Capítulo cinco: ¿Has estado con otra mujer?"Narra Sabrina Spencer"—Es evidente que ver tu cuerpo desnudo no me excita nada —soltó mi marido con desprecio y descaro al mismo tiempo que tiraba hacia abajo del vestido, dejando mis pech0s demasiado corpulentos a la intemperie, cubiertos solo por un sujetador de encaje casi transparente—. Es insoportable para mí.Se inclinó hacia delante para besarme el cuello con la boca abierta, el contacto fue tan sorprendente, tan diferente a todo lo que había habido entre nosotros hasta entonces, que yo no pude controlar un grito de sorpresa y también de placer.—¿Con quién más has hecho esto esta noche, Fabio? —le pregunté entonces, tratando de empujarlo—. ¿Con la mujer del labial rojo? ¿Acaso voy a beneficiarme de lo que ella te ha enseñado? Fabio no dijo nada. Simplemente se limitó a mirarme con esos ojos negros, tan oscuros y tan brillantes a la vez. Abrumada de dolor y rabia, tiré del nudo de su corbata hasta que conseguí quitársela. Luego a
Capítulo seis: Te odio"Narra Sabrina Spencer"—No he tocado a ninguna otra mujer, Brina, lo prometo. Ella me hizo proposiciones… me susurró al oído y yo le dije que no.Me besó antes de hundirse en mi cuerpo y, cuando yo dejé escapar un gemido, aprovechó para besarme con pasión a la vez que empujaba las caderas hacia delante, apartándose con ligereza antes de enterrarse del todo en mi interior.Un gemido ronco escapó de sus labios y el placer fue como una descarga eléctrica por todo mi cuerpo. Envolví las piernas en su cintura, animándolo, urgiéndolo a ir más deprisa. No tenía paciencia. No quería hacer un esfuerzo para controlarme. No había nada más que él, nada más que aquello. Nada más que un año de rabia y frustración quedando al descubierto a medida que nos librábamos de las inhibiciones.Noté las sacudidas del cuerpo de Fabio, el placer robándole el control... y me gustó. Me sentí orgullosa, pero no era suficiente. Quería darle placer, desde luego. Quería que pensara en aquello
Capítulo siete: Si quiere el divorcio se lo daré"Narra Fabio Caruso"Bebía de mi tercera copa en la mañana cuando irrumpieron en el despacho de mi casa y me lanzaron el periódico encima de la mesa.—¿Dónde está tu mujer, Fabio?Era Apolo, mi único y mejor amigo. Los cristales del vaso que Sabrina había roto ya hacía un mes seguían en el suelo y también la mancha oscura en el papel pintado de la pared, porque no había querido que nadie entrase en esa habitación.Aquello era un fiel recordatorio de lo que había ocurrido la noche en que Sabrina se marchó. Me lo decía casi tan alto como mi maldita conciencia.'No siento nada', repetí en mi cabeza.Mentira. Por supuesto que era mentira, por más que me empeñara en creer lo contrario. Ella me había desnudado, me había dejado reducido a una masa de deseo que no podía controlar y después... me había dejado. No hablamos sobre lo que sucedió, mi esposa simplemente decidió marcharse a escondidas mientras yo todavía dormía.Otra mujer que se ale
Capítulo ocho: El destino es cruel "Narra Sabrina Spencer"No había vuelto a ver a Fabio desde hacía cuatro semanas. Cuatro semanas mirando la pared con los ojos secos. No había llorado desde que derramé esa solitaria lágrima en su despacho, desde que le dije cuánto lo odiaba y lo decía en serio, con todo mi corazón. No había llorado.'¿Por qué vas a llorar por un marido al que odias?', me cuestionaba constantemente.'¿Por qué llorar por un marido que no siente nada por ti?'.No tenía sentido, de modo que no había llorado. Al parecer, yo era una persona sensata incluso cuando se trataba del divorcio.Sin embargo, era un poco menos sensata cuando se trataba de otras cosas. Como por ejemplo, mi salud. Primero fue la falta de apetito, luego los olores raros de los platillos que había comido toda la vida y por último un pequeño mareo que me había dado hace tres días.Me negaba a ir al médico, mucho menos a un ginecólogo. No podía ser lo que estaba pensando, simplemente me negaba a creerl
Capítulo nueve: No te librarás de mí "Narra Sabrina Spencer"Cuando abrí los ojos muy lentamente, allí estaba mi marido, como un ángel caído, vibrando de ira.«¡Maldit0 doctor de pacotilla!», maldije para mis adentros con todas mis fuerzas.—Déjanos solos, O' Connor —ordenó mi marido al inepto.—Por supuesto, Fabio —el ginecólogo salió a toda prisa de la consulta con una media sonrisa dibujada en el rostro. Al parecer, la confidencialidad entre médico y paciente no existía cuando se trataba del gran y poderoso Fabio Caruso.Quien pronto sería mi ex marido me miraba como si fuese la más baja y vil de las criaturas. Como si él tuviera algún derecho. Como si pudiera juzgarme después de lo que había dicho..., después de lo que había hecho.—¿Qué ocurre, Fabio? —le pregunté por fin, conteniendo los temblores, tratando de mostrar una calma que no sentía.Esa era mi especialidad. Después de tantos años ocultando mis sentimientos bajo una máscara, era tan fácil para mí como respirar.—Parece
Capítulo diez: ¿Me vas a secuestrar?"Narra Fabio Caruso"Me quedé frente a la puerta, con los brazos cruzados y los ojos clavados en ella. No iba a ningún sitio. Le gustara a quien le gustara y le pesara a quien le pesara, yo era el hombre más poderoso de Londres y en mis dominios, todos me debían obediencia. Aunque, hasta ese momento, jamás había utilizado tal beneficio con mi propia esposa. Sin embargo, la situación lo ameritaba. De otra forma, Sabrina huiría y se escondería de mí otro mes si era posible.—Date la vuelta —exigió ella con resignación—. Tengo que vestirme.—No es nada que no haya visto antes, esposa mía.—Raras veces. Date la vuelta, Fabio.—Como desee, señora —asentí con frialdad antes de darme la vuelta. Yo tenía que hacer algo, tenía que hacerlo ya y la idea se formó en mi cabeza con rapidez.Sabrina era mía, la esposa perfecta y no quería otra. No estaba dispuesto a dejarla ir, mucho menos gestando a mi heredero.Cuando terminó de vestirse carraspeó y yo me di l
Capítulo once: No te prometí romance"Narra Fabio Caruso"Miré a mi mujer, sentada frente a mí en el avión privado. Tenía la sensación de que estaba tramando su asesinato. Por suerte, Sabrina no era muy fuerte o empezaría a temer que me clavase un cuchillo cuando menos me lo esperara. Aunque en ese instante parecía capaz de intentar asesinarme con un simple tenedor y era en cierto modo comprensible, pero yo debía salvaguardar mis intereses y eso pensaba hacer.No podía ser blando.Sabrina estaba esperando un hijo mío, mi heredero. Por fin lo habían logrado.En cualquier otro momento eso hubiera sido causa de celebración. Había cumplido la promesa hecha a mi abuelo —al menos en muerte—, al que nunca había podido complacer del todo en vida.En cuanto lo descubrí, mi único pensamiento fue cómo iba a retener a Sabrina a mi lado. No sabía qué haría después, pero había logrado llevarla al avión y nos dirigíamos a mi isla privada en la costa caribeña. La villa siempre había sido usada por mi
Capítulo doce: Soy un monstruo"Narra Fabio Caruso" Soy consciente de que seguimos sentados en el auto que nos trajo del helipuerto, como si estuviéramos congelados. El sol baña el rostro de mi mujer, resaltando sus pecas y arrancando reflejos a su cabello dorado. Me duele la mandíbula de la fuerza con que la estoy apretando.Bajo precipitadamente del vehículo y lo rodeo, sin dejar de fruncir el ceño. Abro la puerta y le tomo la mano para ayudarla a bajar. Llevo a mi esposa a la casa, consciente de aquel impulso primitivo y salvaje que siento latir en mi interior y que me obliga a examinarla a cada paso. Nunca antes había experimentado aquel sentido de posesividad y no tengo la menor idea de qué hacer al respecto.—En tu habitación tendrás todo lo que necesites —le informé—. Llamé con antelación para pedir que trajeran ropa, tus cremas habituales y todas esas cosas de ese tipo que usas y cosas de aseo también. —Así que tenías mi secuestro planeado, no fue algo improvisado.—Yo no so