Ailan. Durante el viaje me relajé, una vez comprendí que ese capaz hombre, manejaba esa enorme lata de sardinas, de manera experta, intenté conversar con él para que me contará como era que sabia pilotar un helicóptero, pero directamente Finlay había decidido ignorarme, ante mis insistente preguntas, incluso cortó la comunicación de los cascos que me había puesto, para que no pudiéramos comunicarnos, así que al verme hablando sola, ante el ser más inaccesible que había ahora sobre la tierra, no me quedo de otra que mirar el paisaje, el cual pronto disfrute, relajándome con las espectaculares vistas que había debajo de nosotros, la verdad es que, pese a mis histerismo inicial, me encanto ese viaje, lo disfruté de manera especial. Pensé que, una vez que llegaremos al helipuerto, el nivel de conflictividad entre el Gladiator y yo se nivelaría, pero lejos de mis ideas, eso no pasó, nada más llegar a helipuerto, de nuevo fui sacada del helicóptero entre los brazos del piloto, pese a
Ailan. - “Veras, Hanna vuelve mañana, y si todo va bien, pronto tu hermano tendrá una mujer en su vida para que lo controle. – sin pensarlo la ayude levantarse de la silla, tirando de ella hasta la puerta, sin importarme que, mi hermano, el oso más borde del zoo, me mirara ceñudo. - “¡Dios te oiga!, no sabes lo feliz que haría a mis padres, vamos a tomar un café, y me cuentas más cosas sobre Hanna, ese estúpido nunca sale de aquí, ni habla con nadie excepto con su asistente.”- le dije ignorando el pequeño gruñido que ya era audible por parte de Arturo. - “¡Maldita sea, Wendy! ¿Tú no estabas ocupada arruinándole la vida a Alacintye? ¿Por qué vienes a molestar? Estábamos hablando.”- me dijo finalmente en un rugido. - “No me hables de ese estúpido, no quiero saber nada más de él. Además, Hanna viene mañana, estarás muy ocupado intentado controlar tus instintos, para no volver a meter la pata, eres demasiado mandón como para pedir perdón, así que práctica, y, sobre todo, no te olvide
Ailan. - “¿No me digas que también trabajas con Gred Watson?”- le pregunté a Bea, mientras tomábamos un café, aunque, ante el asqueroso olor que ultímate me suponía café, yo tomé un zumo. Estábamos en la cafetería de una de las tiendas más grandes de Londres. Estábamos esperábamos que llevaran nuestras compras al coche que Christine me había enviado, junto a un bolso con mis tarjetas de repuesto, y un móvil de sustitución hasta que recupera el mío, el cual había sido secuestrado, junto a mi niño mimado, algo que para mí era imperdonable, por ese maldito CEO escoces y sus secuaces. Habíamos estado hablando de su trabajo, y de su relación con Hanna, pero sobre todo Mia, las dos la adorábamos, esa niña era un sol. - “Por desgracias, aunque sea un artista del estilismo, como todo genio, tiene tantas sombras, como luces, hay veces que no entiendo con Vincenzo lo aguanta, esa loca estilista, es un peligro en potencia, para cualquier hombre hetero o no, aunque nunca rebasa el límite, es
Finlay.- “Hola, Gladiator, soy Ailan, ya que te quedaste con mi móvil, te habló del teléfono de una amiga, Beatriz Walker, creo que ya la conoces, es la asistente de Gred Watson. Quiero que quedemos esta noche, para hablar de una vez por todas, prometo no comportarme como lo he hecho hasta ahora, una única, y definitiva, conversación sobre nosotros, te espero en mi ático.”- apenas podía creer que ese mensaje me había llegado a mi móvil, de hecho, tuve que leerlo dos veces. Mientras me secaba, en el vestuario del club, después de un poco ejercido físico con mi cuñado, esta vez con protecciones, para no dañarnos la cara, ni ninguna parte del cuerpo.Cuando encendí mi móvil, mientras me secaba, tras salir de la ducha, no me esperaba que fuera la Diosa, si lo hubiera sabido, lo mismo no hubiera leído, iba estar un tiempo sin perseguirla. Pero al parecer algo había pasado, algo que había hecho que la testadura y caprichosa diosa, cambiara de opinión.- “¿Qué haces ahí de pie, desnudo, mir
Finlay.- “Señor, el helicóptero no puede aterrizar en la azotea del ático, no hay espacio.”- me dijo Jeff, intentando calmarme.Como se notaba que él no estaba en mi situación, ya quisiera verlo yo pasándolo tan mal como lo yo estaba pasando- “No quiero que me relates lo obvio, Jeff, sólo quiero que mi esposa sea traslada, ya mismo, al hospital, así que o me traes ya el helicóptero, y lo aterrizan en la plaza que hay al lado del edifico de mi esposa, o búscate otro trabajo, ¿entendido?”- le dije mientras acariciaba la cara mi esposa desmayada, mientras la sostenía entre mis brazos.- “Si, señor, ya está en el aire, tres minutos, estará allí.”- me dijo mi jefe de escoltas. Colgué el teléfono y cogía a mi diosa entre mis brazos, para bajar por el ascensor. Aun no me he recuperado del susto de ver caer hacia tras, a Ailan, sobre el respaldo del sillón, me parecía que todo era una maldita película de terror, y el miedo que sentí, y que aun siento, hace que mi corazón me vaya a mil.-
Narrador. Han pasado ya varios meses desde que por fin Ailan descubrió, que lo que ella creí que era menopausia precoz, se convirtió en el embarazo múltiple de cuatro bebes. La familia Miller no ha parado de ir de celebración, en celebración, la primera y más sonada fue la boda doble de los gemelos Miller, con cada uno con el amor de su vida, literalmente Norman Y Yvaine Miller tiraron la casa por la ventana. Fueron las bodas más sonadas de ambos continentes. Por no hablar que tanto las novias, como los novios, eran la envidia de cualquier revista de bodas, Gred Watson estaba emocionado. Pero con todo, con los Miller, nunca hay poco, nunca dejan las sorpresas a medias, al parecer los gemelos están muy coordinados, tanto que, a pesar de ser de géneros diferentes, tanto Ailan Alacintye, la segunda heredera Miller, como Hanna Miller, la mujer de primer heredero, y CEO Miller, han quedado embarazadas, casi a la misma vez, y ambas de embarazos múltiples, según los cálculos de los obste
El encuentro. Mientras una rubia de curvas despampanantes, de una altura considerable, y ojos verdes esmeralda, cubiertos por unas gafas de sol Gucci del año anterior, regalo de uno de sus jefes, vestida con un vestido rosa ceñido, y una chaqueta de ante blanca, caminaba decisión y seguridad hacía el prestigioso edifico Miller, la mayoría de los hombres con los que se tropezaban no podía evitar mirarla, y muchos de ellos, terminaban girando la cabeza al verla pasar. La atractiva dama, sabía exactamente la reacción que estaba causando, en especial entre los hombres, no por nada tenía dos trabajos, uno que le ayuda a mantener sus sueños, que era de acompañante y estilista en una agencia de acompañantes, la más famosa de toda Londres, el otro sus sueños, como ayudante, y modelo de uno de los estilistas más famosos que existían. Así que saber que conocía perfectamente como llamar la atención y sinceramente le encantaba, odiaba que las personas no fueran sinceras, y que disfrazaran to
El interés. Mientras subían en el ascensor, Beatriz no pudo evitar analizar con más atención al asistente del hombre, que amaba su mejor amiga, sobre todo porque ese hombre ni la miraba, algo que para ella era algo totalmente diferente de lo que ella siempre había recibido de los hombres. Fletcher Gordon era un hombre alto, bien proporcionado, al que le sentaban de maravilla los trajes de ejecutivos, ni muy musculosos, ni escuálido, desde luego no tenía sobre peso, más bien estaba en el equilibro exacto, la rubia estaba segura de que ese agradable espécimen de hombre, practicaba deporte, o algo que lo mantuviera es esa tan buena forma. Sus ojos negros, convidaban perfectamente con ese cabello castaño oscuro, que combinaban perfectamente con la forma atractiva de sus cara, cuyo flequillo le caía atractivamente aun lado sobre su frente. Pero sólo había dos cosas que le tenía totalmente robada su atención, una era su mentón fuerte, y cuadrado, y la otra era algo que ahora, no la po