Henry la quería, él quería a Katherine de regreso, no quería que Katherine estuviera con ese Jackson ni mucho menos con su hermano. No podía dejar de pensar tampoco ¿En qué momento ellos se habían acercado así? Katherine jamás había dado indicios y John tampoco, tan solo un día él los había descubierto hablando como hermana y hermano, pero nada más, ¿Por cuánto tiempo ellos se habían burlado de él? Tampoco lo sabía, pero quería separarlos, hacer a su hermano sufrir tanto como para desear morir, y ella, su Katherine, tomarla para sí mismo y encerrarla dentro de una caja fuerte en donde no pudiera volver a engañarlo, en donde no pudiera volver a traicionarlo. —Son las 8 de la mañana ¿y ya estas bebiendo? En verdad eres patético. — decía Emily mientras levantaba aquellas botellas vacías. —Quiero dormir, déjame en paz, no quiero verte. — respondió Henry a su ex prometida esperando que se marchara y no tener que lidiar con ella; había olvidado por completo cambiar las cerraduras como hab
El sonido del te sirviéndose, rompía el silencio que reinaba en aquel comedor. Emily Gibson miraba sentado al otro extremo, a aquel hermano menor que siempre, desde el mismo día en que había nacido, se había convertido en el hijo predilecto de su madre, y a quien ella deseaba ver en la cima del mundo en lugar a de ella. Su decisión, estaba tomada, y aun cuando aquella era completamente irracional, los celos, la envidia y la tristeza la estaban consumiendo. Ella no podía permitir dejar ningún cabo suelto para que fuese posible una reconciliación entre Katherine Holmes y Henry Bennett. Henry, era todo lo único que siempre había deseado tener para ella misma, y aun cuando la posibilidad de que el lograra amarla, el amarrarlo dentro de un matrimonio era la única opción para salir adelante…y necesitaba de su madre para asegurarlo. Si una cosa es segura, Emily admitió para sí misma, era que su madre era perfectamente capaz de lograr todo objetivo que se ponía adelante, así que, si ella
—Después de la escuela, será el momento. — Gabriel le decía a Emma, mientras se acomodaban los zapatitos. Aquel, era su primer día en el colegio. Emma asintió. —Si, podremos ver a papito, el estará en la alberca del último piso. — respondió Emma. Los pequeños, esperaban ansiosos el momento en que volverían a ver a aquel hombre que estaban seguros, era su padre…y esta vez, planearon, nadie iba a impedírselos. —¡El desayuno está listo! — grito Katherine llamando a sus gemelos. Inmediatamente después, una serie de murmullos y refunfuños infantiles se dejaron escuchar en la planta alta de aquella casa, junto a pasitos apresurados que seguramente buscaban el resto de sus cosas. Katherine reía de aquello y esperaba que pronto los pequeños bajaran a desayunar. A veces, a la rubia le parecía realmente increíble pensar en la realidad que estaba viviendo. Se había convertido en una diseñadora y empresaria exitosa, tenía a dos maravillosos hijos que complementaban todo su mundo y todo
Emily, miraba a aquel hombre, Jackson Williams, en aquel popular y concurrido restaurante. Mirando su celular, no le sorprendía que su madre le estuviese avisando sobre algunas divisiones en la familia Bennett; Antonella, la madre de Henry, le había contado a Amelia sobre la discusión que la visita de John Bennett desató en la familia, y sin dejar de mirar a Jackson, admitió para si misma que John había sido un daño colateral; en realidad, ni ella ni nadie esperaban que el hermano pequeño de Henry entrará a defender a aquella miserable mujer, cuando había hecho lo imposible para atrapar a Katherine para hacerla ver culpable, sin embargo, el hecho de estar siempre al pendiente de ella, lo condeno al ser exiliado de su propia familia, y al final, el drama había resultado mucho mejor de lo planeado. Volviendo su vista a Jackson Williams, el hijo del actual duque de Edimburgo, a Emily le parecía curioso verlo en la ciudad al mismo tiempo que Katherine, ¿Ella acaso había saltado de los b
La noche había caído sobre New York, y los pequeños Gabriel y Emma, tomaban las llaves con sumo cuidado para no hacer ningún ruido, y con la misma precaución abrían la puerta de la entrada principal. Estaban decididos, durante el día, la escuela, su nana, los sirvientes o su madre, los mantenían bajo constante vigilancia, y solo la noche les daría la libertad para realizar su objetivo. —Es hora, vamos, dejaremos un mensaje a papito en la piscina, y le diremos que nos busque en nuestra casa. — dijo Gabriel mostrando a su hermana un par de marcadores. Emma asintió. — Si, pronto mamita y papito van a estar juntos. — respondió la pequeña con ilusión. Logrando abrir exitosamente la puerta de entrada sin hacer ruido, los gemelos salieron con paso apresurado hacia los elevadores, y apoyándose en Gabriel, Emma había logrado alcanzar el tablero para presionar el botón que los llevaría al último piso, en donde se hallaba la piscina. En la piscina, Henry Bennett daba un clavado para aden
Aquella tarde, Katherine Holmes firmaba algunos documentos en su oficina. Todos se habían marchado hacia una media hora atrás, quedando solo tres empleados en la tienda para atender a los clientes. Tal y como lo esperaba, las tiendas Divane estaban en su punto más álgido, y ya se estaban acomodando a la altura de marcas de renombre como lo era Chanel. En New York, todo está resultando en un rotundo éxito, y más pronto que tarde, su venganza habría concluido, y ella estaría junto a sus hijos de regreso en Londres…tal y como lo había planeado. Terminados sus deberes, la hermosa rubia salía de su oficina para pasar a comprarse algo para cenar, y de allí, iría a casa…no había tenido la oportunidad de celebrar su cumpleaños junto a sus gemelos, y lo estaba echando de menos; quizás, el fin de semana podrían pasarlo viendo películas, y, ¿Porque no?, quizás invitar a Jackson a pasar el tiempo con ellos, después de todo, se hallaría casi completamente sola en aquella enorme ciudad, si no fue
Aquel día, John había decidido visitar a Katherine con una propuesta. Todas las miradas se amontaban para verla pasar en aquellos blancos pasillos. Dependientas, costureras, y personal diverso, no despegaban la vista de aquella hermosa mujer de cabellos rubios, que siempre lucia elegante y recta. Sus ojos eran simplemente impresionantes; agresivos en extremo, y seductores al borde del infarto. Su cuerpo era hermoso; no se notaba que era la madre de dos pequeños, hacia soñar a los hombres, y quizás, a algunas mujeres también. John observaba como era prácticamente inevitable que la mayoría de las personas en ese lugar, mirasen con tanta atención cada enérgico paso que daba Katherine Holmes. No era difícil darse cuenta de que Katherine era una mujer hermosa, realmente lo era, sin embargo, le parecía interesante notar la admiración que la mayoría de esas personas parecían sentir por ella, y es que, francamente, Katherine había demostrado ser una mujer realmente impresionante. Había vivi
El pastel de cumpleaños estaba tirado sobre el suelo, y el rostro de Henry Bennett, estaba completamente rojo por la ira. Sus puños estaban apretados, tan enrojecidos como su cara, mientras miraba con un gran desprecio a Katherine Holmes, que incrédula, y con lágrimas en los ojos, miraba a su esposo, el único hombre al que ella se había entregado y al único al que había amado, mientras el parecía contener la furia que estaba sintiendo.— ¿Me quieres decir que significa esto? — cuestionó Henry arrojando sobre su esposa aquellas fotografías que le habían sido entregadas por Emily Gibson, su ex prometida, apenas unos momentos antes.Katherine tomó una de aquellas imágenes, en donde pudo verse a ella misma completamente desnuda y entre los brazos de un hombre al que ella jamás antes había visto. Derramando las lágrimas que ya no pudo contener, la hermosa mujer de cabellos rubios y ojos verdes, apenas podía creer que alguien tuviese la maldad de crear imágenes tan terriblemente falsas y cr