Camilo, con una expresión impasible, miró su reloj y, disculpándose, se dirigió a Diego.—Tengo que ir a recoger a mi prometida, así que me retiro.Su visita se había limitado a entregar el pen drive.—¿Quién es ese tal Nicolás? —Una vez que Camilo se marchó, Marina tomó el pen drive de la mesa, intrigada.—Es mi archienemigo, un verdadero lunático. ¿Conoces a la familia Zárate de Estelaria? —respondió Diego, reflexionando.Mientras tanto, Camilo subió a su auto con el rostro serio; una sombra oscura cruzó su mirada. Para evitar que Diego sospechara de su conexión con Nicolás, la única estrategia era hacerse pasar por un comprador del video.—Llévame al estudio de grabación de ‘La Voz de Mi Vida’ —ordenó Camilo.Dijo que iba a recoger a Yadira, así que tuvo que cumplir. De lo contrario, levantaría sospechas.Diego y Marina regresaron a su suite, conectaron el pen drive a la computadora y abrieron el video.Tras verlo, Marina quedó en silencio; la mujer de cabello corto que entró al cal
Colgó la llamada y Marina se entregó al masaje que le proporcionaba Diego. Entrecerró los ojos, dejando escapar un suspiro de placer. Diego, con una mirada intensa, se inclinó hacia ella, fijando su atención en sus ojos. Su rostro había recuperado un ligero rubor.—Marina, ¿puedes pagarme primero por el masaje? —preguntó, con una sonrisa pícara.Aunque Marina no quería reír, una risa suave se escapó de sus labios.—¿Qué te hace pues tanta gracia? —replicó Diego, alzando una ceja, un brillo travieso iluminando su mirada.La cercanía entre ambos generaba un ambiente cargado de intimidad, donde sus alientos se entrelazaban sutilmente. Finalmente, Diego se sentó erguido, consciente de que, si continuaba coqueteando, él podría ser el más afectado. Marina, con una intención deliberada, extendió un dedo y acarició suavemente su cuello....Mientras tanto, en Mansiones La Felicidad, Leticia, tras conversar con Luis, decidió llamar a Julio.—Julio, me duele mucho el estómago. ¿Qué hago? ¿L
—¿Quieres casarte con Diego o simplemente que los Herrera reconozcan a este niño? —preguntó Julio, planteando una cuestión crucial. La segunda opción parecía ofrecer una leve esperanza, pero la primera era un camino complicado.—Simplemente lo amo —respondió Leticia, visiblemente confundida—. Julio, ¿a qué te refieres exactamente?Julio, con su experiencia en el amor y habiendo conocido a muchas mujeres, sabía que algunas decían amar a Diego, pero sin su dinero, ese amor probablemente no existiría. Leticia, como heredera de la familia Santamaría, no carecía de recursos. Sin embargo, si buscaba el amor de Diego, eso sería un reto monumental. No quería desanimarla, así que continuó con cautela.—Si decides tener al niño en silencio, crecerá sin padre, y tú lo criarás sola. La familia Santamaría puede hacerse cargo; hablaré con tus padres.—Por otro lado, si deseas que la familia Herrera acepte al niño, ten en cuenta que Diego puede no casarse contigo —añadió con calma. Era ingenuo pen
Al despertar temprano, Marina escuchó una noticia alarmante: ¡Diego quería llevarla al médico!—¡No voy! ¡No me gusta nadita tomar medicamentos! —protestó, abrazando una almohada mientras se acomodaba en el sofá.Vestía un pijama de seda en un tono natural que acentuaba su figura esbelta y curvilínea, y no tenía intención de cambiarse.—¡Tómate la medicina y luego disfruta de algún postre! —exclamó Diego, sorprendido por su actitud infantil.—No quiero. Solo con oler esos jarabes me desagradan —replicó Marina—. ¿Acaso crees que soy una niña de tres años para que me engañes así?Diego, con su mirada profunda y oscura, la observó fijamente.Generalmente, él solía complacérla, pero esta vez, al insistir en llevarla al médico, mostró un lado autoritario poco habitual. No iba a consentirla. Extendió su brazo y la guió para que se cambiara.Marina, reacia, se mostró poco cooperativa, pero él le puso la ropa rápidamente. Las discusiones entre parejas solían surgir en momentos como este.Mari
Yolanda se llevó una uva a la boca, hizo una mueca y se encogió de hombros, intentando aparentar despreocupación.—Mis padres me están presionando para que regrese a Estelaria y tenga hijos. Solo les interesa la herencia de los Herrera.Mientras hablaba, Yolanda no pudo contenerse más y estalló por completo en llanto en los brazos de Marina.—¿Por qué tengo que tener unos padres así?Marina, sorprendida por la situación, la abrazó con ternura para consolarla.—No les hagas caso. Quédate en Marbesol.—No tengo intención de regresar, pero esto me afecta profundamente —respondió con tristeza Yolanda, consciente de que sus padres tenían una obsesión insana por el dinero.—Vamos, cambiémonos. Te sacaré a distraerte. Ponte algo cómodo —sugirió Marina, aunque aún se sentía algo mal por su período. Sabía que podría aguantar mientras no hicieran nada demasiado intenso e indebido.Ambas se cambiaron y salieron. Marina la condujo a un salón de videojuegos. Yolanda nunca había estado en uno, y el
Era ya medianoche, y un profundo silencio envolvía por completo toda la casa. Sin embargo, el dormitorio principal brillaba intensamente iluminado. Camilo, conteniendo el impulso de empujarla de la cama, frunció el ceño.—Bájate de inmediato —ordenó, con un tono que destilaba enojo.—No.Yadira había esperado a que Camilo se durmiera para quitarse el camisón y subirse cautelosa sobre él.—Déjame intentarlo. Si realmente esto no funciona, iremos al hospital. Estoy segura de que hay solución.Ambos forcejeaban, sin que ninguno cediera.Camilo sentía cómo el dolor de cabeza comenzaba a intensificarse cada vez más. Era un hombre completamente normal, no padecía realmente de impotencia, pero el roce persistente de Yadira lo hacía difícil de soportar. Intentaba mantener el control, pero su cuerpo ya había respondido.Al ver que Yadira casi lograba lo que quería, la sujetó con fuerza y la volteó, inmovilizándola contra la cama. Sus ojos se clavaron en el rostro de Yadira, y con voz firme le
[Yadira, Marina ha vuelto a la comisaría. Esta vez está implicada en el asesinato de una mujer llamada Teresa.]Al leer el mensaje, Yadira abrió los ojos con sorpresa y dejó escapar una risa despreocupada.Natalia, al escuchar de repente la risa de Yadira, se mostró desconcertada.—¿Por qué ríes de repente? —preguntó, intrigada.Yadira de inmediato contuvo la risa y se secó las lágrimas que le habían brotado.—Me río porque hay personas que, por naturaleza, están destinadas a vivir en la miseria —respondió con una expresión bastante sombría.—Natalia, ¿no crees que a la gente le fascina enterarse de los escándalos de las exesposas de los magnates? —añadió luego, con un tono más apagado.—Supongo que sí, a mí también me gusta.—Nosotros podemos ofrecerles chismes a los medios, sin costo alguno —afirmó Yadira, con determinación.—¿De quiénes son los chismes? —preguntó Natalia, frunciendo el ceño.—De Marina.—Ella tiene sus respaldos; ¿por qué seguir atacándola? Ya eres la esposa de Cami
No regresaron al Hotel Regal ni al Residencial El Paraíso, sino a su hogar: una elegante villa de estilo europeo.Marina bajó del auto y, al contemplar la imponente puerta frente a ella, comprendió que el "regreso a casa" del que hablaba Diego se refería a su verdadero y reconfortable refugio.La última vez habían hecho una lista de lo necesario para amueblar, pero por diversas razones no habían podido ir a comprarlo.Nunca imaginó que Diego la sorprendería de esta linda forma.Tomando la mano de Marina, Diego entró en la casa y le dijo:—Todo lo hemos adquirido según tus indicaciones, aunque aún falta una cosa.—¿Qué es lo que falta? —preguntó Marina, algo intrigada.—Una cuna para nuestro futuro bebé —respondió Diego, con una expresión seria y una dulzura palpable en su rostro.El rostro de Marina se tiñó de un profundo rubor....La noticia sobre una exesposa de magnate implicada en dos asesinatos estalló a primera hora de la mañana.La gente estaba ansiosa por descubrir quién era e