¡Estúpida tú!Capítulo 77.Sergio la estrecha con fuerza entre sus brazos.—Quiero recordarte que siempre puedes contar conmigo, aquí estaré. Quiero verte levantar, quiero, anhelo verte feliz, me conformo con eso, es lo único que pido.—Quisiera tu optimismo —solloza Paola—, ¿cómo seguir con el corazón roto? ¿cómo haces tú después de todo lo que pasó?Paola se aleja lo suficiente solo para mirar sus ojos azules tan profundos como estanques de agua cristalina. Paola le coloca las manos a ambos lados de la cabeza y susurra.»Yo te admiro, quisiera ser como tú, quisiera tener esa fortaleza, quisiera tener esas ganas de seguir aún cuando todo es tan complicado, tú eres una persona increíble. Quisiera ser tan fuerte…Sus palabras se quedan a la mitad, porque el nudo que tiene en la garganta no la deja seguir. Sergio acaricia un mechón de su cabello.—Entonces déjame compartirte un poco de todo eso, de ser necesario todo, yo para ti quiero todo.Paola muerde su labio inferior como contenie
¡Estúpida tú!Capítulo 78.No puedo creerlo, era ella, el abogado que nos recomendaron no era un hombre como pensé es una mujer. Lorena, la chica que Mateo me presentó años atrás. Ahora se ve como toda una profesional, su ropa impecable y elegante, está vestida toda de negro, su cabello rizado y suelto, maquillaje acorde con su tipo de piel canela. No se puede negar, es una mujer muy guapa. Ella tiende la mano y se presenta.—Mucho gusto, abogada Lorena Vieira de la firma Kestener.Estrecho su mano.—Mucho gusto.Aún no puedo salir de mi asombro. Miro a Mateo, tal vez él sabía, pero su expresión de sorpresa es igual a la mía. Lorena da un paso adelante, me da un corto abrazo.—Apenas escuché el nombre Álex Fernández pensé, no puede ser el mismo y vaya que el mundo es un pañuelo. Me da tanto gusto verte después de tantos años.—Muchísimo tiempo —le regalo una sonrisa de boca cerrada.—Ahora eres todo un empresario —sonríe—, y sigues siendo tan guapo o más de lo que te recordaba.—Lo
Anoche pensé mucho en las cosas y definitivamente la decisión que tomé es la mejor. Tengo que levantarme por mini Álex y por el bebé que llevo en mi vientre. Justo cuando digo eso siento otra vez un cosquilleo delicado en mi vientre, una lágrima se me escapa. Respiro profundo y pongo mi mano en mi vientre, entonces lo siento otra vez, no lo imagino, algo se mueve. Acarició mi abdomen mientras mis lágrimas ruedan por mis mejillas y susurro.Perdóname bebé, perdón por lastimarte, perdón, no quería hacerte daño, tú no tienes la culpa de nada. Quiero seguir siendo una buena mamá para tu hermanito y para ti también, pero para eso tengo que estar bien. Te juro que lo voy a intentar, una y las veces que sean necesarias, pero dame tiempo…Siento un aleteo, como mariposas en el estómago, voy a tomar eso como un sí. Termino de organizarme, mis padres, Katia, Mateo y mi niño vinieron a recogerme. Tomo a mini Álex en brazos, miro una vez más, pero él no está. …Llegamos a casa, nos quedamos uno
¡Estúpida tú!Capítulo 79.Paola mira a Álex con los ojos llenos de lágrimas.—¿Por qué le dijiste eso? ¡Yo no quiero que te odie!—Es mejor que me odie a mí y no a los dos.Paola pierde las fuerzas y antes de tocar el piso Álex ya la sostiene en brazos. Otra vez siente que algo se mueve dentro de ella, esta vez con más fuerza. Paola empieza a llorar, las palabras no le salen. Álex pasa saliva, la atrae hacia él y la abraza.»Sabíamos que esto iba a pasar. Cuídalo bien, no puedo acercarme porque se pondrá peor, así que le daré tiempo. Álex intenta alejarse, pero Paola lo sujeta con fuerza del brazo.—No, no, esto no tenía que ser así, mini Álex no puede odiarte, no quiero, no quiero. ¿Recuerdas lo que sufrieron nuestros padres por nosotros?Sus manos están temblando, su pecho sube y baja tan rápido que le cuesta respirar. Álex intenta sonar calmado aunque por dentro se está muriendo.—Lo recuerdo, yo le grité muchas veces esas mismas palabras a mi padre, tal vez es karma.Paola se in
Tres días después…Desde que llegó a la casa mini Álex ha creado un tipo de barrera, no ha querido mencionar el tema, Paola tampoco ha insistido, no quiere hacer las cosas mal. Por eso decide pedir la cita con la psicóloga, ella necesita que la guíen referente a la situación con el niño y su propia situación. Le avisa a Álex la decisión que ha tomado. Álex se alegra y le pregunta si quiere que la acompañe, Paola se niega. Álex lo acepta, pero le dice que el día que lleve al niño él va a estar presente.Katia le dice que ella la acompaña, pero Paola se niega. Estefanía se ofrece a acompañarla, pero ella dice que es algo que necesita hacer sola. Llega al consultorio, pregunta por la doctora, la recepcionista la hace pasar a una pequeña sala de espera, le dice que en unos minutos más la atienden. Paola empieza a mover sus piernas, juega con sus dedos, se levanta y justo en ese momento la puerta del consultorio se abre y escucha.—Paola Román Montalvo. Paola se da la vuelta y levanta
¡Estúpida tú!Capítulo 80.Me hinco de rodillas, él se cubre el rostro con la mano y se queja.—¡Auch, la ostia puta!Intento ayudarlo, joder, le di durísimo, tiene tremendo golpe en la frente.—Lo siento, lo siento.Thomas se sienta mientras sostiene su frente.—¿Qué te hizo el pobre celular?Quita su mano y yo lo miro dejando ver mis dientes apretados como el perrito del stickers, su expresión cambia.—¿Se ve muy mal?Yo sigo mostrando los dientes como si me hubiera congelado.—Creo que necesitas hielo.Thomas se incorpora. Busca en sus bolsillos su teléfono, lo saca y lo pone a la altura de su rostro. Su expresión cambia, abre los ojos atónito.—¡Joder! Ahora me debes dos cafés.Suelta una pequeña risita y señala su frente. Me incorporo y le ofrezco mi mano para ayudarlo a levantar.—De verdad lo siento mucho —me cubro la boca con mis manos.Thomas recoge mi teléfono y me lo entrega.—Menos mal no quedé como el pobre teléfono, porque ha quedado inservible. ¿Tan grave fue para des
No me queda más remedio que aceptar, un poco de relajación no me caería nada mal. Le ordeno a Sophia que organice una mesa en la esquina más alejada del restaurante. Algo privado. Thomas nos prepara su mejor plato, empezamos a comer, todo está muy rico hasta que le doy un bocado a la ensalada y siento que todo se me devuelve. Respiro profundo, me pongo pálida. Ambas me miran preocupadas.—¿Hija, estás bien? —mamá pone su mano sobre mi rodilla.—Estás muy pálida —agrega Katia.—Solo sentí náuseas cuando probé la ensalada. Imagino que es normal.Katia suelta.—Álex está peor que tú. Tomo el vaso con agua y le doy un sorbo. Ya imagino porque se siente así.—¿Por qué? —indaga mamá.—Ayer salimos a almorzar con Lorena —ruedo los ojos—, pedimos comida brasileña y el pobre Álex llevaba tres bocados cuando le tocó ir al baño porque se puso pálido y devolvió todo.Yo sigo tomando tragos de agua, ellas continúan.—Pobre mi muchacho.—Me contó mi terroncito que le tiene asco casi a todo.
Eso último me deja helada. Cómo se supone que se enteró de eso. Es ahí donde siento que mis argumentos son estúpidos ante sus preguntas. No puedo contener mis lágrimas, empiezo a llorar, me cubro el rostro con las manos. Entonces de pronto siento unos pequeños brazos rodearme, me arrulla como lo hacía Álex con él.—El problema soy yo —susurro en un pequeño hilo de voz casi inaudible—, yo solté su mano, yo tengo miedo…No puedo controlar las lágrimas. Siento su pequeña mano pasar por mi espalda, la sube y la baja, con su otra mano toma la mía y lo que dice me deja incapaz de pronunciar una palabra.—Si tienes miedo no puedes estar sola. Yo te doy mi mano para sostenerte mientras tú vuelves a tomar la mano de papá. Papá y yo vamos a tomarte de las manos y no te vamos a soltar nunca más.Mini Álex me abraza con más fuerza.»Mamá, toma su mano y deja que ese niño te salve otra vez. ¿Por qué no dejas que te aleje del abismo? Yo también le puedo ayudar.Lo abrazo con todas mis fuerzas, por