Capítulo 356
—Sí.

El mayordomo respondió de inmediato.

Claramente, esta Irene era falsa.

'Irene' se asustó. Sus ojos, llenos de lágrimas, pasaron de mirarme a Isabella y a Estrella, antes de que se arrodillara ante Mateo.

—¡Señor Vargas, por favor, déjeme ir!

—No debí haber sido tan ingenua. No debí haber pensado en suplantar a Irene...

...

Mateo, mostrando su impaciencia habitual, frunció el ceño: —Si alguien te envió, ve a buscar su ayuda.

—Yo...

Isabella intervino con firmeza: —¡Manolo, no te quedes ahí parado! ¡Mamá, creo que deberíamos devolverla de inmediato a donde vino!

Blanca, con la mirada afilada, observó sin decir nada y se dirigió a Mateo.

—Mateo, supongo que el informe del extranjero ya está en camino, ¿verdad?

—Sí, está en camino.

Mateo asintió y miró su reloj: —En cinco minutos.

—Perfecto.

Blanca suspiró aliviada.

El salón estaba tan silencioso que se podía oír una aguja caer.

Miré a Mateo, tratando de adivinar el resultado.

Mi corazón latía con fuerza y mis palmas estaban sudorosas
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