Aún no conocía quien había tomado su posición, y no pudo darse el lujo de durar tanto tiempo allí. Y ni siquiera sabía si esos papeles seguían ahí pero recuerda haberlos guardados muy bien. Incluso pudo hacerle el favor de abrir la puerta la nueva subgerente de administración, que la conocía desde hace muchos y se excusó diciendo que habían cosas que todavía no recogía del lugar. Sin titubeos aceptó. Maya corrió con el tiempo a buscar en dentro de los gabinetes pero no lo consiguió. Y se sintió por un momento fuera de sí y de la posible salida. Así que pensó y pensó y pudo lograr sentir un brillo de esperanza cuando miró la oficina de Maximiliano.Corrió hacia ella. Y se adentró con rapidez hacia el escritorio. Si no estaba en su oficina, debía estar aquí. Debía estar…Y Maya miró la estantería. Pudo haber sido la última elección pero no tenía ya tiempo. Y se acercó, buscando entre los papeles y los documentos. Sin tener éxito durante unos minutos, dejó caer los brazos. No pued
Maya lo contempló una vez más.—No has hablado conmigo todavía —dijo, pero en su rostro había una sonrisa—. Señor…—Ya que estaremos con tu padre…—No, no —Maya negó—. Dame la oportunidad de hablar con él. El cree que solo fuiste mi jefe. Ya sabes, es mi papá…es muy…celoso.Maximiliano soltó unos sonidos de risas que se quedaron en su sonrisa.—No te preocupes…—susurró—. Haré lo que tú me pidas.Y Maya conoció aquellos gestos esplendidos. Y trató de no sonreír por tenerlo ahora de esta manera.Sin embargo, el andar se detuvo justo cuando el ascensor arribó. Una presión en la cabeza hizo detener el andar con fuerza, y Maximiliano sostuvo la puerta del ascensor mientras le daba una ojeada, preocupado. La sensación fue feroz. El mareo inundó cada rincón del cuerpo y tuvo reacción. El mismo se fue hacia un lado y alzó la mano para sostenerse de la pared. Se sintió vacía y con el alrededor dando vueltas e incapaz de hacer otro movimiento. —¿Maya?—Estoy bien —balbuceó. Tocándo
Decide que el mejor de los regalos para la fiesta de revelación del bebé de Jenny es éste corral hermosamente bordado con encaje. Totalmente blanco y con destellos dorados. Lo observa una vez más y sonríe. Está feliz de haber encontrado finalmente el regalo perfecto. También otro par de ropa para el bebé, porque siendo ella y Alejandra las únicas que conocen el género, ha corrido con la suerte de no equivocarse. Le sonríe a la mujer para agradecerle de su atención y asiente en cuanto las cosas ya están listas para empacarse. Cuando se aleja un poco, con las manos dentro de su abrigo, sigue mirando de igual manera la montaña de atuendos para bebés que contempla con allegada sensibilidad. Puede estar ciertamente afecta a estos sentimientos, y realmente no sabe por qué. Acaricia con cuidado la suavidad que le otorga la finura de la ropa y sonríe. Está feliz por Jenny, porque ya será madre. Está feliz por Jason, porque dentro de poco Diana también dará luz a su hijo. Y ella, pese a tod
Y Maya no era que no lo entendiera, es más, estaba a la espera. Una espera emocionante, llena de esperanza, llena de amor. La espera que se acabaría cuando estuviese nuevamente en los brazos de Maximiliano y lo llamase “mi amor.” Eso era lo que había mantenido también en esos aguardos. Y no pudo sentir que tenía rencor, odio, amargura. Viendo su hotel empezando a tomar esa luz de excelencia, de motivos por las cuales hacerla sonreír, aquel sueño que también lo hicieron sentir feliz puesto que, los meses para aperturar finalmente el DeSea sería un hecho rotundo. A la par de Roy Sidney, de Chris, de Emilia, de Patrick, y de toda la gente que hacía ese magnífico lugar una de las maravillas expectantes que esperaba la ciudad, Maya se sintió que su vida estaba en la cúspide. Después de ver a Maximiliano, se dirigió a su hogar. Con toda la felicidad rondando, no podía negar que también existían algunas otras cosas más que de cierta manera la mantenían ajena a los pensamientos. Su mad
Y después de unos minutos, ya están junto a sus amigas. Y para sorpresa, Giovanna está junto a ellas. No podía pedir más nada sino esto.Las cuatros platican bajo el techo de un puesto en ese centro comercial. Jenny cada vez tiene su barriga mucho más elevada que antes, y con ese brillo resplandeciente no deja de sonreír. Alejandra también está algo contenta cada vez que suelta unas palabras. No dudan en aparecer silbidos en forma de broma en cuanto confirma que está viéndose con alguien y Jenny bromea que no puede ocultarlo. Y es más, sería bueno que lo llevase a la fiesta. Giovanna sonríe a causa del chiste que dice Maya respecto al apetito voraz que ha mantenido desde que comenzó con esta aventura. —Es por momentos porque siempre van y vuelven —confiesa Jenny mientras bebé la malteada—. No se lo deseo a nadie, es espantoso.—Ese bebé será decidido —Giovanna dice mientras acaricia su barriga—. Tiene que ser igual que tú porque imagínate tener que estar corriendo detrás de él.
Cuando dan dos de la mañana, el salón empieza a tener una aglomeración considerable que no pasa menos desapercibida. Las lindas luces que se observan por encima de las cabezas de todo aquel presente viajan por todo el lugar y deja un camino de brillo, todavía blanco porque siendo un misterio el sexo del bebé, habría dentro de poco un cambio respectivo a la relevación. Los familiares de los padres y de la madre están reunidos también. En la gran tarima pueden observar los invitados a los futuros padres cuando se observen recibiendo el tan esperado regalo. Los invitados están disfrutando la ceremonia que bien está realizada y comprometida a ser compartida con la mayoría.Y Jenny con una de sus sonrisas, se toca la barriga mientras busca por la multitud a sus amigas, que no se observan aún por el lugar y para el colmo, pronto tendrían que revelarse. Hasta que observa la expresión risueña de Alejandra en el momento que se observa pasar por la multitud. Jenny le hace señas con los ojos y
Stephanie también está en el lugar, al lado de Chris que se encontró solo al instante de irse Giovanna, y bromea diciendo que siendo curiosa como siempre, probablemente esté queriendo saber el sexo del bebé así como Alejandra y Maya. —Por cierto, ¿dónde está Maya? No la he visto —pregunta Chris cuando toma un trago—. Ni siquiera cuando llegué.—Ella es la que está preparando la forma en la que se va a revelar el bebé —Stephanie asiente mientras se apresura a dar un trago largo. Cuando baja su vaso, se limpia un poco las comisuras y voltea a ver al hombre que tiene apenas unos minutos de haberse sentado junto a ellos—. ¿O tú la has visto, Max? ¿No sabes dónde está?Hay un silencio ensimismado a quien le hacen esta pregunta. Pero pronto de salir de sus pensamientos se arregla en la silla y se dirige hacia los dos acompañantes.—No, no la he visto tampoco…Esto especialmente iba dirigido hacia él. Hacia un día que le había mandado un mensaje. Ella nunca respondió y sintió la neces
—Es hora. Ya vamos —y sonríe. Giovanna y Alejandra se echan a reír y entonces, las tres juntas y con la emoción de esta linda revelación, se apresuran a ir rumbo al salón. Jenny es la primera que las ve y se muerde los labios, tomando su vientre y emocionada más que nunca. Giovanna le sonre a Chris. Alejandra le envía una mirada a Mauricio. Maya en este momento se paraliza al verlo ahí sentado, con los demás y manteniendo su vista clavada en ella. Hay ciertas cosas que el corazón no puede ocultar y aquello es la felicidad: como a sus ojos se le reflejan el brillo, las pupilas se dilatan y la sonrisa de sus ojos se refleja. Y las cosas que no pueden decir con palabras pero que con una sola mirada se mantiene viviendo en lo que añoran ahora. En cómo se añoran. Maya sólo puede pestañear y desviar la mirada de sus verdes acuarelas. Siempre la hacen perderse de todo el alrededor. Alejandra le da la bengala a Phoenix, y Giovanna a Jenny. Maya llega junto a ellos y sonríen. Los abraza