Lizbeth
Agradezco que mi padre esté de regreso en su habitación para la hora del almuerzo, me siento mucho mejor de ver a mi madre una vez más calmada y charlando con él antes de regresar a mi torturadora consulta. Veo a los pacientes pasar de uno en uno, noto que el doctor Luis es bastante profesional con el resto de niños y me molesta muchísimo que no fuera así con Lucas, pero es algo de lo que ya no debo preocuparme.
—La próxima semana terminan tus prácticas, ¿verdad? — dice el doctor mientras recojo mis cosas para ir a casa — realmente pensé que serías una molestia, pero haces las cosas bastante bien — admite — sin embargo, sigo diciendo que te entrometiste en algo que no era tu asunto.
—Usted
JeremíasTardo unos diez minutos en por fin salir de mi auto, tomo las dos carpetas que encontré hoy en la mañana cuando llegué a la oficina e intento mantener la cama. Me digo que lo único en lo que debo pensar ahora es en mis hijos y en que deben estar asalto de toda esta absurda situación que está comenzando a volverse insoportable.La casa de mis padres sigue siendo igual de imponente, el dolor de regresar aquí después de todos estos años en los que no me he sentido capaz de hacerlo, también se mezclan con la furia que me hace sostener con rabia las malditas carpetas que sin lugar a dudas no tienen ningún sentido.—¡Lauren!Mi voz se mueve entre las marmóleas paredes, los pasos apresurados que van por las escaleras me hacen voltearme hacia la entrada de la sala de estar y puedo ver la preocupación en sus ojos mientras arregla su cabello nerviosamente.—Porque estás gritando como un mal educado en mi casa Jeremías — me regaña mi madre — estas no son horas de…—¿Estas no son horas?
LizbethEstoy tan preocupada por la actitud de Jeremías que simplemente no puedo irme a la cama después de acostar a los niños, me siento en la sala de estar después de hacerme un té y pienso en lo que Lucas dijo en la tarde sobre su madre.Me digo que es un tema en el que realmente no debo inmiscuirme, pero no puedo evitar imaginar qué tipo de mujer pudo ser la esposa de Jeremías o mejor dicho con qué tipo de mujer tuvo a sus hijos porque él definitivamente no se casó con ella.Muevo mi mirada al anillo de boda en mi dedo, esa zozobra que ha comenzado a mezclarse en mis pensamientos cuando recuerdo que esto es un contrato que incluso si aún no ha acabado tiene ya fecha de vencimiento. Suspiro ante la idea de que no podré ver más a los niños o a su… Su padre.Dejo caer mi cabeza hacia atrás en el sillón mientras me advierto que no debería pensar mucho en lo que Jeremías me hace sentir, o en las cosas que provoca su cercanía en mi cuerpo. Me advierto que es un terreno peligroso en el q
JeremíasMe despido de mis hijos, incluso si no quiero, los veo subir al auto que los llevará a la casa de campo familiar. Lizbeth sale por la puerta mientras el chofer se encarga de subir las maletas al auto. Ella se detiene a mi lado con una pequeña sonrisa en sus labios.—Realmente me gustaría quedarme aquí contigo, pero no creo que sea bueno para los niños — admite — ya sabes si tu madre aparece o si se enteran de algo podría ser perjudicial.—Lo sé, por eso, espero que los cuides bien — tomo su mano sintiendo que no quiero dejarla ir — trataré de solucionar todo lo antes posible.—Si necesitas alguna cosa… — duda un instante antes de hablar con una voz avergonzada — puedes llamarme y vendré o… Lo que sea.—No te preocupes, todo estará bien — llevo su mano a mis labios — estudia y cuida de los niños, en unas semanas todo este lío se resolverá y podremos festejar que serás una excelente psicóloga oficialmente.Ella sonríe al darse cuenta de que soy consciente de que en breve estará
Lizbeth—¿Mamá porque nos vamos de casa? — el niño sentado a mi lado en el asiento trasero lleva una mano hasta mi brazo — ¿Por qué papá no viene?—Vamos a hacer un pequeño viaje — digo acariciando su mejilla — papá irá cuando tenga tiempo, pero mientras lo esperamos — le guiño — vamos a divertirnos los tres, ¿Ok?El niño asiente, paso una mano por el cabello de la niña dormida en mis brazos y puedo notar como Lucas mira por la ventana hasta casi la mitad del camino. Trato de estudiar un poco de mis apuntes mientras salimos de la carretera principal, pero cuando el niño que antes miraba por la ventana clava la mirada en la alfombrilla del coche me pregunto si algo está mal.Lucas no dice una sola palabra, pero puedo notar que sus pequeñas manos han comenzado a temblar sin ningún motivo, acomodo a Lucia sobre mi regazo antes de acariciar el cabello de mi hermano.—En dos meses empezarás la escuela — le digo — y la semana que viene podrás visitar al doctor que vimos en el parque de jue
JeremíasTengo un dolor de cabeza insoportable, los informes que el sujeto envío siguen en el asiento trasero de mi auto y aunque no debería estoy conduciendo rumbo al único lugar que podría traerme la calma ahora mismo. Mi familia y la mujer que ahora cuida de ellos, ya que por algún motivo no puedo sacarla de mi cabeza.Los árboles inmensos que custodian el camino hacia la casa familiar guían en camino hacia la casa y siento esa extraña sensación moverse bajo mi pecho cuando llego frente a la puerta de hierro que hace demasiados años no veo. Bajo del auto, cuando la sensación en mi pecho se hace asfixiante, los remordimientos y los recuerdos se mezclan con mi ya estresada cabeza e intento mantenerlo bajo control.Sonrío ligeramente cuando me acerco a las vigas de metal, empujo la puerta para abrirme paso y mi corazón se detiene por un instante cuando detengo mi coche frente a la entrada principal. La última vez que vi a mi hermano estábamos en este portal, él me estaba diciendo que
Lizbeth Baro mis ojos sintiéndome diferente, el cálido cuerpo que me abraza desde la espalda está íntimamente pegado a mí y siento que mi corazón comienza a latir desbocado cuando recuerdo que anoche después de todo dormí con mi esposo. ¡Realmente dormí con él! Sonrío ligeramente mientras la persona a mi lado se mueve, mi cuerpo es rodeado por uno de sus brazos y después de unos minutos mi marido me hace rodar sobre mí misma para acomodarme en su pecho. Cierro mis ojos con fuerza avergonzada de mirar hacia su cuerpo. —¿Cuánto tiempo vas a fingir estar dormida? Esa pregunta me hace abrirlos de golpe, intento alejarme de él, pero no me lo permite, así que me aferro a la sabana para cubrirme, aunque si lo pienso realmente no tiene sentido porque anoche, él pudo ver todo lo que había por ver. —No sé cómo actuar ahora mismo — decido ser cansera — no sé cómo mirarte o que hacer, estoy avergonzada y nerviosa estoy… —Solo sigue siendo tú — me dice — solo pasamos la noche juntos, fue bue
JeremíasTomo a mi hija en brazos para despedirme, la mujer sonrojada a mi lado que sostiene la mano de Lucas no es capaz de sostener mi mirada, pero comprendo que las cosas llevan su tiempo y pasar de discutir a dormir juntos en la misma casa puede hacer un poco difícil nuestra nueva situación.—¿De verdad no puedes quedarte? — murmura mi hijo — ¿Por qué no volvemos a casa papá?—Cariño, necesito hacer unas cosas — respondo antes de besar la mejilla de Lucía — además estas son como unas vacaciones con mamá — miro a la mujer en cuestión — ¿No te parece divertido?—No me gusta esta casa papá — murmura mi hijo haciéndome sentir un poco extraño—además Lulu, llora cuando ve el cuadro de la sala — niega — no me gusta eso.Comprendo que mi hija se sienta un poco abrumada por la fotografía, es una de las razones por las que dejé de venir aquí. Mi madre tampoco viene aquí por ese motivo y es la única cosa por la que este lugar sigue siendo el más seguro.—No tienen que mirar el cuadro — respo
LizbethDos días despuésNo puedo evitar preocuparme por Jeremías, ayer lo llamé, pero no contestó y aunque he intentado de todo para que Lucía hable, pero solo he hecho que se aísle más, ni siquiera ha querido salir de su habitación.Por no hablar de entrar a la sala de estar, aunque con ese ambiente lúgubre que acompaña ese cuadro, incluso yo evito pasar mucho tiempo ahí.—Les prometo que iré por ustedes en unas horas — digo terminando de acomodar el moño en la cabeza de mi hija — ¿Por qué no me dices si te gusta este peinado?Miro a la niña desde mi reflejo, pero ella hace los gestos con su mano, resoplo, frustrada, la tomo en brazos para bajarla de la silla donde la he puesto para peinarla, e intento hablar con calma.—Nena, ¿no confías en mí? — cuestiono acariciando su rostro — porque no me dices, aunque sea una palabra Lulu — beso su frente — no me iré a ningún lugar, ¿Lo sabes?La niña, frente a mí niega, baja de mi regazo como regaño mentalmente cuando corre fuera de la habita