—Según el testamento del señor Eduardo, así quedará repartido su patrimonio.Mauricio aclaró un poco la garganta y comenzó a leer en voz alta.—El cinco por ciento de las acciones del Grupo Cabello será heredado por su esposa, Luna. El treinta por ciento por su hija, Marina. El cinco por ciento por Matías, y el resto de los bienes se dividirá entre Luna y Marina.Al escuchar cómo quedaba la distribución, Luna no pudo evitar mostrar una leve sorpresa en su rostro, pero se quedó en absoluto silencio. Matías, por su parte, simplemente aceptó.Marina, un poco más sorprendida que los demás, no podía creer en ese momento que su padre le hubiera dejado tantas acciones.Cuando Mauricio terminó de leer el testamento, levantó al instante la mirada y observó a todos los presentes.—Este es el testamento del señor Eduardo. Si no hay objeción alguna, podemos proceder con los trámites correspondiente de herencia.Luna aceptó con una pequeña sonrisa, aunque algo contenida.—No tengo problema alguno.
Martina estaba en medio de un permanente. No tenía mucho tiempo, pero Matías rara vez la llamaba para preguntarle si estaba libre, así que pensó al instante en agradarlo, quizás para hacerlo feliz.Ella respondió con rapidez:—Sí, estoy libre.No pudo en ese momento evitar emocionarse, pensando que tal vez Matías quería invitarla a comer.Martina no pudo esconder su alegría.En ese preciso momento, Matías, al otro lado del celular, le dijo:—Si tienes un rato libre, ¿me podrías hacer un favor? Hoy Luna no está muy bien, me gustaría que fueras a su casa a hacerle compañía y hablar un rato con ella.De repente, Martina dejó de sonreír y se sintió un poco decepcionada, pensando: Ah, claro, entonces es por Luna...Apresurada, con un tono preocupado, le respondió:—¿Qué pasó? Voy para allá de inmediato.Matías, con voz dulce, le agradeció:—Muchas gracias, Luna está mal por Marina, no está de ánimo. Necesita que alguien en este momento la acompañe.Martina sintió un poco de incomodidad por
—Mamá, ¿sabías? ¡Marina es súper tonta! Renunció a todos los derechos de herencia de la familia Cabello.Martina, al regresar, no pudo evitar contarle a Ana, llena de emoción.Ana, sorprendida, pero sonriendo, respondió:—¡Eso está muy bien genial! Ahora solo tenemos que ver cómo hacemos para que Luna le ceda todo a ti y a Matías. Mientras sigan sin llevarse bien, no tenemos que hacer nada al respecto. Aunque estaba contenta, Ana se preocupaba de que su hija pudiera ser imprudente y echar todo a perder. Le dio un consejo serio:—Solo ve a acompañar a Luna cuando puedas, pero no te metas en más cosas.Martina aceptó con una amplia sonrisa y le prometió:—Lo entiendo, mamá.Decidió que, siempre que tuviera tiempo, iría a ver a Luna.Marina había renunciado a los derechos de herencia, y eso alegró muchísimo a Martina, pero Nerea, por su parte, se preocupaba.Cuando Nerea llegó y escuchó lo que su hija había dicho sobre la renuncia de Marina, suspiró con nostalgia y solo pudo pedirle que p
Marina entró al baño con su bata, la dejó en su lugar y se desnudó.La luz suave del baño iluminó su cuerpo, resaltando sus esbeltas curvas con delicadeza.Se dio una ducha rápida, girando el cuello para aliviar un poco la tensión. El dolor la dejó agotada.Se metió en la bañera y se sumergió de inmediato en el agua tibia, disfrutando de la temperatura que la hacía sentir más relajada.Marina levantó cariñosa la vista y miró a Diego mientras se duchaba.Lo miraba de forma abierta, sin disimulo.Diego se dio una ducha rápida, tomó enseguida una botella de aceite para masajes y se metió en la bañera. Su figura esbelta y alta, con piernas largas, hizo al instante que el baño, que normalmente se sentía amplio, de repente pareciera pequeño.—Marina, da la vuelta, déjame masajearte los hombros.Marina al instante obedeció, se dio vuelta y se recostó sobre el borde de la bañera, de espaldas a Diego.Diego colocó cuidadoso sus manos sobre sus hombros, presionando suavemente con las yemas de lo
Al día siguiente, Marina llegó a la oficina. Fernando caminaba pensativo a su lado y, en voz baja, le comentó:—Sobre la agencia Nexora Solutions, la policía ya investigó todo. Pero el encargado de la agencia no mencionó a nadie de la familia Zárate ni a Félix.El responsable de Nexora era un compañero de universidad de Félix.Marina no mostró sorpresa alguna al escuchar la noticia.Al salir del ascensor, entraron en la oficina.Marina tomó de inmediato los documentos que Fernando le pasó y los leyó con calma.—Manda a alguien a traer al exasistente de compras. ¿Y Emiliano?Ricardo cauteloso, que estaba cerca, respondió rápido:—Emiliano ya confesó todo sobre Félix. Fue muy astuto, grabó la conversación con él.Marina lo elogió, mostrando una ligera satisfacción.Puso los documentos sobre la mesa y sonrió levemente.—Que todo el equipo de abogados se ponga en marcha, que preparen en este momento la demanda contra los involucrados. Los de relaciones públicas también pueden empezar a tra
Se levantó asustado de un salto, agarró el celular y empezó a llamar a las personas necesarias para asegurarse de no verse involucrado en el escándalo de Félix.Esa misma tarde, justo al cierre de la bolsa, las acciones del Grupo Yulia, que habían estado cayendo día a día sin parar, de repente se dispararon y alcanzaron el límite máximo de subida.A las 5:30 p.m., el sitio web del Grupo Yulia publicó un inesperado comunicado anunciando avances importantes en su proyecto de colaboración con el Grupo Horizante sobre la nube.Esto quería decir que, al día siguiente, las acciones del Grupo Yulia seguramente seguirían subiendo con fuerza.Cuando Ramón vio la noticia de la recuperación del Grupo Yulia, pensó furioso en las acciones que había vendido y sintió cómo la frustración lo golpeaba de lleno. Casi se desmaya del coraje.Miró a Noelia y le preguntó:—¿Félix es el cuñado de Mateo?Noelia afirmó seria:—Sí.Ramón no era ningún tonto. Tras pensarlo por un momento, se dio cuenta de que to
Esa noche, cuando Marina llegó a casa después del trabajo, Diego le contó lo que había pasado con Victor y Yolanda.—No sé bien en realidad qué pasó. Víctor ha estado tratando de manejar todo, pero hace un par de días llevaron a su mamá de emergencia al hospital. Los médicos ya dijeron que está en estado muy grave.La expresión de Marina cambió de forma drástica; su rostro reflejaba seriedad.—¿Crees que Yolanda tenga algo que ver con lo de la mamá de Victor? ¿Hubo acaso, algún problema entre ellas?Diego afirmó, aunque con calma.—Parece que sí, pero no sabremos con certeza hasta que Yolanda nos llame.Aunque la situación preocupaba demasiado a Marina, sabía que no podía hacer nada más que esperar a que Yolanda la contactara.Se fue directo a ducharse, mientras pensaba que, al menos en la empresa, las cosas comenzaban a avanzar según todo lo planeado. Esa noche, por fin tendría un poco de tiempo para poner al día otro tipo de asuntos.Después de bañarse, se dirigió a su oficina y llam
Marina se detuvo por un momento y levantó curioso la vista hacia las escaleras empinadas. Sacó un pañuelo del bolsillo y se limpió cansado el sudor de la frente.Diego abrió una botella de agua, tomó un sorbo y luego se la pasó a Marina.—Nunca había venido aquí —comentó Diego, mirando extasiado hacia la cima.Ambos bebieron un poco de agua y, después de un breve descanso, retomaron entusiastas el ascenso. Finalmente, llegaron a la cima.Frente a ellos se alzaba la antigua iglesia, imponente y cargada con la historia de cientos de años. Al entrar, Marina y Diego se inclinaron con fervor en oración, profundamente concentrados. Sus corazones solo pedían una cosa: que su hija estuviera a salvo....Al salir de la iglesia, comenzaron a bajar precavidos la montaña para regresar. El sol empezaba a descender poco a poco en el horizonte cuando Diego recibió una inesperada llamada de Daniel.—Jefe, encontramos al hombre en Monteluz.Diego apretó el volante con fuerza, sus ojos reflejaban una co