―No. ―dijo, negando lentamente ―Sabes que no sucederá. Ahora… ahora Bianca está contigo, tu padre… ―No la amo. Y planeo hacérselo saber a papa. Te amo a ti, Amara y estoy dispuesto a luchar por esto. ¿Tú lo estás? Ella lo miro en silencio. Quería decirle con todo su corazón que sí, que aún lo amab
CAPÍTULO 23 Los labios de Elliot se apartaron y luego presionaron la suave piel de su garganta. El cuerpo de Amara se estremeció en respuesta, cerro los ojos y lo dejo hacer. Por alguna razón, sentía que esto era correcto, que no estaba haciendo nada malo. Él era su marido y ella era su mujer. Pe
CAPÍTULO 24 Al día siguiente, cuando Amara bajo las escaleras, se sorprendió al ver a Elliot sentado en la mesa para desayunar. Sus ojos buscaron al ama de llaves, quien le dio una sonrisa cálida y le dijo. ―Buenos días, señora. ¿Le preparo lo de siempre? ―Ehh… si, por favor. Tomo asiento en si
«Amara, ¿Qué te pasa? ¿Desde cuándo te sientes así por este diablo?» ―No me hagas caso, lo dije solo por molestarte. No hace falta que dejes de ver a nadie, solo llevémonos bien. Tienes derecho a hacer tu vida, nuestro matrimonio, no está forjado en el amor, después de todo. Elliot la escucho habl
CAPÍTULO 25 Después de hablar, se dio la vuelta para irse, pero él la sujetó del brazo con fuerza. ―¡¿Por qué tienes que ser como un maldito erizo?! ¡Estoy tratando de hacer las cosas bien contigo y ¿Qué haces? ¡Volverte una m*****a bruja! ―Elliot estaba furioso y la soltó con brusquedad, haciendo
«¿Quién demonios se cree? ¡¿La esposa del jefe?!» Ana Paula, camino hacia la ventana y miro la bulliciosa ciudad. ―¿Esa es la verdadera razón? ¿Te está obligando a tener un hijo con esa mujer? ¿O estás empezando a tener sentimientos por tu esposa? Sea lo que sea, no voy a quedarme a esperar una re
CAPÍTULO 26 Después de haber sido amigos durante tantos años, Sergio conoce perfectamente las emociones de Amara. Y el que hoy lo llamara diciendo que fueran a beber, significaba que había llegado a su límite. Cuando llego al bar, le resulto difícil encontrarla, miro a su alrededor y después de un
Amara torció los labios como una niña que no quiere abandonar la diversión y asintió con la cabeza. ―Bien, Te ayudaré, apóyate en mí. Ella abrazó su cintura y apoyo la cabeza en su hombro. Juntos caminaban hacia la salida. Sin embargo, justo cuando estaban a punto de llegar, Sergio diviso una figu