Capítulo 335
—Eh...

Olaia observó que aún podía manejar la situación y, temiendo que causara más problemas, no dijo nada.

Pero al escuchar el comentario de Mateo, no pudo evitar atragantarse con su propia saliva.

Isabella podía ser mordaz conmigo, pero con Mateo se calló completamente.

Al estar Ana presente, no podía mostrar actitud de mayor y se sonrojó de la incomodidad.

—¡Bribón!

Aunque Ana solía tolerar a Mateo, no podía dejarlo así. Lo miró con severidad: —¿Quién te enseñó a hablar así?

—Abuela, usted me lo enseñó.

Mateo respondió sin inmutarse: —Si ves algo injusto, debes actuar.

...

Ana, furiosa, lo miró con indignación pero no pudo responder.

Cualquiera en la sala podía notar que Isabella estaba buscando problemas intencionalmente, y sus palabras eran más afiladas de lo necesario.

En un intento por cambiar de tema, la tímida y tranquila Irene, con aire ingenuo, comenzó a hablar en voz baja.

—Pero Mateo, mi mamá no está equivocada. Las chicas deben ser puras y fieles...

...

Olaia se encoleri
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