Finlay.- “Señor, el helicóptero no puede aterrizar en la azotea del ático, no hay espacio.”- me dijo Jeff, intentando calmarme.Como se notaba que él no estaba en mi situación, ya quisiera verlo yo pasándolo tan mal como lo yo estaba pasando- “No quiero que me relates lo obvio, Jeff, sólo quiero que mi esposa sea traslada, ya mismo, al hospital, así que o me traes ya el helicóptero, y lo aterrizan en la plaza que hay al lado del edifico de mi esposa, o búscate otro trabajo, ¿entendido?”- le dije mientras acariciaba la cara mi esposa desmayada, mientras la sostenía entre mis brazos.- “Si, señor, ya está en el aire, tres minutos, estará allí.”- me dijo mi jefe de escoltas. Colgué el teléfono y cogía a mi diosa entre mis brazos, para bajar por el ascensor. Aun no me he recuperado del susto de ver caer hacia tras, a Ailan, sobre el respaldo del sillón, me parecía que todo era una maldita película de terror, y el miedo que sentí, y que aun siento, hace que mi corazón me vaya a mil.-
Narrador. Han pasado ya varios meses desde que por fin Ailan descubrió, que lo que ella creí que era menopausia precoz, se convirtió en el embarazo múltiple de cuatro bebes. La familia Miller no ha parado de ir de celebración, en celebración, la primera y más sonada fue la boda doble de los gemelos Miller, con cada uno con el amor de su vida, literalmente Norman Y Yvaine Miller tiraron la casa por la ventana. Fueron las bodas más sonadas de ambos continentes. Por no hablar que tanto las novias, como los novios, eran la envidia de cualquier revista de bodas, Gred Watson estaba emocionado. Pero con todo, con los Miller, nunca hay poco, nunca dejan las sorpresas a medias, al parecer los gemelos están muy coordinados, tanto que, a pesar de ser de géneros diferentes, tanto Ailan Alacintye, la segunda heredera Miller, como Hanna Miller, la mujer de primer heredero, y CEO Miller, han quedado embarazadas, casi a la misma vez, y ambas de embarazos múltiples, según los cálculos de los obste
El encuentro. Mientras una rubia de curvas despampanantes, de una altura considerable, y ojos verdes esmeralda, cubiertos por unas gafas de sol Gucci del año anterior, regalo de uno de sus jefes, vestida con un vestido rosa ceñido, y una chaqueta de ante blanca, caminaba decisión y seguridad hacía el prestigioso edifico Miller, la mayoría de los hombres con los que se tropezaban no podía evitar mirarla, y muchos de ellos, terminaban girando la cabeza al verla pasar. La atractiva dama, sabía exactamente la reacción que estaba causando, en especial entre los hombres, no por nada tenía dos trabajos, uno que le ayuda a mantener sus sueños, que era de acompañante y estilista en una agencia de acompañantes, la más famosa de toda Londres, el otro sus sueños, como ayudante, y modelo de uno de los estilistas más famosos que existían. Así que saber que conocía perfectamente como llamar la atención y sinceramente le encantaba, odiaba que las personas no fueran sinceras, y que disfrazaran to
El interés. Mientras subían en el ascensor, Beatriz no pudo evitar analizar con más atención al asistente del hombre, que amaba su mejor amiga, sobre todo porque ese hombre ni la miraba, algo que para ella era algo totalmente diferente de lo que ella siempre había recibido de los hombres. Fletcher Gordon era un hombre alto, bien proporcionado, al que le sentaban de maravilla los trajes de ejecutivos, ni muy musculosos, ni escuálido, desde luego no tenía sobre peso, más bien estaba en el equilibro exacto, la rubia estaba segura de que ese agradable espécimen de hombre, practicaba deporte, o algo que lo mantuviera es esa tan buena forma. Sus ojos negros, convidaban perfectamente con ese cabello castaño oscuro, que combinaban perfectamente con la forma atractiva de sus cara, cuyo flequillo le caía atractivamente aun lado sobre su frente. Pero sólo había dos cosas que le tenía totalmente robada su atención, una era su mentón fuerte, y cuadrado, y la otra era algo que ahora, no la po
El Acoso. Prácticamente la rubia se pasó la mañana en el despacho de su jefe, mientras fuera el asistente trataba de mantener alerta ante cualquier ayuda que necesitara su jefe, sobre todo porque no se fiaba de la descarada rubia. La primera solicitud que hizo su jefe fue mandarle a pedir un banquete acompañado de los mejores vinos de unos de los restaurantes más lujosos de la cadena Miller. Cosa que, para el fiel y profesional asistente, era un desperdicio, esa rubia terremoto, no se merecía tantas atenciones, tan sólo por ser tan malcriada y descarada. Cuando llegó la comida acompaño a los empleados del restaurante para que le sirvieran a su jefe, lo que la hicieron muy diligentemente, mientras al rubia miraba al asistente quien estaba de pie delante de la mesa, supervisando que los camareros hicieran su trabajo correctamente, ni siquiera por un segundo levantó sus ojos para mirar a malcriada señorita Walker, pero eso no evitó que la rubia se lo comiera con la mirada, cuando
El juego. Según termino de hablar con su mejor amiga Beatriz Walter, sonrió sin poder evitarlo, quería a Hanna y a su hermana como si fueran su propia familia. La rubia descarada, no tenía familia, había crecido en un orfanato de Exeter, al sur oeste de Inglaterra, se hizo modelo de publicidad, para ganarse la vida, y como una forma de estar cerca de los que verdaderamente le gustaba, que era el estilismo y el diseño, hasta que fue acogida por Gred Watson, ella era su mayor fan. No era una top model, más bien una modelo del montón, por eso se unió a la agencia de acompañantes, y así poder conseguir influencias, además de más ingresos. Fue allí, gracias a la Madame, que se le ofreció una oportunidad para explorar sus dotes, y su talento, como estilista, organizando el vestuario, el maquillaje y los complementos que deben llevar los acompañantes para sus citas de trabajo. El día que Hanna entró a la empresa para hacer la entrevista, fue Bea, quien vio en ella un diamante en bruto, u
Las armas. Gordon decidió ignorar, como siempre, todos los comentarios de carácter sexual, que esa mujer le dirigía. Y con un nuevo suspiro entró en el despacho de su jefe, con el teléfono, lejos de su oreja para no oir tentadoras palabras de la rubia. Su jefe, Roy William Miller, estaba imbuido como este último mes, entre los contratos y los proyectos del grupo, para así no pensar en la mujer que lo tenía así. Esta era otras de las razones por las que el asistente se negaba dejarse seducir por esa mujer, si era así como te quedaba después de que esos seres peligrosos entraran en tu corazón, prefería ser un soltero toda su vida. - “Señor la señorita Walter quiere hablar con, usted hay noticia de la señorita Müller.”- le dijo el asistente poniendo el manos libres de su móvil. –“Señorita Walter el señor Miller la está escuchando.”- repitió el eficiente asistente. Alegrándose que delante de su jefe la rubia se tuviera que controlar. Que equivocado que estaba el pobre. - “Roy Will
La protección. Había surgió el problema con el colegio de Mia, cuando la rubia la fue matricular, al parecer el presuntuoso del director, se negaba a readmitir a Mia, alegando que ya estaba a mitad de curso, y su colegio no era un colegio de elite, Mia debía ir al mismo nivel de los demás por sus propios esfuerzos, aunque la verdad era otra. Esto lógicamente encendió a la modelo, que consideraba a esas dos, como de su familia, y el director llamó a la seguridad para que la expulsaran del colegió. Con el consiguiente cabreo, repleto de insultos de la fiel Beatriz. Una mujer que no se callaba nada, todo lo que le pasaba por la cabeza lo decía, y la verdad es que dijo mucho, y todo de lo más colorido. Ante el monumental cabreo que se cogió Beatriz, fue inevitable que llamara al asistente para quejarse furiosa. La reacción de Gordon sorprendió al propio CEO, hasta ahora, el callado y reto de Fletcher, se mostraba a disgusto con todo aquello que tuviera que ver con la modelo, pero al s