triunfo.Vivian miró a Silvia con preocupación.—¿Silvia no está triste? ¿Qué dirán las autoridades de la univers
Silvia recogió varias bolsas con resignación, pero le faltaban manos para agarrar el resto.—Ayúdame un poco —pidió.De pronto sintió que sus manos se aligeraban. Daniel había tomado todas las bolsas y la seguía escaleras arriba.—Señor Caballero, ¡déjeme llevar algunas! —intentó quitarle algunas bolsas.Vivian y Lucía ya habían subido en el ascensor, mientras ellos esperaban el siguiente en la entrada.Daniel se apartó.—Yo me encargo.—Señor Caballero, son demasiadas, deme algunas bolsas —insistió ella.Aunque no pesaban mucho, eran tantas que resultaba difícil cargarlas todas.El ascensor llegó.—Entra primero —indicó Daniel.Silvia entró rápidamente, pero cuando Daniel intentó entrar, las bolsas eran tan anchas que se atascaron. Ella se apresuró a tirar de las bolsas.Las puertas comenzaban a cerrarse. Daniel frunció ligeramente el ceño y, con un movimiento, se las arregló para entrar junto con todas las bolsas.Silvia quedó acorralada contra la pared del ascensor. Los paquetes de
Silvia se acercó inmediatamente.—Está bien.Lucía le lanzó la ropa que había seleccionado.—Ese canalla, nunca vuelvas a verlo. Es realmente descarado, ¡mira que atreverse a decir que le fuiste infiel durante el matrimonio!—Creo que ahora sí lo conozco de verdad —los ojos de Silvia se enfriaron un grado más.Tal como Silvia había previsto, al día siguiente no apareció nada en las noticias sobre la fiesta de cumpleaños. Solo mencionaron brevemente que Leticia había sido acosada, sin añadir nada más.Cuando Silvia llegó a la escuela, no encontró su teléfono.Apenas iba a buscarlo cuando apareció el profesor Cisneros.—Silvia, no puedo creer que realmente hayas conseguido que Fabiola venga. ¿Ya la has visto?—¿Qué? Profesor Cisneros, ayer me reuní con Fabiola, ¡pero no obtuve una respuesta definitiva! —respondió Silvia desconcertada.El profesor Cisneros frunció profundamente el ceño.—¿Cómo es posible? Te llamé esta mañana y tú misma me lo confirmaste.¡Imposible! ¡Su teléfono había de
Silvia tenía varios sospechosos. Leticia y Roberta probablemente la odiaban más que nadie. Carlos no parecería capaz de llegar a tanto, pero tampoco podía descartarlo completamente, considerando cómo había derribado todas sus percepciones anteriores sobre él.Después del incidente en la fiesta, Leticia había pedido permiso y ahora estaba en casa.Sin dudarlo, Silvia se dirigió inmediatamente a la residencia de los Ferrero.La empleada que abrió la puerta se sorprendió al verla, lo cual era comprensible considerando que Leticia y Roberta pasaban el día entero en casa hablando mal de ella.—Señorita Somoza, ¿qué hace usted aquí?—Quiero ver a Carlos —respondió Silvia directamente.—Señorita Somoza, el señor Ferrero no está en casa. Sería mejor que volviera otro día.Desde el interior se escuchó una voz suave:—¿Quién es?Fátima se acercó y al ver que era Silvia, quedó momentáneamente sin saber cómo reaccionar. Solo pudo soltar una risa nerviosa.—¿Tú? ¿Qué haces aquí?Silvia no tenía tie
"¡Tú!" —Leticia alzó la mano, furiosa, a punto de golpearla.Silvia retrocedió un paso—. Te aconsejo que te detengas. La vez pasada fui magnánima y dejé pasar lo que hiciste sin llamar a la policía. Si te atreves a tocarme, ajustaremos cuentas por todo, lo nuevo y lo viejo.Leticia finalmente bajó la mano—. ¡Nosotros, los Ferrero, no te damos la bienvenida!¡BAM!La puerta se cerró con violencia. Silvia la miró de reojo y se marchó.Fue directamente a reemplazar su tarjeta y compró un nuevo teléfono.Al abrir el foro, descubrió el enorme problema que había causado aquella llamada. La mayoría de los estudiantes de la Facultad de Psicología trataban a Fabiola como si fuera una celebridad; incluso estaban planeando hacer una pancarta para darle la bienvenida.Intentó llamar nuevamente al asistente de Fabiola, pero recibió la misma respuesta: no hay tiempo disponible.Incluso todos aquellos artículos académicos habían desaparecido como piedras en el mar, sin respuesta alguna.Después de pe
—Profesora Somoza, este es un asunto delicado. Tal vez debería investigar más sobre esta situación, después de todo, aún faltan algunos días para el concurso —vaciló el rector.Aunque él era el rector, la junta directiva tenía prioridad.—Entiendo, rector.Silvia mantenía una expresión grave. Los Ferrero realmente la habían puesto en el ojo del huracán con esta jugada.Al salir de la oficina del rector, se dirigió a la sala de consultas psicológicas, donde Vivian la esperaba.—Silvia, ya estoy al tanto de todo. ¿Qué vamos a hacer ahora?Silvia sonrió con amargura—: Solo nos queda intentar contactar nuevamente a la profesora Morales.Entre los documentos que había preparado para Fabiola, también había incluido su propia tesis, relacionada con la dirección más reciente de las investigaciones de Fabiola.Pero, ¿y si Fabiola no la había visto?Tres de la tarde.Leticia observaba satisfecha las acaloradas discusiones en el foro. Había cambiado entre varias cuentas secundarias para intensifi
—Señorita Somoza —sonrió Fabiola con resignación—, creo que fui bastante clara. No tengo tiempo y no asistiré a actividades de concursos.El asistente bloqueó el paso a Silvia y habló con seriedad—: Señorita, el tiempo de la profesora Morales en el país es limitado. Todas sus actividades están programadas con anticipación y no hay forma de modificarlas para asistir al concurso que usted menciona.—¿Ha revisado los documentos que le entregué? —preguntó Silvia esperanzada.Fabiola no esperaba tanta persistencia. Asintió—: He revisado todos esos documentos. Debo decir que los estudiantes de la Universidad Santa Mónica son realmente talentosos. Muchos de los planteamientos presentados son bastante interesantes.Parpadeó—: Sin embargo, señorita Somoza, no creo que esos documentos sean suficientes para hacerme cambiar mi agenda.—He regresado para participar en un coloquio con especialistas en psicología de Alucia, donde debatiremos problemas psicológicos complejos. Cada problema que logremo
Debía ser la psicóloga que el señor Caballero había buscado para Vivian, la misma mujer que la había estado esperando en la recepción del hotel.Al final del documento había un programa detallado del concurso de conocimientos psicológicos, incluyendo los temas para las preguntas de desarrollo.Pensó que quizás debería relacionarse con los estudiantes de la nueva era, para descubrir qué sorpresas podrían ofrecerle esta nueva generación.Después de regresar a casa, Silvia se quedó contemplando por la ventana, perdida en sus pensamientos.Reconocía que Fabiola tenía razón. Había estudiado muchos años en el extranjero, participado en numerosos proyectos de psicología y desarrollado un enfoque único en la investigación psicológica.Su regreso al país para participar en el coloquio no solo ayudaría a los especialistas psicológicos de Alucia a resolver problemas, sino que también analizaría minuciosamente un caso psicológico especial. Su tiempo era valioso.Si pudiera ofrecer algo más valioso