Hola, hola por acá. Espero que estén disfrutando de la historia y les guste como vamos hasta ahora. Cómo hemos podido ver a nuestro griego bruto Apolo le ha salido competencia. ¿Qué nos traerá este nuevo personaje. Por lo visto, es un hombre que no le tiene miedo a Apolo.
Si has leído hasta acá, déjame tu reseña por favor. Ayúdame a que la historia crezca y llegue a más lectores. Muchas gracias a las que comentan y me dejan reseña todos los días, es un gran apoyo y estímulo para mí siendo esta mi primer historia.Les mando un beso y en un rato hay actualización.Capítulo sesenta y cinco: No vuelvas a tocarme "Narra Sofía Galanis"Al día siguiente de haber salido del hospital, mi suegro se plantó en la casa para hacer la visita y mi suegra, quien hasta el momento no sé había metido conmigo desde mi operación, aprovechó la visita de su ex marido para pulular alrededor de él y meterse en todas nuestras conversaciones. Lo peor era que, pensando que pasaría el día aburrida en la casa, había invitado al decano Haynes para hablar sobre la tal propuesta de trabajo que tenía en mente para mí. Brenton Haynes podía llegar en cualquier momento.—Veo que te encuentras mejor —me abrazó mi suegro mientras tomábamos el té—, estás radiante.¿Sería por el embarazo? ¿O acaso por cierta declaración de mi marido que, aunque no podía creer, me hacía sentir mariposas en el estómago?—Gracias, querido Ezio —mi temblorosa voz pareció hacer eco en aquella casa de techos altísimos.Atravesamos el salón con dos sofás de terciopelo azul y varios sillones tapizados en c
Capítulo sesenta y seis: No es una varita mágica"Narra Sofía Galanis"—¿Qué no vuelva a tocarte? —bufó sin querer soltarme—. ¿Estás pensando en dejarme, Sofía?—Fuiste tú el que dijo que esto se había acabado —respondí.—Eso fue antes…—¿Antes de qué? —cuestioné algo alterada. Si a él no le importaba que tuviéramos público, pues a mí tampoco. Eso sí, mi voz era un susurro. No quería que nos escucharan aunque nos estuvieran viendo pelear—. ¿Crees que dos palabras bonitas y un perro solucionan nuestros problemas? ¿Crees que voy a creerte, perdonarte y lanzarme a tus brazos como por arte de magia?—La verdad es que sí. Sofía —interrumpió mi protesta—, me estoy muriendo sin poder tocarte.—Eres mayorcito, puedes soportarlo —me aparté.—¿Puedes soportarlo tú?—¿Crees que es un problema?—Dímelo tú —repuso de mal humor—. El dormitorio está apenas frente a nosotros subiendo las escaleras. O… —se me acercó al opido—, podríamos hacerlo aquí mismo, a orillas del lago… Tú solo dime la palabra y
Capítulo sesenta y siete: Coqueteos y reconquistas"Narra Apolo Galanis"Sofía se quedó en silencio y ésa fue la respuesta. Yo estaba a punto de explotar de deseo mientras ella, evidentemente, me veía como un mentiroso. Claro que yo le había dado motivos, pero aun así… Lo que no me gustaba era perder el tiempo dándole mil vueltas a todo.—¿Por qué crees que tengo una alianza en el bolsillo? —¿Otra alianza? —arqueó las cejas con mala cara.—Sí, otra alianza. Te daré cientos de ellas si es necesario. Quiero que renovemos nuestros votos matrimoniales.—La primera vez que estuvimos juntos quisiste casarte conmigo porque era «lo que debías hacer». Y quiero que entiendas que esta vez es diferente.—Tú y yo estamos enamorados, querida esposa. Fue a primera vista, aunque me negara a admitirlo y lo sabes. Lo sabías mucho antes que yo.—¿Enamorados? —Sofía tropezó y yo la tuve que sujetar del brazo—. No esperaba que entendieras tan bien la diferencia entre antes y ahora.—¿Querías que luchase
Capítulo sesenta y ocho: Me voy de la casa"Narra Sofía Galanis"Me dolía. ¡Joder, cómo dolía!Estaba saltando a la pata coja cuando Apolo llegó a mi lado.—!¿Qué pasa?! —parecía más desquiciado que yo adolorida—. ¿Es el niño?Me agarré a sus hombros, intentando resistir la tentación de apoyar la cara en su cuello.—No es nada. Me ha picado algo en el pie derecho.Apolo me llevó en brazos hasta el borde de la piscina y luego metió mi pie en el agua fresca durante unos segundos antes de sacarlo para examinar la picadura, volviéndolo de un lado y después de otro para estudiar la marca roja en el tobillo.—Vamos adentro. Te pondré una pomada para las picaduras.Pero yo no pensaba volver a entrar en casa entre sus brazos. Especialmente ese día, cuando los recuerdos me tenían debilitada.—No es nada. Ya se me está pasando el dolor y el agua ayuda mucho —murmuré, volviendo a meter el pie en la piscina—. Si me quedo aquí unos minutos, se me pasará.Apolo paseó la vista de la entrada de la ca
Capítulo sesenta y nueve: Dame tiempo "Narra Sofía Galanis"El escolta se quedó pasmado, pero yo no me eché para atrás, por mucho miedo que me diera. Llegó el taxi. El taxista fue de gran ayuda en sugerirme un hotel. Al bajar compré el periódico. Lo primero era encontrar un lugar dónde vivir y un trabajo. De nada me servía separarme buscando espacio si vivía con el dinero de mi marido.No cené, en cambio pedí una ensalada mixta de frutas y después de analizar los pros y los contras, decidí llamar por teléfono al contacto que recién había guardado.—Señor Haynes —lo saludé cuando atendió—, acepto su propuesta. Quiero trabajar en su galería.Nos pusimos de acuerdo para encontrarnos precisamente allí y poder comenzar cuanto antes. Luego, prendí la tele de la habitación y no supe en qué momento me quedé dormida.Solo sé que me desperté debido a unos fuertes golpes en la puerta.¿Por qué tocaban habiendo timbre? Y encima parecía que la iban a derribar.Hice un esfuerzo extremo y me levant
Capítulo setenta: ¿Dónde está mi marido?“Narra Sofia Galanis”Después de dar vueltas y vueltas en la cama, soñando que hacía el amor con Apolo en la playa, desperté cansada y furiosa. Y tarde para ir a ver al señor Haynes. Finalmente había aceptado la propuesta del profesor y ya recuperada de la operación comencé a trabajar en la Galería Internacional de Brenton Haynes. Lo había pensado bien y la idea de ocupar mi mente con trabajo resultaba más atractiva que someterme a la tortura de pensar en mi marido una y otra vez. Él había respetado mi decisión y accedido a darme el espacio que necesitaba.Aunque las náuseas matinales que no desaparecían no me habían ayudado nada, esperaba poder comer algo cuando llegase a la oficina. Sí, tenía mi propia oficina, en donde podía restaurar viejos cuadros de pintura tranquila y encerrada en mi propio mundo. Sin embargo, cuando abrí la puerta de mi despacho me encontré a Apolo tumbado en el sofá, dormido.Suspirando, me acerqué a él dispuesta a ec
Capítulo setenta y uno: Mi marido y mi jefe"Narra Sofía Galanis"Nos separamos cuando él quiso, cuando al parecer se le hizo imposible respirar. Yo no sabía cómo lo hacía, pero podía haber seguido besándolo por horas.Apolo siguió mirándome mientras se dejaba caer en el sofá otra vez y yo sentí el calor acumularse en mis mejillas de repente. Bajé la cabeza con una media sonrisa y luché con todas mis fuerzas para no llevarme las manos a la cara y tocar mis mejillas calientes.—Hay una fiesta a la que quiero que acompañes —dijo entonces, descolocándome un poco con el cambio de tema—. Es un amigo mío que no pudo venir la boda y quiero que lo conozcas Ah, claro, había una segunda intención en esa visita.Debería haberlo imaginado.Vacilé sin saber muy bien qué decir. Apenas me estaba adaptando al nuevo empleo y no era el hecho de acompañar a mi marido, sino enfrentarse al escrutinio público, a…—¿Creta también irá a esa fiesta?—Es posible —cerré los ojos y dejé escapar el aire conteni
Capítulo sesenta y dos: Fuera los juegos preliminares"Narra Apolo Galanis"Tirado en una tumbona al lado de la piscina, bebí un sorbo de mi refresco. Hasta yo me sentía ridículo tomando algo que no contuviera alcohol, sobre todo estando en una fiesta.Por supuesto que me gustaría tomar algo más fuerte, pero necesitaba tener la cabeza fría para hablar con mi esposa.Una orquesta tocaba en el cenador, la brisa moviendo el agua de la piscina llena de magnolias y velas flotantes... La mujer de mi amigo había organizado aquella fiesta sin olvidar un solo detalle.Las invitaciones a la finca de Fabio Caruso eran raras porque el hombre valoraba mucho su intimidad, sobre todo con la reputación que le precedía, aunque reunir a políticos y empresarios en su casa sería ventajoso para su empresa. Y para sus pretensiones políticas también, ya que cada día estaba más metido en asuntos de Estado.Yo en cambio prefería su discreto papel, manejando la fortuna familiar. Sofia había dicho alguna vez q