Maya se apresura a entrar devuelta al tienda de Briggie. Nota enseguida su mesa y quiere continuar pero al instante aparece Jenny, cruzadas de brazos y observarla.Quiere rodearla pasar Jenny se lo ha dicho.—Maya —pronuncia su nombre con fuerza— ¿Qué cosa es la que no me has dicho? Sigues sin decirme nada.—Solamente —Maya busca la manera de no soltarlo. No del todo—, nos estamos conociendo…—Claro.—Es la verdad, te lo diré en cuanto sea el momento pero, quiero saber más de él. Nos estamos conociendo, Jenny.—¿Me dirás quién es?Bueno, considerando que es su jefe tan amado, ni siquiera Maya tiene el tiempo de parpadear.—Te lo diré.Jenny suspira y niega.—Soy tu amiga, no tienes porqué desconfiar de mí…Por supuesto que no puede dudar de Jenny. Su más leal e íntima amiga. Tal vez, a parte de su madre, es la persona que más la conoce. Y sabiendo los dotes astutos de Jenny no pasaría más de un mes para darse cuenta que tiene algo con Maximiliano. Ese aquel que también es su jefe. El
Y ella se detiene.Y no es tanto el nombre que ha pronunciado sino en la manera en cómo lo ha pronunciado. Mirada fruncida, comisuras apretadas y mandíbula tensa. Esta actitud no la comprende y con un poco de apresuramiento le cuestiona:—¿Roy Sidney…?—Conocí muy bien a Roy Sidney—empieza Maximiliano— .Hace ya bastante tiempo de eso pero nuestra relación se vio afectada por el simple hecho de una corrupción —Maximiliano ya se ha cruzado de brazos y tiene un gesto serio—. Una de mis sucursales fue acusada de ser una organización que lavaba dinero y me costó recuperarla. Pero no fue aquí en Estados Unidos sino en Canadá. Sospeché de él porque nunca me dijo que vio algo malo en el hotel. Sí, él era mi socio—confiesa Maximiliano—. O eso fue lo que creí. No asumí denunciarlo porque éramos amigos y no tenía pruebas. Al final se comprobó que era inocente y que en realidad esa sucursal fue víctima de esta corrupción. No pasó nada malo con el hotel y todo se solucionó. El asunto con él tambié
Y cuelga.Va directamente con Maximiliano y Robert, éste último mirándolo con complicidad, pero sin mencionar nada.—Chris pasará buscando por mí —le hace saber.Maximiliano se ríe de algo que dice Robert pero al escucharla, con sus brazos un cruzados, la observa y la hace alejarse un poco más de aquel otro D´Angelo.—¿Por qué? —inclina la cabeza. Un gesto suave.—Jenny me acaba de mandar un mensaje. Dice que es urgente que nos reunamos todos. No lo sé, la note muy ansiosa.—¿Le sucede algo?—Le pregunté y me dijo que no, que eso es lo de menos.—¿Y Chris vendrá a buscarte? Preciosa, me gustaría llevarte yo a ti —susurra.—No, para nada. Tienes que quedarte aquí tú, con Giovanna —ella lo mira y Maximiliano se acerca más a sus labios—. Tienes que estar aquí…—Incluso, yo quiero estar contigo ahora…Él susurra y Maya sonríe, casi cerca de sus labios pero Robert carraspea y ellos se alejan de inmediato, ruborizados. Se han olvidado que él está ahí presente y Maya dirige su mano hacia pa
¡Embarazada!Es lo primero que grita seguido de la señora Hudson, momentos después, en donde la madre de Jenny es quien espabila las manos y cuando su amiga se ha reído por sus reacciones, se tapa la boca con las manos, ella vuelve asentir, ya en ese momento con los ojos llorosos, en una sonrisa que deja a los presentes helados. La inesperada relevación los deja a todos atónitos. A su lado parece también sonreír Phoenix, que entonces la toma por la cintura y la empuja hacia su lado. Los señores Hudson no pueden estar más que conmovidos por lo que quizás ya es un realidad, de lo que le espera tal allegada noticia, inverosímil y tirada tal cual una bomba en ese momento, para todos ellos. La espera se vuelve más alborozada cuando es la señora Hudson la que bota el primer brinco directo hacia su hija.—¡Dios Mío!Y la aprisiona entre sus brazos y el ahora futuro abuelo, el señor Hudson había estado con una mano en sus labios, ojos lagrimeando y conmoción jubilosa. No hay manera en que
Su amiga se tapa la boca. Sus ojos están impresionados. —¿Por qué siento que estás sufriendo en silencio?—No sufro, sólo que —Maya se encoge de hombros—, es complicado…—Querida nena, si es de ese modo sólo tienes una oportunidad para saber si quieres seguir o no. —Quiero hacerlo —asiente Maya—. Quiero porque lo quiero a él. Quiero ir y salir a buscarlo, decirle todo lo que siento. Maximiliano no deja de estar en su mente. Ni en su corazón. Tenía que decir todo aquello para cerciorar aún más lo que siente. Jenny le toma su mano. —Entonces, ve por ello. Maya se siente tan bien hablando ahora sobre esto. Y más aún sobre Jenny. —Gracias; sé que estoy haciendo mal por no contarte aún de quién se trata. No me odies, querida.—Olvida eso, yo sé que seré la primera en saberlo. Sólo te hago tomar tu tiempo —Jenny la tira hacia su cuerpo—. Por lo tanto, quiero que sepas que lo único que deseo es que estés bien, te sientas bien.—¡Yo estoy bien! —expresa Maya una vez cierra s
Maximiliano había extrañado toda esa noche a Maya. No la puede sacar de su mente y siente que es la necesidad de tenerla tan cerca para sentirse bien. ¿Cómo es que ahora la necesita de esa forma? Lo ha embelesado en tantas maneras. En tan poco tiempo. De formas inigualables. Y no es tiempo de ahora. Es desde que la conoció. Había estado pensando en todo lo que Diana le había dicho. Y después de ordenar sus pensamientos. De verla reír. Sentirla. Besarla. Conocerla un poco más. En realidad, Diana tiene razón. Se siente desdichado por haberse mentido a sí mismo. Porque al comprometerse con Diana, la quería. Pero llegó Maya. Y con ella, un camino de nuevos sentimientos que no se comparan, jamás, con lo sentido por Diana. Y no es un maldito infeliz como para compararlas. Cuatro años de noviazgo y meses de compromiso. Diana había sido una mujer importante. La creyó la madre de sus hijos. Pero Diana no quería hijos, y él aunque si lo deseara, nunca la obligó hacerla sentir menos por esa d
Maximiliano se tensa. Observa a su madre, que ya no lo ve sino que se encamina hacia Giovanna. Pero le sonríe una última vez a su hermana y en un momento después las deja sola, saliendo al pasillo.Al salir de inmediato observa a Robert y Stephanie, que conociendo de su mirada fruncida ahora, señalan al pasillo.—Tengo que decirte algo. Robert murmura, entregándole las llaves de su coche. —Descuida, no me tardaré. Espera aquí.—Es urgente, Max.Maximiliano recrea una vez más un ceño fruncido y no le hace gracia la diligencia con la que Robert suelta sus palabras. Sus movimientos vuelven a retomarse y asiente.—De acuerdo, entonces ya vuelvo.Toma su abrigo del asiento, toma aire, y hace hincapié a la destemplanza que se crea justo en cuanto se da la vuelta para ir directo al lugar. Ni siquiera está tan lejos, y sólo tiene que cruzar el corredor para observar la figura de Diana sentada en un balcón. Se coloca su abrigo y cuando ella finalmente lo ha notado, se levanta miránd
Diana bebe el café y Maximiliano se siente derrotado, baja los hombros y suspira. Esta conversación no iría a ningún lado.Diana sonríe.—Qué patética fui —es lo que sisea—. Creí que el hombre que amaba también me amaba a mí. Sin embargo, se enamoró de otra en el camino. ¿No es eso algo por la cual estar furibunda? —Lo es —confirma Maximiliano—. Te doy toda la razón, Diana. Tienes la total razón en sentir rabia por mí. Y comprenderé si terminas odiándome, no hace falta que digas el porqué. Sólo…necesito que entiendas que ya no lo negaré.—Deja de decir estupideces.—¿Entonces porque me lo dijiste? —Maximiliano dice—. Fuiste tú quien dijo que yo estaba enamorado de Maya. Diana lo mira.—Si nos hubiéramos casado nunca imaginaría que yo pudiese amar a otra mujer a excepción de ti —dijo Maximiliano—. Pero dejaste esto así porque era lo correcto. No debías estar con un hombre al que le tenías desconfianza y sentías que estaba sintiendo algo por otra mujer. Incluso si ese hombre e