Capítulo 31
—¡Papá, más suave! —Raúl no esquivó el golpe y recibió de lleno el bastonazo de Diego.

Diego usó su bastón para hurgar en la ropa que Raúl llevaba pegada a la cintura.

—¿No puedes tener algo de dignidad? ¡Es una vergüenza! ¿Te poseyó algún espíritu de zorra o qué? ¿Por qué andas seduciendo a esa mujer?

—¡Shhh! ¡Baja la voz! —Raúl se apresuró a advertirle.

—Claro que debo bajar la voz, ¿te parece esto algo de lo que estar orgulloso? —Diego sentía que estaba perdiendo la compostura.

Pero Raúl respondió: —¡Si alguien nos escucha, ¿cómo voy a poder seducirla?!

Diego puso los ojos en blanco, a punto de desmayarse.

Sofía le consiguió algunos cómics a Patricia y pidió prestado papel y lápices de colores a la servidumbre.

Patricia era muy disciplinada; podía sentarse tranquilamente en un rincón, leyendo y dibujando durante horas.

—Hola, el profesor Jiménez me pidió que resolviera uno de sus exámenes —dijo Sofía, después de acomodar a Patricia, dirigiéndose a uno de los estudiantes de Diego par
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