De repente, una mano apareció frente a sus ojos, sosteniendo un pañuelo y entregándoselo. Amara giro su cara y se sorprendió cuando vio que se trataba de su asistente Lucy, que había trabajado con ella por casi medio año y también estaba en la sala de juntas hace un momento. ―Sé que estás sufriend
Amara no podía decir una palabra, sus manos estaban apretadas en puños y le tomo toda su fuerza controlarse para no temblar. De repente, una mano grande y poderosa rodeo su cintura. Giro la cabeza y vio a Elliot, quien le estaba sonriendo, pero parecía que había cuchillos saliendo de sus ojos. ―Mi
―Amara. ―dijo palabra por palabra ―Nunca voy a amarte, así que no intentes seducirme. ¡Ni en mil años me enamoraría de una mujer como tú! ―Sr. Kingston, no se preocupe, no volveré a usar esta camisa u otra delante de usted a partir de mañana. Le prometo que este tipo de cosas no volverán a suceder.
CAPÍTULO 3 ―¡¿Quién habla?! ―¿No reconoces mi voz? Amara sintió una ligera familiaridad, la persona del otro lado se echó a reír nuevamente y de inmediato supo quién era. ― ¡¿Sergio Spencer?! La otra parte volvió a reír, como si estuviera muy satisfecho con la respuesta que le dio. ―Afortuna
Pero después de pensarlo, se dijo que no estaba haciendo nada malo, ¿Por qué tenía que esconderse como un ratón? Ella extendió su mano y luego estabilizo sus emociones, miro a Elliot con calma y lo saludo con una sonrisa. ―Sr. Kingston que coincidencia. Este es mi compañero de clases, Sergio Spence
CAPITULO 4Sergio regresó en algún momento y estaba parado escuchando. Miro a Amara con admiración. En ese momento, Claudia estaba tan enojada que podía explotar de la rabia, se levantó abruptamente y señalo con su dedo a Amara.―Perra…―¿Qué ocurre?Las palabras de Claudia fueron interrumpidas por
CAPÍTULO 5. Debido a que sacudió la mano de Elliot con demasiada fuerza, también retrocedió unos pasos antes de quedarse quieta. Lo miro y vio el resentimiento en sus ojos y también… ¿Dolor? No seguramente estaba equivocada, alguien como Elliot Kingston no sentiría dolor a causa de sus palabras.
CAPÍTULO 6 ―¿Oye a donde fuiste? ―¿Entregaste la flor como te pedí? ―Sí, pero, ella se veía triste. ―No te preocupes, haré que sonría de nuevo. El hombre sacó su billetera y le entrego un fajo de billetes. La niña abrió los ojos con sorpresa. ―Ve a casa, esto cubrirá las ventas por un mes. L