capítulo 2.

¡ESTÚPIDA TÚ!

Capítulo 2.

Tengo miedo, no me dejes sola, no quiero, llueve muy fuerte, los truenos me aterran, te juro que lo estoy intentando, pero no puedo, ¿dónde estás? ¡No!

¡Aaaaaaaah!

¡Aaaaaaah!

—¡Nena, nena!

Me incorporo rápidamente, Álex sostiene mi mano, mi corazón late a mil por hora. Unas gotas de sudor bajan por mi frente, mi pecho sube y baja, mi respiración es agitada. Siento su mano acariciar mi pelo, lleva un mechón de pelo tras mi oreja.

—¿Estás bien? ¿Qué pasa Nena?

Recargo mi cabeza sobre su hombro y lo abrazo con fuerza, él me rodea con sus brazos, el único lugar donde me siento segura.

—Tenía una pesadilla horrible —susurro.

Acaricia mi rostro y deja un beso en mis labios.

—Lo sé Nena, por tus gritos, además tienes las manos heladas. ¿Qué estabas soñando? Hace mucho que no tenías pesadillas.

Es verdad, hace años que no tengo pesadillas. Álex me ayudó mucho con el miedo a las tormentas, no puedo decir que lo superé del todo, pero si he podido manejar mis crisis. Hoy tuve una pesadilla que tiene que ver con una tormenta, yo estaba con Álex, pero de la nada él desaparecía y yo me quedaba sola. Sentí una sensación tan horrible, parecía tan real.

Enciendo la pantalla de mi celular, son las 3:00 am.

—Ven, trata de dormir.

Me acomodo en sus brazos mientras él acaricia mi pelo, los latidos de su corazón me relajan. Álex apaga la luz, yo trato de cerrar los ojos, pero esa imagen se reproduce en mi cabeza como una película, me acurruco en su pecho, sentirlo respirar me tranquiliza, es que no entiendo por qué tuve esa pesadilla, ¿será estrés?

—¡Amor! —susurro.

—¡Hmm! —Murmura.

—No puedo dormir.

Me envuelve en sus brazos y deja un beso en mi frente.

—¿Quieres que te cuente un cuento para que te duermas? —Suelta una risita.

—¿Cuál me vas a contar? —Inquiero en un tono burlón.

—El del lobo que se come a caperucita.

Sentí su respiración en mi cuello haciendo erizar cada vello de mi piel.

—¡Hmm! Eso se escucha muy interesante.

En un movimiento rápido queda encima de mí. Sus manos se deslizan por mi cuello apretándome suavemente la garganta, con los pulgares me echa la cabeza hacia atrás. Sentí la presión de sus labios contra los míos con esa fuerza salvaje que me arrebata la voluntad.

Sus manos bajan hasta mis hombros, rozan mis brazos y se posan en mi región lumbar. Sentí ligeros escalofríos, sí, él aún puede provocar mil cosas en mí como antes, mejor dicho, mucho más.

Siento la pesadez de su cuerpo, su erección fuerte y tirante, le muerdo el labio inferior y un gruñido se escapa a través de sus dientes. Mis dedos se enredan en su cabello tirando de él, sus dientes rozan mis labios bajando por mi mandíbula. Yo siento un mar en medio de mis piernas, sus manos empiezan a descender por mi cuerpo, deja un apretón en uno de mis senos y un pequeño grito se me escapa.

—¡Dilo! —jadea.

Hace lo mismo con mi otro seno pellizcando mi pezón.

— ¡Oh por Dios! Lo quiero sentir ya.

Vuelvo a gemir en voz alta, su mano derecha baja por mi vientre mientras su lengua tiene una guerra con la mía.

»Quiero sentirte —mis palabras suenan frágiles contra sus labios.

—Dime las palabras mágicas —muerde mi oreja haciendo que mi sexo se contraiga.

Siento sus dedos acariciar mi sexo con agonizante lentitud, uno de ellos se introduce fácilmente por lo húmeda que estoy, jadeo, mi respiración se acelera, luego lo mueve lentamente, adentro afuera y yo no puedo más.

—¡Álex! —grito su nombré entre gemidos, eso es lo que quería, es lo que le encanta.

—¡Hmm! —gruñe suavemente, frota su nariz a lo largo de la mía, mientras separa mis piernas con las suyas.

—¡Álex, te quiero dentro de mí ya! —vuelvo a suplicar.

Me agarra de las caderas con esa fuerza salvaje y se hunde en mí, levanto la pelvis para recibirlo, gimo. Empieza con sus embestidas a un ritmo constante, su mano rodea mi cuello con fuerza, pero sin lastimarme, ¡joder eso me excita, me encanta! Ese es mi collar favorito.

Uno…dos. Tres… diez… quince...gime, grito, colapso, me pierdo en sus embestidas, me pierdo con sus besos, estallo en un alucinante orgasmo que me deja sin voluntad, convulsiono mientras él sostiene mis manos impidiendo que lo toque. Me desespero, él ahoga mis gritos con sus besos, sigue y sigue, yo siento que voy a estallar.

Con su mano izquierda aprieta mi cuello, yo estoy a su total merced, ya no tengo voluntad, con su mano derecha me toma de la cadera con fuerza dándome grandes estocadas. Siento como entra y sale, me llena hasta lo más profundo, las piernas se me tensan una vez más, entre jadeos vuelvo a gritar su nombre…

—¡Álex!

—Colapsa conmigo nena —susurra con su voz ronca.

Sus embestidas son más rápidas, cierro los ojos, me pierdo en su ritmo, me deleito con sus jadeos, nuestras respiraciones se hacen una sola, arqueo mi espalda y gimo en voz alta mientras abrazo un maravilloso orgasmo.

Hunde su cabeza en mi cuello sintiendo su aliento tan caliente acompañado de un gruñido que sale desde el fondo de su garganta, siento como su orgasmo me llena.

Se derrumba sobre mí aplastándome contra el colchón. Hunde su rostro en mi cabello e inhala, cuando se recupera se incorpora saliendo de mi cuerpo. Nos quedamos abrazados unos minutos, disfrutando del maravilloso momento, mágico, como cada uno de nuestros encuentros. Lo amo, lo amo tanto.

Y así ¿a quién no se le olvidan las pesadillas? Ya ni recuerdo lo que soñé. Me acomodo en sus brazos, dejo un beso en sus labios y suelto en ellos;

—Te amo mi gruñón.

Sus dedos hacen pequeños dibujos en mi espalda.

—Te amo mi mocosa.

Cierro los ojos y ni cuenta me di cuando me volví a dormir.

Siento unos besos en el rostro, tallo mis ojos y al abrirlos veo al hombre más guapo del universo entero, tan sexy con su ropa deportiva, ¡Ay Dios! Quiere decir que es hora de mi tortura.

—Buenos días dormilona.

Me hala las sábanas y yo vuelvo a cubrirme.

—¡Cinco minutos más! —gruño.

Cierro los ojos, él vuelve a halar mis sábanas.

—Nena, no seas floja.

Hago un gesto de puchero y él solo sonríe.

—¿Lo que hicimos en la madrugada no cuenta como ejercicio?

Álex suelta una risita.

—No seas floja. Y no, eso no cuenta, no seas tramposa. Aunque si quieres volvemos a repetirlo.

Sonríe malvadamente y mis piernas flaquean, como diciendo, estoy más que lista.

Me levanto, empiezo a recoger mi cabello, él me sigue con la mirada, paso las manos por mi cuello y con una sonrisa malvada comento.

—Creo que me está saliendo papada.

Él arquea una ceja y me mira.

—¿De qué hablas? Yo no veo nada.

Doy tres pasos y me detengo frente a él.

—Y sabes, para eso hay un ejercicio muy bueno.

Él sigue mirándome con su gesto de confusión, pero luego una sucia y malvada sonrisa se dibuja en sus labios cuando me hinco de rodillas ante él, ahora entiende todo.

Yo lo saboreo, lo disfruto como si de una golosina se tratara, luego de unos minutos de placer, salimos a cumplir con nuestra rutina de ejercicio.

Estamos todos en el comedor, hoy preparo el desayuno, mini Álex está listo, tan guapo mi gruñón miniatura, es que, justo hoy, se levanta de mal carácter, tiene el ceño fruncido, yo sonrío como tonta por los recuerdos que esto me trae.

—Campeón, hoy te recojo para irnos a las clases de fútbol.

Comenta Álex mientras frota su pelo, por fin se le escapa una sonrisa. Hoy es martes, tiene clase de fútbol, como siempre Álex es quien se encarga de llevarlo.

—Nena, ve hoy en tu auto, no sé a qué horas salgamos del entrenamiento.

—Perfecto mi cielo. Ah, hoy creo que no puedo almorzar contigo.

—¿Y eso? —arquea una ceja.

—Tengo que organizar unas cosas con Katia, tenemos planeado contratar otro chef, que se especialice en cualquier tipo de comida, mejor dicho que nada le quede grande.

Suelta una risita. Me guiña un ojo.

—Y con lo exigente que eres.

—¿Perdón? —me llevo la mano al pecho en señal de indignación—. ¿Exigente yo?

Soltamos una carcajada.

—¿Buscan un hombre o una mujer? —inquiere con curiosidad.

—Las posibilidades están abiertas, lo que sea.

Sonrío con malicia, él solo frunce el ceño, tengo muy claro por qué lo pregunta. Terminamos nuestro desayuno, recogemos nuestras cosas. Antes de salir nos besamos con esa intensidad de siempre, un beso para el día entero.

Hoy llevo a mini Álex, ya que Álex lo recoge en la tarde. Le pongo el cinturón de seguridad, dejo un beso en su frente, me regala una sonrisa y suelta con esa voz tan dulce.

—Mami, ¿Tú quieres mucho a papá?

Rodeo el auto hasta llegar a la puerta del conductor, mientras me acomodo lo miro por el espejo.

—Yo no quiero a papá, yo lo amo, como te amo a ti.

Vuelve a sonreír, enarca una ceja y vuelve a preguntar.

—¿Qué diferencia hay entre querer y amar?

Pero qué curioso me salió, enciendo el coche y salimos. La escuela queda muy cerca, es una de las mejores.

—A ver cómo te explico, eres muy pequeño para entender mi corazón.

Se cruza de brazos.

—Pero puedo entender mami.

—Cuando se quiere, fácilmente puedes dañar a esa persona, o te pueden dañar, querer es algo pasajero, algo que tiene principio y probablemente en cualquier momento tendrá un final.

»Y amar, es darlo todo, existe el principio, pero nunca contemplas un final, porque no quieres que termine. Cuando amas eres incapaz de lastimar, todo lo contrario, harías todo con tal de que esa persona esté bien, todo sin importar lo que sea, solo por el bienestar de esa persona.

Sonríe y mira por la ventanilla.

—Yo los amo mami, ¿ves que sí entendí?

Le lanzo un beso y sonrío. Llegamos hasta la puerta de la escuela, la profesora es quien se encarga de recibir a los niños, dejo un montón de besos en su rostro y él hace lo mismo, muero de amor.

Minutos después…

Llego a mi restaurante, ya está abierto, hay quienes se encargan de abrirlo temprano, para empezar con la limpieza. Le doy una mirada antes de entrar, sonrío con orgullo por todo lo que hemos logrado, saber que tenemos uno de los restaurantes más prestigiosos de Manhattan.

La puerta azul de la entrada da la bienvenida a un espacio amplio en el que predomina un acabado moderno en color grisáceo, con candelabros de pedrería brillosa tanto en la primera planta como en la segunda. Al lado derecho de la entrada encontramos la Hostess; la encargada de recibir y atender en primera instancia los clientes, de eso se encarga una mujer, aunque cuando cambia de turno es un hombre quien la reemplaza.

Seguido encontramos las escaleras con barandillas de cristal que nos conducen a la segunda planta, donde está nuestra oficina y un espacio para los niños cuando los traemos al trabajo. Tiene un área completa de juegos para los dos, ya que Katia tiene un nene de cuatro años, Matthew, todos le decimos Matt.

El piso de las dos plantas es de un acabado brilloso y de color negro. Las sillas son de herrería, al igual que las patas de las mesas, en la parte de arriba es de cristal cubierta con mantelería de los colores del restaurante; negro con un acabado brilloso.

La vista es espectacular y en la noche mucho más con la vista de los edificios. En esta zona también contamos con una barra exclusiva de licores, manejamos una carta de vinos exclusiva a través del IPad que permite ordenar las diferentes categorías en función del precio, tenemos un catador o sommelier; un experto en el mundo de los vinos, capaz de reconocer las características, defectos y virtudes de esta bebida. Su responsabilidad es sugerir el vino apropiado para la ocasión.

En la planta baja está la gran cocina equipada con la mejor tecnología y los mejores chefs y ayudantes de cocina.

También hay una pequeña oficina adecuada para la Maître o administrador; Sophia Ripert, es la persona responsable de planear, organizar, dirigir, coordinar y controlar todas las actividades que se realizan en la prestación del servicio, ella es quien se encarga del restaurante cuando nosotras no estamos.

Tenemos un magnífico Chef, que todos los días crea dos menús, uno de ellos para vegetarianos, de nueve platos cada uno, con el que buscamos sorprender y conquistar a través de los sabores de nuestros platos vanguardistas. Manejamos una gran variedad de comidas.

Contamos con:

Chef ejecutivo; una de las cabezas de la cocina, se encarga de coordinar el trabajo de cada miembro del equipo, crea el menú del restaurante y supervisa los costos de los insumos, obviamente todo pasa por la aprobación de nosotras.

Chef de cocina; apoya el chef ejecutivo en la creación de recetas y menús se encarga de realizar los pedidos de insumos.

Sous chef; se encarga de ayudar a los chefs anteriores, le da instrucciones al resto del equipo, también entrena a cocineros empleados.

Chef repostero; el puesto más dulce de la cocina encargado de la creación de todo tipo de postres.

Nosotras nos encargamos de descubrir nuevos sabores, especialistas en brindar el mejor servicio, una enciclopedia viviente de las mejores recetas.

Por ahí dicen que a un hombre también se le conquista por el estómago, ¿será por eso que los traemos locos?

Saludo a todos los empleados, ellos responden amablemente como suelen hacerlo, le pregunto al portero por Katia, es extraño que aún no ha llegado. Entro a la oficina y empiezo a organizar algunas cosas cuando escucho los alborotos de Katia, es una loca, no cambia, siempre llega con esa alegría que la caracteriza.

La puerta se abre, me saluda con una sonrisa, trae en brazos a mi ahijado, el pequeño Matt. Su cabello es castaño y sus ojos miel son hermosos.

—¿Llego tarde? —empieza a hacerme ojitos.

—¡Cómo extraño en ti!

Se acerca poniéndome el niño en las piernas.

—No voy a mentir, me tardé un poco, además la niñera no llegó, no tengo con quien dejarlo.

—No te preocupes por eso, primero lo primero —Dejo un beso en la cabeza del niño—, ellos son nuestra prioridad.

—Eso sí, mi querida amiga.

La oficina es muy amplia cada una tiene su propio escritorio, también cuenta con un baño personal, en el centro hay una puerta que lleva al cuarto que adecuamos para nuestros pequeños; tiene grandes muebles para su descanso, una gran variedad de juguetes, las ventanas son de cristal azul, con una excelente vista. Y sí, la utilizamos de vez en cuando para descansar, incluso para recibir las visitas de nuestros adorados esposos.

Dejamos a Matt en el cuarto, es un niño muy tranquilo, se queda jugando. Mientras nosotras trabajamos lo podemos supervisar. Nos encargamos de poner el anuncio para buscar un nuevo chef capaz de manejar toda variedad de comida, hombre o mujer, no importa.

A la hora del almuerzo hablo unos minutos con mi adorado esposo. Luego me habla para decirme que ya están entrenando, me envía una foto, yo tipo tonta babeando, se ven tan guapos los dos uniformados, estoy perdidamente enamorada.

—¿Quién lo diría?

Levanto la mirada, la miro con un gesto de confusión.

—¿De qué hablas? —interrogo.

—Mirar años atrás, ver nuestras vidas y lo que somos ahora, jamás me imaginé así, una profesional, felizmente casada y con un hijo.

Sonreí.

—Tienes razón, jamás me lo hubiera creído, somos muy felices.

—Eso sí, casadas con los hombres más guapos del planeta.

—Ojalá esta felicidad sea eterna —Murmuro.

—Lo será.

Seguimos trabajando, platicando, riendo, Katia sale con unas tonterías, ya la conocen.

Álex me habla para avisar que estaban en casa, allá me esperan. Recojo mis cosas y salgo para la casa ansiosa de ver a mis dos amores.

...

Llego, dejo el auto en el garaje, entro por la puerta que me lleva a la sala de estar, me parece muy extraño que la puerta principal está abierta. Miro a todos lados y todo es silencio. Con estos dos en casa es extraño, empiezo a llamar al ama de llaves y a la otra empleada, incluso a Álex y nadie responde. Cruzo la sala, hay un tiradero, los cojines de los muebles están en el suelo, llego hasta la cocina y también hay algunas cosas tiradas, por aquí pasó un tornado.

Seguí llamando, pero no obtenía respuesta, bajo la mirada y vi unas manchas de sangre en el piso, el corazón se me empieza a acelerar, me retumbaba como si quisiera salirse.

—¡Álex, no es chistoso! —grito.

La puerta de cristal que conduce al jardín también está abierta y tiene manchas de sangre, empiezo a pensar lo peor. Camino rápidamente, las manchas se convierten en gotas, luego en pequeños charcos, paso saliva, me pongo pálida, mi pulso se acelera y mi respiración esta vuelta m****a.

Levanto la mirada y grito con todas mis fuerzas.

Continuará.

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