¡Estúpida tú! Capítulo 42.Días después…Ese día llegamos a casa y mini Álex esperaba ansioso por obtener respuestas, lo conozco. Yo lo único que quería era descansar, cerrar los ojos y no pensar en nada, creo que fueron demasiadas cosas para un día. Álex le explicó que yo estaba muy cansada y me dolía la cabeza. Él como el niño hermoso que es, se subió a la cama y se acostó conmigo.Al día siguiente con más calma nos sentamos con él en la terraza, tratamos de explicarle de una manera que no sonara caótica, evitando ciertas cosas. El hecho es que lo entendió muy bien, siempre he dicho que ese niño parece un adulto encerrado en un pequeño cuerpo. Estaba feliz porque tenía un tío y de ser posible también quería compartir tiempo con él. Le expliqué que su tío debía hacer un viaje muy importante que no podía aplazar, pero que él le iba a cumplir la promesa que le hizo, de darle ese abrazo.También fue muy claro cuando dijo que aunque tenía otro abuelo, no quería saber nada de ese señor.
¡Estúpida tú!Capítulo 43.Aprieto sus manos con fuerza y lo miro a los ojos, en un pequeño hilo de voz casi inaudible susurro.—Dime que están bien…Me coloca las manos a ambos lados de la cabeza y me mira a los ojos.—Nena, tranquila, por suerte solo fue el susto y algunos golpes , pero nada grave. Los están llevando al hospital para revisarlos y descartar.—¿Qué fue lo que pasó? ¿Quién te avisó? —Empiezo a hacer una cantidad de preguntas al tiempo, me levanto—, tenemos que ir.Camino de un lado a otro buscando mi cartera y mi celular.»Quiero verlos con mis propios ojos y saber que están bien.Álex me hala de la mano haciéndome detener en un solo punto.—¡Nena!Lo miro, mi labio inferior empieza a temblar. Él sabe lo que pasa por mi cabeza.»Eso no volverá a pasar —dice mientras me rodea con sus brazos.—Me da miedo, yo quiero verlos —susurro con un nudo en la garganta.—Vamos a verlos nena, tranquila.Trago saliva intentando deshacer el nudo que forma mi garganta.—¿Quién te avis
¡Estúpida tú! Capítulo 44.Narra Katia. Termino de despedir a los últimos invitados, Sophia los acompaña hasta la puerta, al fin vuelve el silencio, miro el reloj son las 12:00 am. Busco a Paola con la mirada y no la encuentro, creo que bajo a la cocina. Tomo mi celular y le envío un mensaje a mi terroncito para avisarle como estuvo todo. Pongo cara de emoji con ojos de corazón cuando lo veo acostado en su cama sin camisa solo con un bóxers blanco, muerdo mi labio inferior y me lo como con la mirada.Platicamos unos minutos, me dice que regresan en horas de la mañana. Bajo a la primera planta a buscarla cuando escucho un grito, se me enchina la piel, es Paola. Salgo corriendo con dirección a la cocina, de allí proviene el grito, pongo la mano en la manija, pero la puerta está cerrada. Golpeo la puerta con desesperación y empiezo a llamarla, no recibo respuesta, solo siento un fuerte olor a gas. Me devuelvo corriendo y busco a Thomas, lo tomo del brazo y lo arrastro mientras llega
¡Estúpida tú!Capítulo 45.Subimos a mi oficina a esperar a Sophia, Álex quiere llegar al fondo de todo. Yo insisto que solo fue un accidente, pero él dice que quiere estar seguro. Álex permanece con su gesto serio, está sentado en mi silla con los brazos cruzados y su cara de gruñón. Camino alrededor de mi escritorio y me siento.—Eres un gruñón —susurro.—Contigo hablo después, te encanta llevarme la contraria — masculla.—Estoy enfermita —hago un puchero.Álex rueda los ojos y yo sonrío, el sonido de la puerta nos interrumpe.—Adelante —responde Álex.Sophia cruza el umbral y trae una carpeta en sus manos, Mateo y Katia la siguen.—Aquí está el nombre de la persona que hizo el reemplazo —deja la carpeta sobre el escritorio.Álex lo recibe, abre la carpeta y empieza a revisar.—¿Ya había trabajado antes aquí? —indaga.—No señor, es la primera vez que hace un reemplazo —responde ella.—¿Hay manera de contactarla? —indaga Mateo.—Sí, de hecho mañana pasa por sus honorarios.—Perfecto
¡Estúpida tú!Capítulo 46.Me dejo caer en la silla y me paso las manos por el cabello.—¿Dime que estás bromeando? muchas veces le has servido de tapadera.—Señora se lo juro por Dios que no es una broma, después del almuerzo el señor empezó a sentirse muy mal…La interrumpo.—¿Qué síntomas dices que tenía? —pregunto preocupada.—Dijo que no podía respirar bien, sentía como si su garganta se hubiera cerrado, no era capaz ni de pasar saliva, luego en cuestión de minutos se le empezaron a hinchar los párpados, la cara, los labios y la lengua. Empezó a rascarse todo el cuerpo porque le picaba, el señor Mateo me dijo que llamara la ambulancia y ya se lo llevaron, estaba inconsciente.Quiero negarme a creerlo.—¿Por qué Mateo no me llamó? —vuelvo a preguntar.—Todo pasó tan rápido que ni tiempo le dio, él estaba muy angustiado y me pidió que le avisara a usted.—Mira Chloe, te juro que si es una maldita broma tu cabeza va a rodar por todos los pasillos de la empresa —exclamo, empiezo a a
¡Estúpida tú!Capítulo 47.Después del susto que nos metió Álex, retomamos nuestra rutina. Ayer nos quedamos todos en casa, mini Álex se encargó de cuidarlo muy bien y por supuesto yo también.…Llego temprano al restaurante, debo solucionar algunas cosas. Katia me dijo que tiene unos pendientes, hoy llega tarde. Entro al restaurante y saludo amablemente, me preguntan por la salud de mi esposo, les informo que todo está bien y les agradezco por estar al pendiente.Antes de subir a la oficina le pido un favor a Sophia, necesito hablar con Thomas. Fui un poco descortés, le debo una disculpa. Entro a mi oficina dejo mi abrigo y mi bolso, me siento en mi silla y empiezo a revisar algunas cosas pendientes. Escucho tres golpecitos en la puerta.—Siga —digo.La puerta se abre. Thomas se queda parado bajo el marco.—Señora, cómo estáis, os ha dicho Sophia que me necesitas.—Entra —le señalo la silla para que tome asiento.Cierra la puerta tras él, se para frente al escritorio con las mano
¡Estúpida tú!Capítulo 48.Un silencio algo incómodo se torna a nuestro alrededor.—¿Se conocen? —pregunta el señor Díaz con un gesto de confusión.Ella da un paso adelante, con una sonrisa enorme tiende su mano.—Creo que sí cariño, vaya que las casualidades existen, hace años estudiamos juntos en el mismo colegio. Un gusto señor Fernández, que casualidad.Estrecho su mano solo por cortesía, ella la aprieta con fuerza y yo la retiro lo más rápido que puedo. Luego se la presenta a Mateo, ambos cruzamos miradas.—Un gusto señor Carvajal.Creo que la expresión de asombro de nuestros rostros lo dice todo. Entonces regresó del limbo y ¡Joder, que me lleven todos los putos demonios! Ojalá me lleve, el diablo. El señor Díaz rompe el hielo con una sonrisa mientras baja su mano por su espalda y la pega un poco a él.—Che, ¿les sorprende mucho que tenga una esposa tan joven?Mateo y yo volvemos a cruzar miradas como si nos hubiéramos puesto de acuerdo decimos al tiempo;—No, claro que no.—Yo
¡Estúpida tú!Capítulo 49.Toma una silla y la arrastra para sentarse frente a mí.—Te voy a explicar desde el principio.Asiento aún con el ceño fruncido. Álex empieza a contarme todo tal cual pasó.»¿Ahora lo entiendes? A mí también me ha tomado por sorpresa.Me incorporo y empiezo a caminar de un lado a otro, me detengo, pellizco el puente de mi nariz y suelto aire por mi boca.—¿Estás queriendo decir que tú tienes que trabajar con ella? —respiro—, ¿las veces que ella te quiera citar tú debes ir?Álex asiente. Apoyo ambas manos sobre mi escritorio y suelto un gruñido. Álex avanza tres pasos, acaricia mis dedos con los suyos.—Ella es solo una clienta más, la señora Díaz.Levanto la mirada.—¡Entonces cancela el contrato! —exclamo.Álex se pasa las manos por el cuello.—No puedo hacer eso, incumpliría una de las cláusulas y tendría que pagar una millonaria suma de dinero.Exhalo con frustración.—Lo ves, ella lo planeó todo. Ahora quién la aguanta queriendo estar cerca de ti como sa