Capítulo 0756
El otro asunto pendiente era el de ese malnacido que había herido a Olaia.

—Sí, señor.

José colgó el celular, intentó encender un cigarro, pero se dio cuenta de que solo llevaba puesta una toalla.

Abrió la puerta del balcón, entró a la casa, fue a la cocina y sacó una botella de agua fría del refrigerador, bebiendo casi la mitad de la botella.

Si no lograran recuperar la grabación, tendrían que hacer lo que Mateo sugirió: tomar medidas más drásticas.

Lo de Óscar era sencillo; bastaba con amenazarlo con su abuela para obtener información sobre lo que ocurrió esa noche.

Pero lo de Paula era diferente.

Sus testimonios deben coincidir perfectamente.

Cuando Olaia despertó, la oscuridad ya había caído.

Miró a su lado y la cama estaba vacía.

Recorrió el salón, pero no había nadie.

En el balcón, colgaban sus ropas y las de José.

Buscó su celular y llamó a José.

Justo cuando la llamada se conectó, vio una nota sobre la mesa de centro.

[He ido a casa. La comida está en el fuego. Si no te apete
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