Inicio / Romance / ¿APUESTAS? / Capitulo 6. Autoridad
Capitulo 6. Autoridad

Capítulo 6.

*Autoridad.

*Albert.

Me despido de ella después de haber pasado una noche increíble. Lástima que esto es una apuesta y, como toda apuesta, no puedo fallar. Creo que está cayendo justo en el punto donde yo la quiero; poco a poco ella va cediendo y este juego apenas comienza. Llego a casa y me siento solo en el sofá; vivir aquí solo me empieza a molestar un poco. Me recuesto en el sofá con la cabeza hacia atrás; los recuerdos de ella pasan por mi mente y ese beso… ¿Qué me pasa? Ella no puede ocasionar ese efecto en mí, es mal arreglada para los gustos que yo me doy. Llamo a mis amigos que en media hora ya están fuera de mi casa con cerveza; estamos disfrutando de una buena película mientras tomamos cerveza y comemos hamburguesas.  

— Cuéntanos, Albert, ¿cómo vas con la nerd? —me dice Yolanda, llamando la atención de los chicos.

— Bien, tú tranquila, enfócate en conseguirme los coches y el contrato, que de ella me encargo yo.

— O vaya, se ve que tienes todo controlado —me dice sacando su chaqueta del costado del sofá.

— ¿A poco ya te la comiste? —dice Finés tocando mi hombro.

— No, aún no, sabes que me gusta disfrutar de mi presa antes de soltarla —le digo arrogante.

— Vaya, es cierto, toda la que pasa por él se tiene que mudar de ciudad; lo bueno es que nunca vuelve y siempre huye —dice Alan, orgulloso, lo que no sabe es que yo le envié dinero para mantenerlas cómodas y que nunca volvieran a mi vida.

 La última loca se comió el cuento de nuestra relación y se presentó en la empresa de mi padre buscándome como si fuéramos pareja. Nunca me dejaba tranquilo, así que tuve que dejarla frente a toda la secundaria. Me persiguió por meses hasta que por fin la envié lejos de mí. Desde entonces dejo que ganen; no quiero pasar por ninguna otra loca como esa. Por eso voy despacio con Naomi, por si me toca dejarla, no sea un problema.  

—¿Cuándo pasarás al paso dos? —me dice Yolanda, curiosa.

— Es mejor que no lo sepas, creo que te interpondrías en mi camino —le digo serio.

— ¿Crees que estoy celosa de la nerd? Tú nunca sentirías nada por ella; es un juego como todos los demás.

— Entonces déjame hacer mi trabajo y no te interpongas. ¿Quieres venganza? —Le daré a mi chica la venganza que necesita.— La veo acercarse y besarme en los labios.

 Mi relación con Yolanda es complicada no somos pareja ni nada, solo vivimos el momento y el sexo casual, algo que los otros chicos respetan mucho, ella me busca cuando me necesita y yo la busco cuando la necesito, nunca faltamos de vernos los martes sin excepción, no podemos fallar de vernos ese día, ya que ese es el día que su novio al que amaba después de hacer el amor la abandonó cuando se enteró de que ella estaba embarazada, poco después perdió al bebé en un accidente en coche, los meses pasan y ella se entera de que su exnovio fue el causante de su accidente, ella se refugia en mis brazos y todos los martes viene a mí para su consolación por la perdida de su hijo al que amaba con su vida, a través de ese accidente ella no podrá tener hijos de forma natural consumiéndola en la depresión. Pasamos la noche tomando y bailando mientras que la noche se convierte en día, subimos a cambiarnos y, un poco ebrios, vamos a clases. Al llegar, puedo notar que Naomíestá junto con sus amigas muy entretenidas en la clase. El profesor anuncia la hora de salida al campamento mañana por la mañana a las 6 AM, donde todos los que vayan en el autobús o en coche deben llegar más tardar a las 8 AM para comenzar con la expedición y organizar las cabañas por número de participantes para los juegos de ciencia. Esto me da una gran ventaja, ya que compartiré la cabaña con Naomi; eso me da mucha ventaja para acercarme y tomar mi premio.   Termina la clase y los chicos y yo estamos muy cansados. Decido irme a mi casa a dormir, para luego volver por Naomi, pero antes lanzo una de mi segunda estrategia: tratar de convencerla de que se quede conmigo en mi casa. Voy por el corredor con Alan buscándola, pero no la encuentro.  

— De seguro está en la biblioteca, es lo que hacen las nerds, ¿no? —dice burlón.

— Sí, tienes razón, vamos —le digo saliendo de la cafetería.

Así como Alan dijo, así fue: la veo con sus amigas sentadas en la mesa leyendo libros de economía. Me acerco a ella y sus amigas se emocionan al verme; le hago una señal para que se acerque a mí. De inmediato se levanta al verme y camina en mi dirección.  

—¿Pasa algo? —me dice sonrojada.

— Sí, recoge tus cosas y te vienes conmigo —le digo serio.

— Pensé que nos verías más tarde, ¿estás tomado?

—Sí, algo así.amos, no me hagas perder el tiempo, vamos a tu habitación, buscaremos ropa para el campamento y nos vamos a mi casa; saldremos juntos desde allá.

— ¿Cómo pretendes que les explique eso a mis amigas?

— No lo sé, pensé que eras buena mintiendo.amos, no me hagas perder el tiempo, tengo una resaca que no la aguanto y quiero que vengas conmigo; no creo poder venir más tarde. Observó cómo traga saliva y se acomoda sus lentes de abuela que la hacen ver como toda una nerd.

— Ok, ok, déjame pensar.

— Piensa de camino a recoger tus cosas; te espero en el coche, no te tardes o me enojaré y,créeme, no me quieres ver enojado —le digo en forma de presión.

— Bien, dame unos minutos; espérame en el coche, saldré pronto. 

Me siento impaciente del cansancio y cierro mis ojos para descansar mientras espero. Pasan unos minutos y siento que me tocan el vidrio del coche; abro la puerta para ella, que de inmediato se sube, algo tensa.

 — ¿Qué ocurre? —le digo molesto—. Dime, o prefieres irte en autobús mañana con tus amigas —le digo enojado.

— Si no te importa, por mí estaría bien —me dice, seria.

— Bien, entonces baja del coche —le digo en modo de prueba.

— Cambie de opinión, me voy contigo —me dice besando mis labios.

— Bien, entonces no me hagas perder el tiempo y vamos.

— Estás enojado, puedo verlo — me dice tocando mi cabello.

— Sí, quiero dormir—le digo, conduciendo a toda velocidad.

— ¿Dónde estabas anoche que te desvelaste?

— ¿Eso importa?

— Ok, no me digas.

 El silencio se hizo incómodo de camino a casa. La veo bajar del coche enojada y entramos a la casa que está hecha un desastre, ya que la señora de servicio no vino hoy. Hay botellas por todos lados y mucho desorden; su cara de enojo se intensifica. Puedo notar que cuando se enoja se pone roja. Está en silencio y la veo pasear por el lugar y tomar del suelo lo que parece ser un sostén de Yolanda. Se gira para mirarme y es encantador verla sonreír con enojo.

 — Ahora entiendo por qué te desvelaste anoche —me dice sentándose en el sofá.

—Suuu, sin reclamar, por favor, ven conmigo, no me estoy sintiendo nada bien —le digo mientras la tomo de la mano.

Llegamos a la habitación donde de inmediato me quito los zapatos, cayendo en la cama. Ella se sienta a un lado y puedo verla pasar su mano por mi cabello, haciendo que el dolor sea menos fuerte, mientras me voy quedando dormido en cada caricia suya.  

*Naomi.

Lo veo dormido y decido bajar a limpiar un poco el desorden mientras busco en la nevera algo para hacerle una sopa. Preparo todo y busco una pastilla para el dolor en el botiquín, preparo un jugo y, luego de pasar la tarde ordenando todo, subo a su habitación donde lo despierto para que se tome la sopa y las pastillas. Lo veo abrir los ojos;impresionado, se sienta lentamente en la cama mientras toma la bandeja, comiendo todo lo que le traje. Se toma la pastilla y devora la sopa con muchas ganas.  

— Gracias, nunca pensé que cocinara también —me dice saboreando la sopa.

— Sí, es necesario para alguien que pasó su infancia completamente sola —le digo algo deprimida.

— ¿No tienes padres? — Me mira curioso.

—Sí, pero es como si no los tuviera; el trabajo los consume sin importar si estoy con ellos o no. Mi abuela es la única que siempre está pendiente de mí —le digo, orgullosa de la abuela que me tocó.

— Entiendo, mis padres son iguales, siempre dándome todo para que nunca me queje de su ausencia. La verdad me da igual que no me presten atención; igual la única persona a la que le debo respeto es a mi padre, por el cual estoy donde estoy, tratando de que se sienta orgulloso, pero ya ves, no soy el hijo que él quiere — me dice decepcionado.

— Albert, no importa lo que pase mientras te sientas bien contigo mismo;demás, ahora me tienes a mí —le digo algo apenada.

— Sí, es bueno saber eso —me dice comiendo su sopa.

 Al bajar de la habitación, todo está organizado. Él se acerca a mí abrazándome, nos sentamos a organizar el trabajo y el muy feliz me ayuda con las fórmulas para generar las vitaminas, sacando las proteínas que contienen las flores de mar. En el campamento debemos subir a la montaña y buscar las flores de pino para combinar sus componentes con los de la flor y así poder dominar la proteína de la flor de mar. Después de sacar las fórmulas, nos recostamos viendo una película hasta tarde. No volvimos a besarnos en toda la noche; aunque extrañaba sus besos, no quería forzarlo a nada que él no quisiera. Todo con él surge tan natural que me sorprende que se fije en mí. Después de ver películas, subimos a la habitación donde entro al baño y me cambio colocándome mi pijama; él entra en la habitación y mi curiosidad se acumula en mí.

 — ¿La única habitación que tienes es esta? —le digo, curiosa.

— No —me dice serio.

— Entonces puedes dormir en otra parte, ¿por qué me obligas a dormir aquí contigo?

— Porque yo quiero; si te preocupa que te haga mía, tranquila, no pasará nada, no soy un abusivo, solo que no me gusta dormir solo —me dice coqueto.

— Ok, entiendo, solo que yo me siento incómoda, nunca había dormido con nadie y mucho menos un chico, y ahora contigo es diferente.

— Siempre hay una primera vez; solo acuéstate y descansa, que mañana saldremos a primera hora — se acuesta sin camisa, cerrando los ojos.

 Me acuesto a su lado; no sé qué somos, él y yo, pero me gusta lo sincero y transparente que es conmigo. Lo único que me afecta es pensar con quién duerme mientras no está conmigo si odia dormir solo.  

— Albert, ¿con quién duermes cuando no estás conmigo?

— Solo, cuando estás conmigo, me gusta que te quedes conmigo a dormir. ¿Te molesta? Si te sientes incómoda, te puedo llevar a la otra habitación. Tienes que entender algo: yo no soy de nadie, no estoy con nadie y solo me pertenezco a mí mismo; no tienes que celarme y mucho menos reclamarme nada. Ahora duérmete.

— Ok, como digas —le digo levantándome. Salgo de la habitación y bajo las escaleras a la sala. 

 Camino al sofá donde me acuesto cubriéndome con la sábana; ese chico arrogante no me dirá qué tengo que hacer y qué no.   Estoy dando vueltas en el sofá; la verdad es muy incómodo y no puedo dormir bien. Ya son las 12 am y aún no puedo quedarme dormida. Cierro los ojos y lo imagino sobre la cama sin camisa. Mi miradalo recorre, deseando cada beso suyo que me envuelve, queriendo nunca soltarlo. Empiezo a sudar, me giro mientras me pongo boca abajo y por fin voy quedando dormida.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP