Capítulo 486
Luego, se levantó, se bebió la leche de un trago y dejó el vaso en la mesa: —Entonces, asegúrate de dejarme siempre esa vía libre. Si las cosas no me salen bien, vendré a buscar refugio contigo.

—¡Tío! —Diego, que estaba a un lado bebiendo su leche en polvo, lo miraba con reproche y hacía pucheros—. ¿Hoy no tienes que ir a trabajar?

El rostro de Mateo se endureció, lanzándole una mirada afilada:

—¿Ya te hartaste de mí, mocoso?

Diego bufó: —¡Es que cuando estás aquí, te adueñas de la tía por completo!

Al final, Diego fue quien echó a Mateo.

Tras despedirlo en el ascensor, el pequeño Diego trepó sobre mí y me plantó un beso en la mejilla: —Tía, ¿a quién quieres más, a mí o al tío?

……

Reí: —A ti, por supuesto.

—...Pero amo a tu tío.

...

La noche envolvía el exclusivo club de la ciudad de Perla.

Ubicado en una zona tranquila, en medio del bullicio, el acceso estaba restringido a miembros. Solo la tarjeta de membresía costaba siete cifras.

Ese precio solo te permitía entrar y los gastos den
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