Sin embargo, a Harvey York no le importaban las absurdas exigencias.

“¿Hay algo más?”.

“¡Por supuesto que lo hay!”.

“¡Eres solo un forastero, así que no tienes nada que decir en la gestión aquí!”.

“¡A quién contratamos y cómo lo hacemos depende de nosotros!”.

“¡Tú solo vienes aquí cada año a cobrar tus dividendos!”.

“¿Y bien? ¿Aceptas?”.

Dillon Lee estaba totalmente sorprendido. Nunca esperó que la instructora fuera tan escandalosa.

¡El Salón Marcial estaría básicamente en alquiler si Harvey hacía lo que los instructores le pedían! ¡Todo lo que podía ganar era solo un poco de dinero de alquiler!

¡Su autoridad y sus derechos de gestión se irían por la ventana!

“¡Si aceptas, seguiremos trabajando aquí!”.

“¡Si no lo haces, renunciaremos y estableceremos otro Budokan en la calle de enfrente!”, dijo Layne Naiswell con calma.

“¡Te daremos un día! ¡Danos tu respuesta después de eso!”.

“¡Ahora, vete de aquí de inmediato! ¡Deja de interrumpir mi clase!”.

“¡No podrás asumir la resp