Capítulo 40

ALFA RASTUS-

Larisa no regresó a mi mansión ese día y, aunque una parte de mí se sintió aliviada de que hubiera regresado a la casa de su padre, una parte más grande de mí sintió que yo era el idiota al que Agnes y Lex me habían estado llamando.

No debería haber tratado así a Larisa y aunque fue una buena elección rechazar su cuerpo porque no la quería, tal vez podría haber encontrado una forma mejor y menos insultante de hacerlo.

¿Y Agnes?

Nada podría compensar la forma en que la traté en el pasado. Ella me hizo darme cuenta de que no era tan perfecta como pensaba. Dije que odiaba a los acosadores, pero acosé emocionalmente a Agnes durante los tres años que estuvo casada conmigo... Hasta que literalmente le di una bofetada con los papeles del divorcio y corrí a los brazos de Larisa... a quien también había estado tratando mal.

Tal vez estaba bajo una maldición: nunca amar a ninguna mujer como merecía ser amada.

—¿Maldición? ¡Ni hablar! Eres un completo estúpido —replicó Lex, aunque y
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