Siendo una pareja casada, la abuela le preparo la habitación principal de la mansión. —Tenías razón, tus tías son… — cerro la boca para no decir nada que pudiera ofenderlo. —¿Entrometidas? — secundo Alexander. —Sí, un poco, además, no pensé que tu abuela haría ese tipo de comentarios. Alexander
Capítulo 20 Cerrando la puerta, Ashley se recostó contra ella y soltó un suspiro que emano desde el fondo de su alma. Distraídamente, miro alrededor del baño, era inmenso y muy lujoso. Toallas azul marino bordadas con hilos dorados, colgadas pulcramente en una barra dorada, y un inmenso jacuzzi y t
—Buenos días. —¿Dormiste bien? — indago la anciana. —Sí, Magníficamente. —Oh, entonces mi nieto no es tan exigente. Alexander intentó ignorar los escalofríos que recorrieron su cuerpo cuando escucho las palabras de la abuela. —Bueno… ayer… —Estábamos cansados abuela. Pero, gracias por el camis
Ashley le sonrió con fuerza — No necesito tu dinero — deslizo el cheque de la mesa — No hay una cifra que represente el valor de mi esposo. Mirándola directamente a los ojos rompió el cheque. —Si eso es todo, debo irme. Un gusto conocerla Zaria Rubens. Ashley le dirigió una última mirada de desap
Capítulo 21 En la oficina del presidente, unas horas antes… —¿Alexander? Del otro lado del teléfono, un hombre sostenía un bebe de seis meses y lo alimentaba. —¿Brad? —Ha pasado un tiempo. Felicidades por tu boda, lamento no haber podido ir. —Me debes una cena. Después de que te fuiste a San
—Yo he trabajado mucho más tiempo que tú. Debí ser tomada en cuenta para ese cargo, en cambio, de la noche a la mañana eres ascendida y solo tienes un año en esta empresa. Desde que el nuevo presidente llego no has dejado de coquetearle. ¿Te parece que me voy a tragar el cuento de que has trabajado
—¡Dios mío! ¡Es… es hermoso! Ashley estaba estupefacta, era el ramo más grande y romántico que había visto. Se acercó y toco ligeramente las delicadas rosas y miro las palabras en el centro del oso. Te amo. Sus ojos se humedecieron. ¿Qué mujer no caería rendida con tal detalle? Miro al hombre qu
No sabía qué decir y por alguna razón, sentí los pinchazos de las lágrimas. Bajo lentamente sus manos y abrió la cremallera de mi falda tubo, dejándola caer al suelo. Luego, sin quitar sus ojos de los míos, abrió uno a uno las perlas de mi blusa de seda, cuando estuvo hecho, la saco por completo y