--Amigo nuevo… mami… llegaron… lo cumpliste, lo cumpliste…-- Me quedé completamente sorprendida al ver a mi hija correr hacia nosotros, en lo que no fue a mis brazos, fue a los de Ferka, a quien le regaló una de sus mejores sonrisas, mientras él la sostenía en sus brazos mostrándole de igual forma una sonrisa muy parecida a la suya. 

No había duda que ellos dos se parecían mucho, Mihai era viva imagen de su padre, ellos eran tan parecidos, que negarse a decir que eran familia no era más que una tontería, Ferka me había regalado a una hija tan parecida a él, que me hacía remover las entrañas por completo, pues sólo llegaba a preguntarme si mi otro hijo hubiese nacido ¿Cómo sería? ¿Se parecería él? ¿Se parecería a mí? Tenía miles de preguntas en mi cabeza en ese momento, pero también sabía que no tenía que pensar en ello, pues tenía ahora a Mihai y eso era más que suficiente, aunque con aquello no cesaba mi odio y mis deseos de venganza hacia ellos, pues quería destruirlos