Eso último me deja helada. Cómo se supone que se enteró de eso. Es ahí donde siento que mis argumentos son estúpidos ante sus preguntas. No puedo contener mis lágrimas, empiezo a llorar, me cubro el rostro con las manos. Entonces de pronto siento unos pequeños brazos rodearme, me arrulla como lo hacía Álex con él.—El problema soy yo —susurro en un pequeño hilo de voz casi inaudible—, yo solté su mano, yo tengo miedo…No puedo controlar las lágrimas. Siento su pequeña mano pasar por mi espalda, la sube y la baja, con su otra mano toma la mía y lo que dice me deja incapaz de pronunciar una palabra.—Si tienes miedo no puedes estar sola. Yo te doy mi mano para sostenerte mientras tú vuelves a tomar la mano de papá. Papá y yo vamos a tomarte de las manos y no te vamos a soltar nunca más.Mini Álex me abraza con más fuerza.»Mamá, toma su mano y deja que ese niño te salve otra vez. ¿Por qué no dejas que te aleje del abismo? Yo también le puedo ayudar.Lo abrazo con todas mis fuerzas, por
¡Estúpida tú!Capítulo 81.—No veo el caso que esté aquí —se queja Thael.Paola avanza hacia el señor Díaz, tiende su mano con una hermosa sonrisa y lo saluda.—Señor Díaz, ¿me recuerda?El señor Díaz estrecha su mano como hipnotizado.—Cómo no la voy a recordar.Thael le da un golpe con el codo furiosa. Paola lo mira fijamente.—¿Usted cree que hay algún problema si me quedo en la reunión?El señor Díaz deslumbrado por su belleza responde.—No le veo problema.Thael lo vuelve a golpear, él se queja y susurra bajo solo para los dos: “¿Che! ¡Pero qué te pasa, loca de miércole?”.Paola rodea la mesa y Álex la sigue con la mirada, aún no logra salir de su asombro. Mateo se incorpora con una sonrisa enorme y le ofrece su silla para que se siente junto a Álex. Álex ladea la cabeza para mirarla mientras ella se sienta, con la mirada le hace un montón de preguntas. Inclusive, llega a pensar que está soñando. Baja las manos bajo la mesa y se pellizca a sí mismo para confirmar lo que ve, arru
Álex se inclina hacia adelante la toma de la cintura y antes de que Paola diga algo la besa. Paola lo toma de la camisa y lo acerca a ella, presiona sus labios sobre los suyos. Sus labios continúan bailando suavemente, sus lenguas se reconocen provocando lágrimas en los ojos de ambos. Álex pega su frente mientras ella se mantiene cerca de él.—Yo contigo me casaría una y mil veces, yo contigo iría hasta el infierno, yo contigo lo quiero todo.Álex la sostiene con firmeza, Paola le pone el anillo.—Un nuevo comienzo.—Sin mentiras —agrega Álex—, sin secretos.Paola asiente sin dejar de mirar sus ojos. Álex rompe con la poca distancia y la vuelve a besar, al principio dulcemente hasta que aparece la pasión desenfrenada. Álex le sujeta la cara.—Te amo mocosa. Voy a tomar tu mano para no soltarla nunca más. Voy a caer contigo para volvernos a levantar. Yo voy a ayudarte a enfrentar tus miedos más grandes y por supuesto lo más importante, yo soy el papá de ese bebé.Justo en ese momento
¡Estúpida tú! Capítulo 82.Ambos llegan a la casa. Antes de entrar Álex se detiene, Paola lo mira.—El día que salí de aquí lo hice con el miedo de no volver nunca más Aspira aire bruscamente. Paola toma ambas manos y las aprieta.—El día que saliste por esa puerta sentí la sensación más horrible, pensé que te había perdido. Álex pega su frente a la de ella.—Ni volviendo a nacer yo te dejaría. Paola lo envuelve entre sus brazos y lo besa sin previo aviso, suelta en sus labios.—Si volvieras a nacer yo te buscaría y te amaría igual. Paola lo toma de la mano y lo arrastra a la casa con una sonrisa. Al cruzar el umbral de la puerta ven a Margot y a Florencia paradas junto a la ventana. Margot no puede evitarlo, al verlos se cubre el rostro con las manos. Ambos la miran con un gesto de confusión. —Lo siento —Dice Margot mientras se acerca—, perdón por el atrevimiento.Los rodea a ambos con los brazos y empieza a llorar.»Estoy muy feliz por ustedes. Señor esta casa sin usted no es
Terminamos de bajar, saludamos y pasamos a la sala. Nos sentamos frente a la chimenea, algunos disfrutan de una copa de vino, mientras Álex y yo comemos galletas con formas. El ambiente es perfecto, entre las ocurrencias de todos, los que más sobresalen son Katia y Mateo. Me pierdo escuchando los ecos de las risas que retumban en este momento, quisiera detener el tiempo justo aquí. Así que la mejor manera es congelarlo y capturarlo en fotos y vídeos. Luego pasamos todos a la mesa a disfrutar de una rica cena en familia, por supuesto saco más fotos. Quiero tener este momento no solo en mi mente y corazón, quiero guardar evidencia de ello. Cenamos, reímos, charlamos y todo estuvo delicioso. Cuando llega la media noche regresamos a la sala y hacemos algunos malvaviscos en la chimenea mientras nos acomodamos todos en el piso alrededor como una gran familia. Llega la hora de los regalos, Álex y yo cruzamos miradas de complicidad, Florencia ya está lista para grabar todo. Muero por ver l
Mini Álex levanta la tapa y la expresión de su rostro cambia, una gran O de sorpresa se dibuja en sus labios. Levanta la mirada y nos mira, luego vuelve a mirar la caja. En la caja hay una camiseta negra con un letrero grande en color blanco y azul que dice; voy a ser hermano mayor. Tiene dibujado dos controles de consola P1 listo. P2 cargando y sus respectivas barras de carga. Un body de bebé y unos zapatitos. Mini Álex sigue sosteniendo la caja, no se mueve, no dice nada, solo la mira, parece procesando la información. En ese momento Álex descubre mi vientre que tiene dibujado una batería con un pequeño letrero que dice: cargando.Mini Álex vuelve la mirada hacia mí, la fija en mi vientre, siento un nudo en la garganta, el silencio que hay es tan grande que puedo escuchar latir el corazón de Álex. Entonces mi niño deja caer la caja al suelo, se cubre el rostro con las manos y empieza a llorar, el gesto de todos se descompone, siento que todo se mueve a mi alrededor, pero Álex me s
¡Estúpida tú!Capítulo 83. —Doctor, ¿hay algo malo con el bebé? —pregunta Álex preocupado. —¿Está todo bien? Dígame, ¿hay algo malo? —pregunto con la voz temblorosa. El doctor nos mira.—Quiero que vean esto, solo quería estar seguro de algo. Voltea la pantalla hacia nosotros. En la pantalla se forma una pequeña, la más perfecta figura, se ve nuestro bebé, incluso se ve moverse de un lado a otro. Álex se cubre el rostro con la mano tratando de ocultar sus lágrimas, lágrimas de emoción, la misma emoción que siento yo. Y como si el doctor adivinara lo que estoy por preguntar agrega.—Está perfectamente formado o formada, tiene las medidas exactas para su tamaño —me mira—, Paola, tú no tienes 7 semanas. Mi gesto lo dice todo. El gesto de Álex es peor. —¿Qué-qué quiere decir? —mis labios están temblando.Porque si es lo que creo mi corazón se va a salir, intento respirar muy despacio, pero ya estoy llorando. Álex me mira preocupado.—La ecografía me muestra que tienes 17 semanas.Me
Narra Hannah. Vivía en una familia feliz hasta que todo cambió. Mi madre decidió divorciarse de mi papá, cuando yo tenía 12 años, ella decía que estaba cansada de estar con un mecánico, que andaba sucio y oliendo siempre a grasa. Cuando se divorciaron hicieron repartición de hijos como se hacen con los bienes, Juan decidió quedarse con mi papá y yo me fui con mi mamá a casa de mi abuela. Por eso no pudimos crecer juntos. Él creció lejos de mamá y yo crecí lejos de papá.Él era mi único hermano, me ponía muy triste no poder compartir con él todos los días, solo podíamos vernos los fines de semana, pero luego era cada mes o en vacaciones ya que mi abuela y mi madre se mudaron a Albany así que Juan por sus clases y yo por las mías no podíamos vernos muy seguido. Yo siempre era la que estaba tras él, le hablaba, él era un poco más desprendido. Papá me visitaba cada que podía, yo los extrañaba mucho incluso le dije a mi hermano que se mudara conmigo, pero él dijo que allá tenía a sus a