—Iré por las compras, Martina— le dijo Melina con voz tranquila— la niña está dormida.—Sabe bien que le encanta dormir después de su baño— sonrió la mujer— pierda cuidado, seguro que seguirá durmiendo cuando usted vuelva— Melina tambien sonrió.—Gracias, prometo no demorar. Melina se marchó de casa y Martina aseguró la puerta para luego ir y ocuparse de las cosas de la bebé. Ana estaba fuera alejada de la entrada del edificio, en su eterna tarea de vigilar a Melina, sonrió cuando la vió salir al volante de su hermoso auto color gris, ella no se percató de su presencia y Ana sonrió.—Es hora, Ana— escuchó que alguien le decía desde el asiento del copiloto.— ella no está, he facilitado tu trabajo.—Si, es hora— respondió asintiendo y disponiedose para bajar del auto.Martina estaba sumergida en sus responsabilidades organizando la ropita de la bebé cuando escuchó que tibraban en la puerta. Martina se giró observando a la pequeña dormir tranquilamente, el timbre retumbó nuevamente en e
Habían transcurrido ya más de veinticuatro horas y Melina no había tenido noticias de su hija, estaba perdiendo la cordura de a poco, y sentía que estaba llegado al límite, por otra parte, Ana estaba disfrutando imaginarse a Melina al borde de la locura, mientras la pequeña descansaba tranquilamente en la cama junto a ella. Así que tomó el telefono desechable que había comprado y colocó un pañuelo en él para realizar la llamada.En cuánto el telefono comenzó a timbrar Melina lo tomó con desesperación.—Hola...—Si quieres volver a ver a tu hija, espero que esta llamada no esté siedo rastreada, no quiero policias, ni terceros— el corazón de Melina se detuvo sintiendo un miedo paralizante. —No... nadie más está escuchando— respondió angustiada, mientras se metía al cuarto de baño evitando así que Samuel o Ámbar pudiesen escuchar la conversación. No habia podido quedarse en su departamento ya que estaban recolectando pistas de alli, ademas se creia incapaz de quedarse allí sabiendo que
Ámbar salio del auto despues de unos minutos, estaba bastante lejos aí que debía hacer una pequeña caminata hasta llegar a la casa donde Melina había entrado. Caminó apresuradamente, no quería llamar a la puerta porque no sabía a qué atenerse, no tenia ni idea de con que se iba a encontrar, si los secuestradores habían contactado con Melina para un encuentro furtivo, seguramente entrar allí era algo peligroso, así que tomó la decision de rodear la casa, agachada, buscando pasar desapercibida, escuchaba voces femeninas pero no alcanzaba a distinguir bien de qué hablaban. Se percató de que había una puerta en la parte trasera de la vivienda, tomó la perilla e intentó girarlo pero la puerta no cedió, estaba cerrada.¡Rayos!Contuvo un gemido de frustración. Agudizó el oido, había una ventana y se dió cuenta de que estaba abierta, elevó los ojos al cielo agradeciendo, abrió con cuidado el cristal, logró ver dentro de la casa en lo que parecía ser la sala, sus ojos se abrieron enormes al
Samuel había llegado a casa, después de ir rápidamente a la oficina y encargarse de firmar algunos documentos, necesitaba estar con Ámbar, también con Melina mientras obtenían alguna información sobre su pequeña hermana. Se sorprendió cuando encontró la casa vacía, ¿A dónde habían ido?—¡ÁMBAR... MELINA!— gritó— ¡YA LLEGUÉ!— pero no obtuvo respuesta. Instintivamente se preocupó, ¿sería posible que hubiese venido la policia?Su celular timbró anunciando que tenía un mensaje, al abrir se encontró con unos mesajes de Ámbar, una ubicación y tras leer el extraño texto abrió el video... sus ojos se llenaron de lágrimas ante lo que estaba viendo. Su madre... su madre había enloquecido, ella tenía a la niña, ella tenía a Melina y ahora también tenía a Ámbar, ó no la tenía pero Ámbar intentaría ayudarlas.Rápidamente llamó al detective a cargo del caso, le reenvió los mensajes y el video que había recibido de Ámbar, entonces el detective le dijo que iba de camio a la dirección.—Yo también voy
Ana cerró la puerta tras de si, con una enorme sonrisa iluminando su rostro sintiédose satisfecha de haber cumplido con su cometido, recordó las llamas que parecían cobrar vida co los minutos, las fauces del fuego abriéndose para consumirlo todo. Mientras Ámbar quedaba inconciente en el piso, la pequeña niña lloraba con angustia y Melina gritaba aterrorizada por ayuda. En cuánto cerró la puerta, cerró los ojos.—Gracias dios por permitirme llevar a cabo mi misión..—Lo has hecho bien, Ana— escuchó la voz unto a ella— estoy orgulloso de ti, no me has decepcionado. Después de aquello corrió a su auto, debía marcharse de allí, aunque no habían vecinos cercanos, no podía correr riesgos, en cuánto abrió la puerta del vehiculo escuchó un grito que la paralizó.—¡MANOS ARRIBA, ANA THOMPSON!— la respiración de Ana se detuvo— ¡NO SE MUEVA!— maldijo cuando se giró y se encontró con seis hombres, seis oficiales de policia que corrían hacia ella empuñando sus armas, apuntandola directamente, p
Ana sintió como si le hubiesen abofeteado, el desden en el rostro de su hijo le dolió tanto o más que cualquier golpe fisico, por primera vez sintió que todo lo que había hecho, había sido un error, no se creía capaz de lidiar con el desprecio de su hijo, él era lo que más amaba en el mundo, claro, después de dios, su hijo era todo lo que amaba. —Soy tu madre— le dijo con dolor caminando hacia las rejas, se sostuvo fuertemente de ellas como si quisiera arrancarlas para poder tocar a su hijo, pero Samuel dio un paso atrás, manteniendo la distancia de ella, eso fue como una daga directa a su corazón.— ¡soy lo único que tienes, solo me tienes a mi en este mundo Samuel, yo te di la vida, yo soy tu madre!—No eres mi madre— dijo con rabia— no te reconozco, no sé quien eres, no sé si realmente siempre has sido un mounstruo despiadado o en qué momento te covertiste en ésto— la señaló con las manos, sus ojos se llenaron de lágrimas— ¡Me arrebataste a mi padre, no eres más que una asesina sin
Para Ana fue una noche larga, muy larga, quizás la más larga que había tenido en toda su vida, pasado el medio dia del siguiente día, un policia se acercó a su celda, golpeó los barrotes. —Arriba señora, le trasladaremos al centro penitenciario para mujeres. —¿Cómo se atreven?— preguntó indignada— piensan meterme en ese lugar lleno de mujeres pecadoras y promiscuas. —Si tiene alguna queja puede colocarselas al juez. Ahora, de pie, saque las manos que le pondré las esposas. Ana no podía creerlo, esperaba que dios la librara de aquella situación pero era obvio que no sería así.El trayecto fue triste y silencioso, se sentía abrumada por aquello, estar en una prisión nunca había estado en sus planes de futuro. La fachada del lugar era increiblemente deprimente, con tonalidades grises y blancas... La ingresaron como un vulgar reo, le entregaron un uniforme y le dieron la oportunidad de cambiarse, le quitaron sus prendas. —Necesito mi camandula — dijo cuando vio como colocaban todas su
La noticia llegó a Samuel, dejándolo en un completo estado de shock, su mare... su madre estaa muerta... y aunque él mismo le había asegurado a Ana que su madre estaba muerta para él, tener la certeza de que ahora realmente lo estaba le proporcionaba un vacio en el estómago y en el corazón. —¿Sigue allí, señor Thompson? —Si... si, aquí estoy— dijo con voz apenas audible, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas— su cuerpo ha sido encontrado esta mañana aún no sabemos si se ahorcó ó si fue una riña entre las reas, ya que se niegan a hablar. Puede venir por el cuerpo cuándo usted lo desee. —Gra... gracias...— dijo y cortó la comunicación, se dejó caer sobre el sofá con la vista en la nada, tenía deseos de gritar, de llorar, sentía como se desmoronaba por dentro pero no podía exteriorizarlo. —¡CARIÑO, YA LLEGUÉ!— gritó Ámbar al cruzar el umbral de la puerta— me fue increíble, los postres de nuestra boda serán fantas...— Samuel giró el rostro hacia ella y Ámbar dejó caer las bolsas