Capítulo 31

Knut mira el regalo con una mezcla de gratitud y nostalgia. Es un detalle precioso, sin duda. Pero lo que él realmente desea en este momento es sentir el abrazo de su mujer, acariciar su mano suave y cálida, contar con su apoyo incondicional.

Con cuidado, vuelve a doblar la prenda de cuero, la parte inferior del conjunto, y la introduce en el envoltorio rasgado. No tiene prisa por terminar.

Astrid sigue sin aparecer. Knut sabe que no puede posponer lo inevitable por mucho más tiempo solo porque su esposa no está a su lado. Pero tampoco puede evitar preguntarse: ¿O puede que si…?

Un grito familiar le llega desde la cocina. Es Moa, la madre de Astrid, que lo confunde con su hija. —¿Astrid? ¿Eres tú?

Knut traga saliva. Su garganta está seca por los nervios. Intenta responder con naturalidad, pero su voz le sale ronca y extraña. —¡No, soy yo! ¡Knut!

Otra voz se suma a la conversación. Es Kaj, el hermano de Astrid, que lo invita a acercarse. —¡Oh, cuñado! ¡Ven para acá, hace bastante que n
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