¡Hola! Dime si te gusta la historia.
Andrew corrió tras Sophia, preocupado por su amiga. En realidad, ella era amiga de Nicolas más que de él y tuvieron un amorío cuando estaban en la flor de la juventud.Andrew sabía que su hermano estaba loco por ella, pero nunca pudieron hacerlo público porque su padre reprobaba esa relación. Decía que Sophia Jenkins no era mujer para sus hijos y quizás tenía razón, no era la más lista, pese a su belleza.Era la esposa florero que cualquier hombre desearía, pero Albert Davis nunca la vio con buenos ojos.El habérsela encontrado aquí fue todo un plus. Por supuesto que ni siquiera ella fue capaz de distinguirlo de su hermano, por lo que le siguió el juego tan pronto la vio.Lo único que su plan no salió como pensaba, porque si bien quería usarla para darle celos a Valery, no creyó que su esposa fuera tan osada como para atreverse a desafiarla en público.—¡Mi vestido! —sollozaba Sophia, viéndose en el espejo de su habitación.Parecía una chiquilla y eso a Andrew le irritaba sobre manera
En su mesa, Valery cenaba sola sin importarle un rábano las miradas curiosas que habían caído sobre ella desde la escena en la pista. Lo que le faltaba a su vida era el drama de ser la comidilla de uno de los complejos más lujosos de todo Manhattan, pero de ser así, al menos pudo darse el lujo de poner a esa barbie en su puesto, y estaba más que ansiosa de volver a tener la oportunidad de hacerlo. Con Nick estaba acostumbrada a vivir en la palestra pública, pero siempre con una imagen impecable en obras de caridad y eventos importantes. No en un escándalo en un bar. Ya se las vería con su flamante esposo, porque si él tenía cosas que reclamar, más tenía ella, por haberla dejado sola en plena cena para ir a socorrer a esa atrevida, quien quiera que fuera. Con un gesto, le hizo una seña al camarero para rellenar su copa y le dio una buena propina para que mantuviera la copa llena. —Buenas noches, señorita. ¿Puedo preguntar qué hace una mujer tan bella sola en un lugar como este? —un
Andrew la dejó en el piso, ignorando sus insultos y vanos intentos por zafarse de él, todavía sin soltarla.—Cálmate, Val, no te dejaré hasta que no estés tranquila.—Tú no tienes derecho a reclamarme nada y menos después de lo que acabo de presencias. Eres un sínico —dijo ella llena de desprecio, hoy más que nunca atizada por el alcohol. —Depende de ti, pero no te soltaré hasta que te calmes, y créeme que no me importará estar así hasta que raye el alba.Ante ese pensamiento y segura de que lo cumpliría, ella empezó a ceder. Además, él la vio con la mirada más amenazante que encontró por lo que no le quedó de otra más que dejar de zapatear, quedándose tranquila, a pesar de tener la respiración agitada.Lentamente, Andrew fue soltando su agarre, hasta que la vio tranquila.—¡Eres un animal! ¿Cómo se te ocurre golpear a mi amigo de esa forma? ¡Eres un canalla!Esta vez, Valery se lanzó sobre él, golpeándole con todas sus fuerzas en el pecho. Para el mastodonte de su marido, esos golp
El sol de la mañana entró por la ventana por fuerza y Valery despertó algo turbada. La cabeza le dolía horrores por su exceso de alcohol la noche anterior. Había bebido demasiados Martinis y eso ahora le estaba costando. Intentó ponerse de pie para cerrar las ventanas, pero se tambaleó un poco. Entrecerró los ojos para mitigar la jaqueca sin éxito.A su lado, la cama estaba vacía y los recuerdos de la noche anterior la bombardearon haciéndole sentir peor. Ya era parte de su rutina que después de haber pasado la noche con Andrew, al día siguiente despertara sola.¿Qué podría haberle pasado para que se comportara de esa manera? Nunca lo sabría. Solo sabía que su marido parecía tener prohibido brindarle su compañía por las noches. Pensó que se habría ido con la Sophia y el estómago se le revolvió.Como pudo, y sintiéndose fatal consigo misma, corrió al baño con unas terribles ganas de vomitar. Era una de las pocas veces que experimentaba la reseca, y sabía que si Nick estuviera aquí le h
Los huevos revueltos estaban intactos en su plato, mientras Valery jugaba con ellos y el tenedor. No tenía apetito, a pesar de que la jaqueca había disminuido. Su mente solo pensaba en Andrew y en la desgraciada de Sophia.Esa mujer le daba mala espina, y él no dejaba de demostrar que era más importante su amistad con ella, que la relación que pudiera existir entre ambos.Siempre la prefería y eso le dolía, aunque lo mejor que podía hacer era acostumbrarse a ello.—¿Debería preguntar qué tonto es el que deja a una mujer como tú siempre sola? —la voz de Abraham la sobresaltó.Estaba desayunando, o al menos lo intentaba, cuando este la vio y se le acercó para saludarle. La imagen de esa exquisita mujer se había quedado grabada en su mente a fuego la noche anterior, y estaba ansioso por volver a verla.En su vida nunca había bailado con alguien como ella, y la noche anterior no hizo otra cosa si no pensar en ella. El único problema era que esta mañana utilizaba un anillo de casada, que s
El hospital San Thomas Apóstol era el mejor de la ciudad. De hecho, era reconocido por ser el número uno en tratar a los pacientes de alto riesgo en todas las áreas de la medicina y eso fue lo único que le dio alivio a Valery, sabiendo que era el mejor lugar para que su madre estuviera en buenas manos. —Este es el lugar —indicó ella cuando el chofer de Abraham se estacionó en la entrada. Estaba nerviosa, las palmas de las manos le sudaban fuertemente y se temió lo peor. No había hablado con su padre tras la llamada del hotel, sin embargo, nada de lo que hubiera dicho iba a quitarle la agonía que sentía hasta no ver a su mamá. Le habría gustado más que estar con Nick en un momento como este, con su mejor amigo que la entendía y la apoyaba. Sólo él sabría qué decir y qué hacer para que se sintiera mejor. En su lugar, había terminado con un extraño en un momento tan personal, pero aquello era mejor que estar junto a un hombre que no le quería. —¿Quieres que entre contigo? —preguntó
Era ya más de mediodía cuando Andrew regresó a la suite, tras su agitado día de compras con Sophia. Contrario a lo que creyó, no eran tan sencillo escoger un vestido del que tenía e irse, si no que la señorita lo había arrastrado por incontables tiendas hasta dar con el indicado.Poco le importaba compensar la falta de su esposa, ya que en el fondo la única razón para justificar su salida era atormentar a Valery yéndose con otra.—¡Valery! —llamó a su esposa desde la puerta con un enorme vaso de café en manos, pensando que la encontraría recostada.Sabía que la resaca podría ser devastadora a pesar de las pastillas, y ese era su modo de ayudar, y también de hacer las paces o eso quiso creer.Para él, haber salido con Sophia era totalmente inofensivo, además de que era una línea que quería marcar. Por bien que se llevaran, Valery nunca tendría derecho sobre él y eso no cambiaría. Tenían un acuerdo y nada más, por lo que no se debía a ella ni a sus deseos.—¡Valery! —volvió a llamar al
Andrew llegó hecho una furia a la sala de emergencias, con Sophia siguiéndole los pasos.Para su mala suerte, no había podido deshacerse de ella cuando llegaron a la ciudad y no tenía energía para lidiar con ella en ese momento.Su mente estaba ofuscada y tenía un montón de preguntas para Valery, sobre todo, saber cuál era la razón para salir disparada del hotel y no esperarle.Buscó a Valery por todas partes y cuando finalmente la encontró, su ira creció hasta los cielos. Desconsolada y vulnerable, era arrullada por un completo desconocido.—Quítale las manos de encima a mi mujer —rugió apenas conteniendo el enojo del día.No tenía ni idea de quién era el sujeto, pero definitivamente estaban en una imagen demasiado comprometedora. El extraño aflojó su abrazo y al levantar la cabeza, Valery lo vio de una manera que le dio escalofríos. Era una mezcla de enojo con decepción a la vez.—¿Qué estás haciendo aquí? —dijo con voz rota. —¿A qué has venido y más, con esa mujer? Será mejor que s