Frank se rió y asintió, indicándole a Gerald que comiera el siguiente plato.

“¿Qué es esto?”.

“¿Qué? ¿Ojos de águila? Oh no…”.

Gerald sintió náuseas cuando vio el plato de cosas rojas brillantes.

Frank solo dejaría que Gerald se fuera si terminaba todo lo que estaba sobre la mesa.

“¡¿Qué clase de lugar es éste?!”. Gerald vomitó varias veces mientras se hacía esa pregunta.

Lo que no podía imaginar era que las cosas iban a empeorar.

Durante todo el mes, Gerald tuvo que comerse esas vesículas de serpientes centenarias y bañarse en un charco de hierbas.

Gerald sólo estaba familiarizado con los baños porque Finnley lo había entrenado así.

Sin embargo, Gerald sintió que este grupo de hierbas era mucho más efectivo que el de Finnley porque, en un mes, era mucho más fuerte.

No tenían la intención de usar el Rey Ginseng, pero en un mes, habían picado el Rey Ginseng en 30 porciones solo para que las consumiera Gerald.

Todos intentaban lo que podían para ayudar a Gerald a volv