“¡Oh, gracias, aquí está la ensalada!”.

“Oh, genial, Zade trajo el hielo, gracias”, comenta Zaia.

“Y él trae el calor”, murmuro, sin darme cuenta de que lo dije en voz alta, haciendo que todos se rían a carcajadas.

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Es pasada la medianoche y todos se han ido. Acabo de prepararnos bebidas calientes después de ducharnos.

‘¿Dónde estás?’, pregunto, ya que él no estaba en el dormitorio.

‘En el techo, ¿quieres unirte?’.

Sonrío. ‘Sí, traeré algunas bebidas calientes’.

Sirvo el café en dos termos y tomo una manta antes de salir y trepar por el costado de la casa. Zade ha hecho algunos puntos de apoyo para mí, lo que también ayudó.

Él me quita las bebidas y me ofrece una mano, que tomo, y él me ayuda a levantarme. Me acomodo a su lado mientras besa mi mano antes de apagar su cigarrillo y envolverme con su brazo.

“¿No tienes frío?”, pregunta él, su mirada se dirige a mi camiseta fina, o debería decir a su camiseta.

"No, como dije antes, tú traes el calor". Sonrío mientras me apoyo