Decide que el mejor de los regalos para la fiesta de revelación del bebé de Jenny es éste corral hermosamente bordado con encaje. Totalmente blanco y con destellos dorados. Lo observa una vez más y sonríe. Está feliz de haber encontrado finalmente el regalo perfecto. También otro par de ropa para el bebé, porque siendo ella y Alejandra las únicas que conocen el género, ha corrido con la suerte de no equivocarse. Le sonríe a la mujer para agradecerle de su atención y asiente en cuanto las cosas ya están listas para empacarse. Cuando se aleja un poco, con las manos dentro de su abrigo, sigue mirando de igual manera la montaña de atuendos para bebés que contempla con allegada sensibilidad. Puede estar ciertamente afecta a estos sentimientos, y realmente no sabe por qué. Acaricia con cuidado la suavidad que le otorga la finura de la ropa y sonríe. Está feliz por Jenny, porque ya será madre. Está feliz por Jason, porque dentro de poco Diana también dará luz a su hijo. Y ella, pese a tod
Y Maya no era que no lo entendiera, es más, estaba a la espera. Una espera emocionante, llena de esperanza, llena de amor. La espera que se acabaría cuando estuviese nuevamente en los brazos de Maximiliano y lo llamase “mi amor.” Eso era lo que había mantenido también en esos aguardos. Y no pudo sentir que tenía rencor, odio, amargura. Viendo su hotel empezando a tomar esa luz de excelencia, de motivos por las cuales hacerla sonreír, aquel sueño que también lo hicieron sentir feliz puesto que, los meses para aperturar finalmente el DeSea sería un hecho rotundo. A la par de Roy Sidney, de Chris, de Emilia, de Patrick, y de toda la gente que hacía ese magnífico lugar una de las maravillas expectantes que esperaba la ciudad, Maya se sintió que su vida estaba en la cúspide. Después de ver a Maximiliano, se dirigió a su hogar. Con toda la felicidad rondando, no podía negar que también existían algunas otras cosas más que de cierta manera la mantenían ajena a los pensamientos. Su mad
Y después de unos minutos, ya están junto a sus amigas. Y para sorpresa, Giovanna está junto a ellas. No podía pedir más nada sino esto.Las cuatros platican bajo el techo de un puesto en ese centro comercial. Jenny cada vez tiene su barriga mucho más elevada que antes, y con ese brillo resplandeciente no deja de sonreír. Alejandra también está algo contenta cada vez que suelta unas palabras. No dudan en aparecer silbidos en forma de broma en cuanto confirma que está viéndose con alguien y Jenny bromea que no puede ocultarlo. Y es más, sería bueno que lo llevase a la fiesta. Giovanna sonríe a causa del chiste que dice Maya respecto al apetito voraz que ha mantenido desde que comenzó con esta aventura. —Es por momentos porque siempre van y vuelven —confiesa Jenny mientras bebé la malteada—. No se lo deseo a nadie, es espantoso.—Ese bebé será decidido —Giovanna dice mientras acaricia su barriga—. Tiene que ser igual que tú porque imagínate tener que estar corriendo detrás de él.
Cuando dan dos de la mañana, el salón empieza a tener una aglomeración considerable que no pasa menos desapercibida. Las lindas luces que se observan por encima de las cabezas de todo aquel presente viajan por todo el lugar y deja un camino de brillo, todavía blanco porque siendo un misterio el sexo del bebé, habría dentro de poco un cambio respectivo a la relevación. Los familiares de los padres y de la madre están reunidos también. En la gran tarima pueden observar los invitados a los futuros padres cuando se observen recibiendo el tan esperado regalo. Los invitados están disfrutando la ceremonia que bien está realizada y comprometida a ser compartida con la mayoría.Y Jenny con una de sus sonrisas, se toca la barriga mientras busca por la multitud a sus amigas, que no se observan aún por el lugar y para el colmo, pronto tendrían que revelarse. Hasta que observa la expresión risueña de Alejandra en el momento que se observa pasar por la multitud. Jenny le hace señas con los ojos y
Stephanie también está en el lugar, al lado de Chris que se encontró solo al instante de irse Giovanna, y bromea diciendo que siendo curiosa como siempre, probablemente esté queriendo saber el sexo del bebé así como Alejandra y Maya. —Por cierto, ¿dónde está Maya? No la he visto —pregunta Chris cuando toma un trago—. Ni siquiera cuando llegué.—Ella es la que está preparando la forma en la que se va a revelar el bebé —Stephanie asiente mientras se apresura a dar un trago largo. Cuando baja su vaso, se limpia un poco las comisuras y voltea a ver al hombre que tiene apenas unos minutos de haberse sentado junto a ellos—. ¿O tú la has visto, Max? ¿No sabes dónde está?Hay un silencio ensimismado a quien le hacen esta pregunta. Pero pronto de salir de sus pensamientos se arregla en la silla y se dirige hacia los dos acompañantes.—No, no la he visto tampoco…Esto especialmente iba dirigido hacia él. Hacia un día que le había mandado un mensaje. Ella nunca respondió y sintió la neces
—Es hora. Ya vamos —y sonríe. Giovanna y Alejandra se echan a reír y entonces, las tres juntas y con la emoción de esta linda revelación, se apresuran a ir rumbo al salón. Jenny es la primera que las ve y se muerde los labios, tomando su vientre y emocionada más que nunca. Giovanna le sonre a Chris. Alejandra le envía una mirada a Mauricio. Maya en este momento se paraliza al verlo ahí sentado, con los demás y manteniendo su vista clavada en ella. Hay ciertas cosas que el corazón no puede ocultar y aquello es la felicidad: como a sus ojos se le reflejan el brillo, las pupilas se dilatan y la sonrisa de sus ojos se refleja. Y las cosas que no pueden decir con palabras pero que con una sola mirada se mantiene viviendo en lo que añoran ahora. En cómo se añoran. Maya sólo puede pestañear y desviar la mirada de sus verdes acuarelas. Siempre la hacen perderse de todo el alrededor. Alejandra le da la bengala a Phoenix, y Giovanna a Jenny. Maya llega junto a ellos y sonríen. Los abraza
Jenny tiene que facilitar la llamarada de corriente que le genera ver a Maximiliano despedirse de los presentes mientras Maya, sin notarlo, se da la vuelta para tomar otra dirección. ¡Esto no puede quedarse así!Y toma su vientre.Se apresura hacia la dirección de Maya entre sus tacones y despilfarrando la desesperación del ahora. Su amiga, al verla, la hace desparramar su bebida. Al instante está frunciendo el ceño por la confusión.—¡Jenny!—¡Maya! —vocifera Jenny—. Maya, escúchame m@ldición.Su amiga tiene que perseguirla hacia el pasillo mientras busca aire.—Por Dios. ¿No les has dicho al señor Maximiliano de…?Maya aguanta la respiración. Conoce esa mirada. —No lo hice. No lo he hecho aún. Es que tengo miedo, no sé qué me pasa. Yo tengo miedo de que…—¡Tienes que decírselo! Apresura a decir Jenny. Y la toma de los brazos— ¡Tienes que decírselo, Maya! El señor D´Angelo se va del país. Se va. ¡Él se va, amiga! ¡Se irá!Sus ojos tienen que quedarse en Jenny mientr
La dicha después de ese momento no tuvo punto de comparación. ¿Qué es lo que más recuerda en los meses siguientes de haber decidido formar parte de la vida del hombre que ama y sueña? Infinitudes de cosas. Increíbles, dulces, mágicas, inolvidables, desesperantes y eternas.Horas después de tomar su mano, partieron finalmente los dos juntos a Italia. Fue el punto de comienzo: mientras apenas eran recién sabidos de la noticia de su bebé, decidieron quedarse juntos hasta que los asuntos por resolver que tenía Maximiliano estuvieran en la línea. Las nuevas sucursales le llevaban todo su tiempo y por su parte, recibía las noticias del DeSea al cabo de unos días. Tenía que regresar a Nueva York.Entre besos, acaricias, palabras de confortación y dulzura, se despidió de él. Desesperado por verla marchar sin él, le juró estar dentro de poco junto a ella. No podía verla irse y no estar a su lado. Y mucho más cuando se trataba del estado con el que ahora tendría que lidiar en estos siguient