Capítulo12
De repente, Marina dejó de resistirse, como si hubiera aceptado tristemente su destino.

Tomás, al verla tan sumisa, mordió su delicada clavícula. El efecto de este potente medicamento fue muy rápido. Justo cuando él comenzaba a relajar un poco su agarre sobre ella, Marina con sagacidad sacó con rapidez un pequeño cuchillo afilado del bolsillo de sus pantalones.

Con precisión y sin vacilación alguna, se cortó el brazo para mantenerse consciente. Los espectadores, algunos de ellos con nervios tan débiles, gritaron asustados.

—¡Ah! ¡Se está suicidando!

Marina presionó con fuerza el cuchillo contra el cuello de Tomás. Ella se pasó la lengua por los labios y dijo con voz ronca:

—Señor Zamora, ¿qué tal si morimos juntos y nos divertimos en el más allá?

Tomás, un cobarde en este momento, estaba asustado por completo hasta orinarse. Si hubiera sabido que esta mujer podría estar tan desesperada incluso bajo la influencia de las drogas, la habría mejor atado primero.

—Baja en este momento el cu
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