Ailan. Al salir del hotel para conseguir un taxi, o un Uber, que me llevara al hospital a ver cómo se encontraba Hanna, fue recuperar mi teléfono, que, junto con mi sentido común, se habían quedado dentro de la suite reservada. No me sorprendió, ver miles de llamadas de mi hermano, conociéndolo su enfermiza necesidad de protección y control de las personas que quiere, estaría fuera de sí, pero decidí dejarlo, para el último momento. Lo primero, era lo primero, saldar mis cuentas de forma definitiva para romper toda relación con cierto Gladiator, que no era lo que yo pensaba. - “Necesito que me envíes un Uber al hotel, además de que ingreses en la tarjeta quinientas mil libras.”- le dije a Christine, mi asistente. - “Uber no te hace falta. Imaginé, cómo te conozco, que querrías huir del hotel a primera hora de la mañana, así que mandé a uno de tus escoltas que dejara tu coche en los aparcamientos privados del hotel, la llave la tienes en la recepción…”- tuve que interrumpirla, a
Ailan. En sonido de mi móvil, mientras conducía en dirección al hospital, me hizo volver a la realidad. No tenía que preguntarme quién era, sabía perfectamente quién. A estas horas insistía en llamarme, es la misma persona que solo llevaba toda la noche intentando localizarme para saber de mí, y probablemente de la mujer a la que yo iba a visitar. - “Estoy bien Arturo, deja de insistir, ¡por Dios.! Y ella, también.”- dije nada más descolgar el teléfono, usando el manos libres del coche. - “Soy yo, señorita Miller, su hermano se encuentra ahora durmiendo, anoche se pasó con los tragos, tras que la policía desalojara el local, y su hermano me ordenara que lo cerraran definitivamente, sus amigos y yo lo trajimos a la mansión, y ahora se encuentra durmiendo en su habitación, pero conociéndolo desde que se despierte, lo primero que hará es preguntar por usted y por …”- no lo dejé acabar, terminé yo la frase por él. - “Y por Hanna Müller. ¿Verdad?”- le dije. - “Si exacto, si usted me p
Ailan. - “¿Arturo?”- la pregunta de Hanna me hizo regresar de mis pensamientos, soltando una carcajada. - “Es verdad, que tú no sabes qué yo lo llamo así. Roy William Miller, alias rey Arturo, el creador de la mesa redonda, y de las ordenes ineludibles, el rey de su reino.”- dije sin parar de reír, para que ella, al oir mi explicación, me siquiera, me alegré de que después de lo que había pasado, aún pudiera reírse. - “Entiendo, pero ayer, … tu hermano… ¿qué pasó?”- me preguntó dejando de reír. - “La verdad es que no sé lo que pasó, al principio, yo me encontraba dándole una lección a, muy pronto, mi exmarido, eso es una lamentable historia, que ahora no quiero contar, pero cuando salí de la habitación, te vi cayéndote al suelo, mientras te deslizabas por la pared, pude agarrarte a tiempo. Mientras, mi hermano, entró en la habitación con el gilipollas que te había agredido, y conociéndolo, me imagino, que, de ese malnacido, no hubiera quedado mucho, si no llego avisar a Lean y Gav
Narrador. Mientras Hanna y Ailan hablaban en una de las habitaciones VIP del hospital, en una de las habitaciones de traumatología, un enfadado Walter Patel, rumiaba su venganza. Desde esa noche, que fue ingresado, ya lo habían visto varios policías, diciéndole que no iban a presentar cargos contra su esposa, porque lo había hecho en defensa propia. - “¿Defensa propia?, ¿Es qué no han visto como me ha dejado?”- les dijo incrédulo. Pero por las expresiones de los policías, supo que pensaban que se lo había merecido. El teléfono no había dejado de sonar, sabía que era su madre, desde anoche, no hacía más que mandarle mensajes, para que, desde que llegara de su viaje, se reuniera con ella primero, antes de ver a su esposa. Decidió mandarle un mensaje de vuelta, la verdad es que no deseaba ver a su madre, era otro de sus principales problemas, nunca había podido con ella, y su nivel de exigencia a veces o casi siempre lo agobiaban, así que decidió mandarle un mensaje para que estuvier
Finlay. Durante este estos tres días, después de que mi diosa, me hubiera dejado claro a quien era mi dueña, me dediqué a prepararlo todo para la larga temporada que me iba pasar en Londres, ya que sabía que esa escurridiza mujer, no me lo iba poner fácil, más si estaba casada. Todo esto me demostraba el poder que esa mujer tenía sobre mí. Sólo mi diosa podía conseguir lo que ella está logrando, ni siquiera la lealtad por los dos piratas podían hacerlo, si hasta Oliver tuvo que chantajearme para que fuera su padrino. La verdad es que odio Londres, como buen escoces, necesito de los espacios abiertos de Escocia, de mi Puerto de Lerwick, desde donde salen muchos de mis barcos, está el astillero que casi pierde mi padre. O las highlander, con lugares como Inverness, el Lago Ness, o mi maravillosa isla Sky, donde se encuentra el castillo de mi familia. Hoy en día es un destino turístico, cuando no lo usamos nosotros en verano, el castillo de Dunvegan, lo compró mi bisabuelo, a la hist
Finlay. - “Quiero estar ese día en la vista para el divorcio de mi futura esposa.”- les dije aun respirando como una maquina vieja a vapor, mientras de la ira sudaba como si hubiera hecho una carrera de fondo. Mi orden fue acogida por Fred y Penélope, como si hubiera dicho que desde mañana comenzaría a aniquilar a toda la población infantil de la Tierra. Sobre todo, tras dos horas de tratar de calmarme y de darme parte de la información que tenían, después de que mi asistente contabilizara y mandara a sustituir, los objetos rotos, estrellados contra paredes, muebles, y hasta el suelo. - “¡No!”- fue la respuesta de mi asistente, la única que se atrevía a responderme una negativa, estando como estaba en este momento. Aun no entendía en que estaba pensando mi diosa para acercarse a ese maldito mierda, basura, proyecto abandonado de hombre como era el Mierda Patel, hasta me enfadé con mi fututo cuñado por no haber arrancado a su hermana de las manos del hijo puta ese. Otra era la sádi
Narrador Durante esta semana, tras salir del hospital, Walter Patel, intentó contactar con la traidora de su mujer varias veces, descubriendo que esa traidora lo bloqueó. Su interés fue mayor al descubrir que, todas las cuentas de ella y tarjetas que le había dado, o tenía acceso, habían sido cerradas y bloqueadas, incluido sus tarjetas de crédito, que habían sido anuladas. El problema era que su madre, la persona más exigente y mortificante de su vida, no dejaba de exigirle que la buscara para que le devolviera el acceso a las cuentas, que eran lo que su madre usaba para los gastos de la casa y sus propios gastos. Desde que se casó, que su mujer fuera tan estúpida para darle acceso a sus cuentas personales, donde se ingresaba su abultada nómina, le había venido bien a Walter, para que su madre no tuviera opciones a acceder a su cuenta personal, que era donde su sumisa le ingresaba las grandes cantidades que le daba, por “su trabajo”. Prácticamente su esposa pasó a ser la provee
Ailan Mi hermano me tocó el antebrazo, para que lo mirara, mientras me ofrecía su brazo, para ayudarme a subir la enorme escalinata del Palacio de Justicia, me hizo regresar a la realidad, y darme cuenta de que su ofrecimiento era apoyo, porque sabía lo que sentía. Sin pensarlo me agarré a su brazo y comenzamos a subir la escalinata, cuando entramos en el Palacio de justicia, los abogados nos advirtieron que, como estrategia, primero nos llevarían a un despacho aparte hasta que la otra parte hubiera llegado a la sala de juicio, la idea era que, los intimidaremos entrando mis sietes abogados, entre los que se encontraba el loco de Murdock, mi hermano y yo. Leah incluso había dicho como tenía que vestirme, también me había advertido que no revelara mi identidad hasta después de la sentencia, porque los abogados podrían usarlo para exigir más dinero, aunque si lo hacían, mi inquisitivo abogado tenía también una estrategia, ya que yo había sido la mantenedora económica de la familia