—Voy a buscar algo para comer.Óscar dijo esto y salió de la habitación.En ese momento, Olaia no tenía tiempo de procesar lo que estaba ocurriendo. Primero, revisó rápidamente la pequeña caja sobre la mesita de noche. Estaba abierta.Luego, miró hacia el bote de basura, donde había algunos objetos usados.Sin embargo, no podía estar completamente segura de nada.Rápidamente se levantó, se dio una ducha, se vistió y, con el celular en la mano, salió apresurada.Recordaba que el día anterior, cuando salió a dar una vuelta, pasó cerca de una farmacia.Pero al abrir la puerta, la del lado opuesto también se abrió al mismo tiempo.—José, tranquilo, no lo voy a contar...Lo que vio la dejó paralizada: Paula, con los ojos hinchados por haber llorado, vestía solo una bata de baño, mientras que José, con la expresión grave, también estaba allí, desarreglado.Unos minutos antes.José despertó, aún con los ojos cerrados, abrazó a la persona a su lado con la intención de besarla.Pero algo en el
Olaia dijo con firmeza: —Ve tú primero y asegúrate de que tome la medicina, yo iré a preguntar en la recepción.José, sin embargo, la detuvo al extender la mano: —No, mejor ven conmigo.Olaia negó con la cabeza, decidida: —Es más seguro actuar por separado. Tengo miedo de que alguien intente borrar las pruebas.Desde el principio, la sospecha de José recaía sobre Óscar.No le parecía alguien completamente transparente.—Si vas ahora, no sacarás nada.Olaia se mostró visiblemente preocupada.Habían pasado ya varias horas desde que se durmieron, y si la otra parte había planeado todo, ya no sería fácil encontrar indicios.Ambos regresaron al último piso del hotel.José tocó la puerta de la habitación de Paula, y, poco después, esta se abrió.Paula asomó la cabeza, mostrándose tímida: —José...José, con una mirada impenetrable y su rostro impasible, extendió el brazo y le entregó las pastillas.Paula miró el envase y, al leer las instrucciones, bajó la mirada, tratando de ocultar su incom
Óscar no se alteró, pero en sus ojos había una profunda tristeza: — Olaia, elija lo que elija, siempre la apoyaré. Solo quiero verla feliz, y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario. Pero, considerando que tu amiga salió de tu habitación, ¿no crees que deberías asumir un poco de responsabilidad por ella?José, sin poder evitarlo, respondió con firmeza: — ¿No te parece inapropiado que ahora vengas a marcar territorio?José no soportaba la actitud de Óscar, que parecía hacer de buen samaritano y se mostraba como el sufriente.A él no le correspondía recibir consejos de alguien que solo sabía pronunciar bonitas palabras, pero carecía de la capacidad de actuar cuando era necesario.Sin embargo, antes de que pudiera replicar, Óscar continuó: — Claro, con un fondo como el tuyo, señor José, tienes todo lo que deseas, y nadie se atreve a cuestionarlo.— Con dinero y poder, ¿quién no tiene varias mujeres?Aunque estaban dentro del ascensor, la atmósfera era tan fría que parecía como si hub
— Yo me encargaré.Olaia, en un gesto de tranquilidad, intentó calmar a Eloy: — De verdad, no es nada grave. Por favor, no le digas nada a Delia, te lo ruego.— Está bien.Viendo que ella prefería que no se metiera en el asunto, Eloy decidió no intervenir: — Haz lo que tengas que hacer.Olaia regresó junto a José, y en ese momento, el gerente del hotel se acercó: — Señor José, mi superior aún está en camino, pero mientras tanto, permítame llevarlo a la sala de descanso, para que pueda relajarse un poco y tomar un café mientras espera.José levantó la mano, restando importancia a la propuesta: — Apúrelo.El gerente, visiblemente nervioso, no se atrevió a contrariarlo y, delante de José, hizo una llamada.Olaia, en voz baja, le preguntó a José: — ¿No deberíamos revisar las cámaras primero?José le respondió con calma: — Hay algunas funciones a las que solo el dueño del hotel tiene acceso.Olaia comprendió al instante.Las grabaciones disponibles para cualquiera probablemente no servirían
...Qué coincidencia tan extraña.Olaia y José se miraron un momento, y fue José quien preguntó: — ¿Y si hay un hacker experto, tampoco podría recuperarlo?El empleado de la sala de monitoreo no conocía la identidad de José, pero viendo la manera tan deferente con la que su jefe lo trataba, dedujo que debía ser alguien de gran importancia.No se atrevió a contradecirlo, así que explicó con cautela: — La persona que diseñó este sistema tampoco podría recuperarlo.— No se trata solo de borrar un archivo y que un programador o hacker lo recupere. Es un sistema de autodestrucción, más bien de autolimpieza. Los datos que se eliminan no se pueden recuperar.Al escuchar esto, los ojos de José brillaron con frialdad: — ¿Dónde está el disco duro?El empleado le entregó el disco duro que había sacado del agua.José lo tomó y, sin cambiar de expresión, se dirigió al dueño del hotel: — Tu computadora, tus cuentas en la nube, todo lo que tengas, me lo entregas.— Claro, tengo amigos en el área de m
— ¿Qué se supone que es esto? ¿Otra obra de teatro?De repente, una voz masculina, baja y despreocupada, rompió el silencio.— ¿Acaso sabían que volvíamos y montaron todo un espectáculo?Olaia miró a Delia, sorprendida.— ¿Cómo que regresaste?Delia le dio un toque en la frente: — ¿Con semejante escándalo y pensaste que no me enteraría?Olaia, confiando en que Eloy no era de los que no cumplen su palabra, preguntó: — ¿Y cómo lo supiste?Delia señaló a Mateo.Todo quedó claro con un simple gesto.Olaia entendió al instante, tomó la mano de Delia y le dijo: — No somos unas niñas. Yo y José podemos manejar esto. Ustedes hagan lo suyo.Delia, sin perder su tono tranquilo, replicó: — Lo que tienes que hacer es más importante que jugar..— ¡José!Olaia iba a decir algo más, pero entonces escuchó un llanto desgarrador.Se giró y vio a Paula, completamente volcada en los brazos de José.En ese momento, había permanecido quieta, con la sensación de que Paula, siendo como era, no se haría daño a
José lanzó una mirada a Olaia mientras hablaba: — Antes no te soltaba ni a sol ni a sombra, y ahora, después de lo que ocurrió entre ustedes, te evita... algo no cuadra.Olaia no tenía ánimos de prestarle atención a Óscar ni a la escena que se desarrollaba ante sus ojos. Estaba cansada, así que tiró de Delia y se fue.Con la observación de Mateo, Olaia empezó a sospechar que, desde que despertó, Óscar había estado actuando de manera extraña.— Cuando termine de comer, voy a buscarlo y le sacaré algo, aunque sea un poco de información.— No hace falta. José intervino con calma—.Cuando tenemos pruebas, no podrá negar nada.Olaia apoyó la cabeza en su mano, pensativa, y preguntó: — ¿Cuánto más tardarás en tener esas pruebas?José no podía dar una respuesta exacta; la situación era complicada: — Lo más pronto posible, dijo, con un tono que no admitía dudas.El camarero llegó con los platos y Olaia comenzó a comer, ignorando a los demás.Aunque José le había pedido que no fuera, ella no era
Finalmente, fue Olaia quien se encargó de recoger su equipaje.Era una persona impaciente, y cuando algo le causaba sospechas, no podía descansar hasta aclararlo.De lo contrario, ni siquiera podría dormir tranquila.José intentó acompañarla, pero ella lo rechazó, dejándolo esperando en el pasillo.Mateo, que conocía a José desde hacía años, no ofreció consuelo alguno.Se limitó a esperar en silencio.Delia, por su parte, se fue a ver a los niños.Dentro de la habitación,Olaia recogió el equipaje que había quedado desordenado tras su despertar. Lo cerró con determinación y lo levantó sin hacer una pausa.Sin sentarse, miró fijamente a Óscar y le preguntó: — ¿Fui yo quien regresó sola a este cuarto anoche?Óscar evitó su mirada, bajando los ojos como un perro regañado, un claro signo de culpa.Aunque su actitud parecía reconocer el error, por dentro aún se resistía a admitirlo.— Olaia, no te he insistido con esto... Nunca quise que fuera un problema...y fue mi primera vez...Olaia lo