Capítulo ocho: El destino es cruel "Narra Sabrina Spencer"No había vuelto a ver a Fabio desde hacía cuatro semanas. Cuatro semanas mirando la pared con los ojos secos. No había llorado desde que derramé esa solitaria lágrima en su despacho, desde que le dije cuánto lo odiaba y lo decía en serio, con todo mi corazón. No había llorado.'¿Por qué vas a llorar por un marido al que odias?', me cuestionaba constantemente.'¿Por qué llorar por un marido que no siente nada por ti?'.No tenía sentido, de modo que no había llorado. Al parecer, yo era una persona sensata incluso cuando se trataba del divorcio.Sin embargo, era un poco menos sensata cuando se trataba de otras cosas. Como por ejemplo, mi salud. Primero fue la falta de apetito, luego los olores raros de los platillos que había comido toda la vida y por último un pequeño mareo que me había dado hace tres días.Me negaba a ir al médico, mucho menos a un ginecólogo. No podía ser lo que estaba pensando, simplemente me negaba a creerl
Capítulo nueve: No te librarás de mí "Narra Sabrina Spencer"Cuando abrí los ojos muy lentamente, allí estaba mi marido, como un ángel caído, vibrando de ira.«¡Maldit0 doctor de pacotilla!», maldije para mis adentros con todas mis fuerzas.—Déjanos solos, O' Connor —ordenó mi marido al inepto.—Por supuesto, Fabio —el ginecólogo salió a toda prisa de la consulta con una media sonrisa dibujada en el rostro. Al parecer, la confidencialidad entre médico y paciente no existía cuando se trataba del gran y poderoso Fabio Caruso.Quien pronto sería mi ex marido me miraba como si fuese la más baja y vil de las criaturas. Como si él tuviera algún derecho. Como si pudiera juzgarme después de lo que había dicho..., después de lo que había hecho.—¿Qué ocurre, Fabio? —le pregunté por fin, conteniendo los temblores, tratando de mostrar una calma que no sentía.Esa era mi especialidad. Después de tantos años ocultando mis sentimientos bajo una máscara, era tan fácil para mí como respirar.—Parece
Capítulo diez: ¿Me vas a secuestrar?"Narra Fabio Caruso"Me quedé frente a la puerta, con los brazos cruzados y los ojos clavados en ella. No iba a ningún sitio. Le gustara a quien le gustara y le pesara a quien le pesara, yo era el hombre más poderoso de Londres y en mis dominios, todos me debían obediencia. Aunque, hasta ese momento, jamás había utilizado tal beneficio con mi propia esposa. Sin embargo, la situación lo ameritaba. De otra forma, Sabrina huiría y se escondería de mí otro mes si era posible.—Date la vuelta —exigió ella con resignación—. Tengo que vestirme.—No es nada que no haya visto antes, esposa mía.—Raras veces. Date la vuelta, Fabio.—Como desee, señora —asentí con frialdad antes de darme la vuelta. Yo tenía que hacer algo, tenía que hacerlo ya y la idea se formó en mi cabeza con rapidez.Sabrina era mía, la esposa perfecta y no quería otra. No estaba dispuesto a dejarla ir, mucho menos gestando a mi heredero.Cuando terminó de vestirse carraspeó y yo me di l
Capítulo once: No te prometí romance"Narra Fabio Caruso"Miré a mi mujer, sentada frente a mí en el avión privado. Tenía la sensación de que estaba tramando su asesinato. Por suerte, Sabrina no era muy fuerte o empezaría a temer que me clavase un cuchillo cuando menos me lo esperara. Aunque en ese instante parecía capaz de intentar asesinarme con un simple tenedor y era en cierto modo comprensible, pero yo debía salvaguardar mis intereses y eso pensaba hacer.No podía ser blando.Sabrina estaba esperando un hijo mío, mi heredero. Por fin lo habían logrado.En cualquier otro momento eso hubiera sido causa de celebración. Había cumplido la promesa hecha a mi abuelo —al menos en muerte—, al que nunca había podido complacer del todo en vida.En cuanto lo descubrí, mi único pensamiento fue cómo iba a retener a Sabrina a mi lado. No sabía qué haría después, pero había logrado llevarla al avión y nos dirigíamos a mi isla privada en la costa caribeña. La villa siempre había sido usada por mi
Capítulo doce: Soy un monstruo"Narra Fabio Caruso" Soy consciente de que seguimos sentados en el auto que nos trajo del helipuerto, como si estuviéramos congelados. El sol baña el rostro de mi mujer, resaltando sus pecas y arrancando reflejos a su cabello dorado. Me duele la mandíbula de la fuerza con que la estoy apretando.Bajo precipitadamente del vehículo y lo rodeo, sin dejar de fruncir el ceño. Abro la puerta y le tomo la mano para ayudarla a bajar. Llevo a mi esposa a la casa, consciente de aquel impulso primitivo y salvaje que siento latir en mi interior y que me obliga a examinarla a cada paso. Nunca antes había experimentado aquel sentido de posesividad y no tengo la menor idea de qué hacer al respecto.—En tu habitación tendrás todo lo que necesites —le informé—. Llamé con antelación para pedir que trajeran ropa, tus cremas habituales y todas esas cosas de ese tipo que usas y cosas de aseo también. —Así que tenías mi secuestro planeado, no fue algo improvisado.—Yo no so
Capítulo trece: ¿Lamentas estar embarazada?"Narra Sabrina Spencer"Me hubiera gustado tomar un jarrón con flores que encontré en la habitación y lanzarlo contra el suelo. La mera existencia de ese simple objeto me molestaba. Como si estuviera diciéndome que debería ser feliz allí, como si estuviera tratando de demostrar que aquel era un sitio maravilloso.Pero sobre todo me enfurecía porque, a menos que hubiese flores en todas las habitaciones, ese jarrón dejaba claro que Fabio había sabido que elegiría la habitación más alejada de la suya. '¡Idiota ególatra del infierno!'Me conocía tan bien sin conocerme en absoluto…De un momento a otro, me sentí agotada. Estaba embarazada y Fabio prácticamente me había secuestrado para llevarme a la isla justamente el mismo día en que me había enterado de la noticia, porque mi marido quería negociar o hacer que yo renunciara a sus derechos de custodia.Me dejé caer sobre la suave cama, sintiendo un enorme peso en el pecho. Era como si mi ropa es
Capítulo catorce: Siempre fuiste tú "Narra Fabio Caruso"No podía entender mi propio comportamiento. Claro que tampoco podía entender el de Sabrina. Había pensado que todo sería fácil con ella. La había elegido como esposa porque era inteligente, fiel y sensata. Además, me había servido bien como secretaria durante varios años y nunca me había dado razones para desconfiar. Sin embargo, no debería haber confiado en ella, como yo mismo no debí confiar antes en mi madre, ni en mi ex novia, ni en ninguna mujer que había aparecido en mi vida.—Muy bien, he venido —la voz de Sabrina desde la escalera me devolvió al presente—. Aquí me tienes justo como querías, Fabio.Estaba más guapa que nunca.Tenía un aspecto más relajado del habitual y mi cuerpo respondió con un destello de deseo que empezaba a ser muy natural en mí e insoportable.—Me alegra ver que hayas utilizado tu sano juicio —me las arreglé para pronunciar.—Soy incapaz de matar a mí hijo de hambre. No soy como otros…Dejó la indi
Capítulo quince: Tú también me deseas"Narra Sabrina Spencer"Tu comportamiento era tal contraste con el de Nicole… incluso en sus mejores días —Fabio siguió hablando mientras yo lo miraba pasmada—. Y, de pronto, me encontré deseando que fueras tú. Cuando viajábamos juntos, cuando hablábamos sobre asuntos de negocios o política… deseaba que fueras tú la mujer con la que iba a casarme porque respetaba tu opinión y podía hacerte preguntas cuando todos los demás solo esperaban respuestas.—Aunque es muy sincero por tu parte, no es lo que una mujer desea escuchar —murmuré yo sin poder mirarlo.—Parece que estás enfadada contigo misma por haber aceptado una proposición que considerabas por debajo de ti. —No es eso.—¿No?—Tal vez soy yo quien ha cambiado, pero la gente cambia.—Solo porque olvidan —intervino él una vez más—. Y tú olvidas que firmamos un contrato prenupcial de bienes separados. Por lo tanto, que tendrás que irte de la mansión y buscar un trabajo. Tal vez tendrías que enfre