Él escuchó el sonido de una notificación y saco el teléfono solo para ver que Stella le había hecho una transferencia. ―Stella, ¿Qué esto? ―apretó la mandíbula y la miro con los ojos entrecerrados. Ella sonrió y le devolvió la mirada, solo que cargada de frialdad, no pensaba quedarse atrás en abso
Cuando Stella camino a través de las habitaciones, su cuerpo se enfrió lentamente y le dolió el corazón. «¡Si no fuera por ese cabron de mi padre, ella no tendría que estar en lugar como este!» ¿Cómo termino mama en este lugar? «Ella siempre fue fuerte, hubiera podido superarlo» Apretó los puños
CAPÍTULO 18 Ella se acercó a su madre, y en sin que ella lo esperara, la agarro del cuello y lo apretó con fuerza. ―Mala mujer, tú… tú destruiste a mi familia. ¡Te voy a matar! Stella comprobó que los pacientes mentales tienen mayor fuerza, Lydia presiono con firmeza, como si no quisiera soltarla
Él sabe mejor que nadie, lo hermoso que es el cuerpo de esta mujer y lo estrecha que es su cintura… Pensando en esto, su cuerpo reacciono inevitablemente. Y Stella también sintió su erección, abrió los ojos sorprendida y lo empujo lejos de ella. ―¡Suéltame! ¡Por Dios, tú… tú, ¿Cómo puedes…?! ―Ten
CAPÍTULO 19. ―¿Ahora que piensas hacer? ―pregunto Stella. Cristian ya se había inclinado y abrochado su cinturón de seguridad. Sus ojos buscaron los de ella y dijo ―¿Qué crees? Hoy casi te desmayas por segunda vez. ¿Todavía dices que es normal? De hecho, Stella se sentía un poco mareada, le dolía
CAPÍTULO 20. Después de regresar al departamento, Stella todavía se sentía mareada e incómoda. ―Stella, ¿te sientes bien? ―se apresuró a llevarle un vaso de agua y le pidió que descansara. ―Sí. No es nada, debe ser el cansancio. ―No tienes buen aspecto. ¿Quieres que vayamos al hospital? Llamaré
―¿Crees que no lo sé? ¿O qué no se lo he dicho? Pero, el abuelo ha sido bueno conmigo y está delicado de salud. No me creo capaz… ―¡Ese anciano también está manipulándote! Pero tú no quieres aceptarlo. ―Mejor cambiemos de tema, ¿de acuerdo? ―Stella suspiro y tuvo una pequeña arcada. Que, por ciert
CAPÍTULO 21. Agarrando cada una su bolso, se apresuraron a bajar y subieron al auto de Mariana. Obligándose a concentrarse en el camino y no en sus sospechas, Stella apretó las manos con fuerza. Cuando el auto se detuvo en un lugar del estacionamiento, se detuvo por un segundo para respirar, aflo