Zacarias daba vuelta como si fuera un tigre furioso enjaulado en su laboratorio. Expulsaba feromonas al aire tan sofocantes que todos los científicos que antes estaban allí habían tenido que salir y nadie se atrevía a entrar. Pero lo más peligroso de él era su mirada. Parecía que podía degollar a cualquiera en cualquier momento.
Incluso una de las hermosas enfermeras había intentado persuadirlo a pedido de alguno de los trabajadores y ahora se encontraba en una camilla, inconsciente. La razón de todo aquello: Zacarias no había podido hablar con Erika. En primera porque ella no lo había contactado después de dejarle el mensaje. Y en segunda. Porque la llamada le rebotaba. Una y otra vez.
Lo había bloqueado.
-Nolan- la voz de Erika resonó detrás del alfa que se giró.-Un momento- dijo al celular y enfocó a la omega- Cariño dame espacio que estoy hablando de negocios- le lanzó un beso girándose, dándole la espalda de nuevo a la omega.Ella ni siquiera se inmutó. En cambio su mirada se fijó en el crucero que era visible del otro lado de los grandes ventanales de la estación. Una sonrisa se dibujó en sus labios antes de desaparecer nuevamente. Nolan por fin colgó y la encaró.-No te imaginas lo feliz que estoy de que en estos momentos estés al lado mío- acarició la mejilla de Erika- Esta vez vamos a ser realmente felices. Compré una casa nueva en las afueras de l
Lo encontró. Después de casi una hora buscando aquel bolsillo oculto en la maleta de Nolan ya lo tenía con ella. El sobre con los papeles que supuestamente podrían destruir a Zacarias. Ahora se ponía en marcha la segunda parte del plan y la más complicada. Se levantó sacudiendo el vestido blanco de flores rojas que Nolan le había obligado a usar ese día y ni siquiera se inmutó en guardar la ropa, no haría falta.Convencida de lo que haría dio media vuelta y salió del cuarto. No tenía dudas. Zacarias siempre había sido muy bueno con ella. Desde la primera vez que se habían encontrado. Ahora era hora que ella hiciera algo por él.Nolan estaba hablando con un empresario repasando el borde de su copa de vino. La amplia sonr
Para cuando Falcon recibió a Zacarias dos meses después, en el aeropuerto, lo que se encontró fue a alguien completamente irreconocible. No tuvo más opción que correr hacia él y tomarlo de los hombros. Lo miró de arriba abajo.El alfa que se había ido no era para nada igual al que tenía delante. El Zacarias de ahora había pedido peso, quizás no tanto como para alarmarse o perder masa muscular pero si preocupante para alguien que valoraba su figura. Su cabello había crecido rompiendo su habitual corte y estaba reseco, había sombra de una barba en su rostro. Pero ojalá eso fuera lo peor, era el rostro sin vida de este.Tenía enormes ojeras bajo sus ojos que de por si apenas tenían brillo. Era como si nada de lo que estuviera a su alrededor lo estimulara.-Zacarias- Falcon lo llamó.Silver llegó un poco después y se puso a su lado poniendo una mano sobre el brazo del alfa. Entendía por lo que estaba sufriendo. A ella le tomó casi dos días levantarse
-¿Estás preocupada amor?- la pregunta de Falcon sacó a Silver de sus pensamientos.-Ir a visitar a los suegros siempre es un tema de preocupación y más cuando se va una semana después de lo que ellos pretendían ¿no crees?- le sonrió calmadamente.Habían salido esa tarde en dirección a la mansión donde residía la familia de Falcon. Un viaje que duraría alrededor de tres horas por lo que llegarían entrada la noche. Cenarían, de seguro tendrían que quedarse a dormir por las exigencias de cierta omega y a primera hora volverían. Ese era el plan que habían conformado.Por un momento Silver pensó que Falcon no se llevaba bien con sus padres pero no quiso preguntar. Quizás lo hacía para que ella no se sintiera incómoda. Después de todo, el primer encuentro de ella con Ofelia había sido con las lanzas en alto y sin armaduras, la primera que cediera, terminaría derrotada. Lástima que Silver no era de las que echara la toalla tan fácilmente.Más bien, se divertía
Falcon no era de aquellos alfas que se molestaba con frecuencia y menos de aquellos que sacara a relucir sus colmillos y que sus ojos cambiara de color. Pero al ver pedazos de cristal en la servilleta junto a la comida y gotas de sangre, casi enloqueció. Sus feromonas se expandieron en todas direcciones de forma agresiva y a la vez protectora en torno a Silver.Alzó la cabeza en dirección a sus padres, su expresión era tal que hasta Ofelia tragó en seco. Reish no habló, solo miró de reojo a su mujer en descuerdo. Sabía cómo era ella pero nunca se esperó que llegara a esos extremos-Ofelia, retírate- uso su voz con la omega en un tono duro dándole a entender que estav realmente molesto. Había un límite para todo.
Silver se dejó caer lentamente sobre el miembro de su alfa. Como siempre este era grande y le costaba un poco al principio aunque la resistencia solo duraba unos segundos acoplándose a la perfección. Era una locura lo que estaban haciendo. Tener sexo en medio de aquella casa, pero ella sabía que Falcon necesitaba recalcar su posesividad sobre ella.No se lo había exigido pero por lo que había estudiado sobre los alfas, esto era parte del instinto. Y ella no se lo negaría. Nunca había visto a su pareja tan fuera de sí, ni siquiera el baño lo había ayudado a relajarse. Todo lo contrario, estaba aún más alerta, hasta había cerrado la puerta con llave. Parecía paranoico, pero solo lo hacía para protegerla y eso conmovió a Silver.
Falcon se removió en la cama encontrando que no estaba el acostumbrado peso en su brazo. Sus ojos se abrieron de golpe y se sentó demasiado rápido en la cama. Miró hacia todos los lados de la habitación encontrando que solo estaba él.-¿Silver?- frunció el ceño.Se levantó de la cama con rapidez buscando en el baño con el mismo resultado.-Mierda- gruñó y se puso un pantalón y la camisa a medio abrochar y salió corriendo.Después de lo ocurrido anoche la idea de que su omega estuviera lejos de él lo volvía loco. Aquella casa, donde vivió durante muchos años y que consideró su hogar, ahora n
Zacarias salió de su auto estacionado en una de las zonas más alejadas del centro de la ciudad. La brisa del mar soplaba y se detuvo con la mirada perdida en el horizonte. Los recuerdos de la primera vez que había llevado a Erika a la playa llegaron a su mente, esa había sido también la primera vez que había visto su sonrisa desde que la había conocido.Después de pensarlo mucho se había dado cuenta que fue en ese momento en que se había enamorado de ella, solo que le había costado mucho reconocerlo. Y ya era muy tarde.Ese mismo mar que había mojado sus delicados y pequeños pies ya talones que la habían hecho feliz, era el mismo que se la había arrebatado.Cerró los ojos y r