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Con sigilo, Alastor le indicó que se alejara de la puerta para poder cerrarla, al hacerlo, ambos se acercaron a la que era la habitación de Anna. –Pequeña, si hay algo que debes saber de mí, es que yo no confío en nadie –dijo Alastor en voz baja –Obviamente, hay muy claras excepciones –dijo sonriéndole al ver como ella fruncía el ceño ofendida –Pero entenderás que gracias a todo lo que he vivido, no me es fácil confiar en las personas, sobre todo, cuando pretenden acercarse a mi familia – –Entonces, ¿el alfa tenía razón? ¿Aceptaste firmar la alianza sólo porque el señor Basil lo consideró? – –Sí, confío en Basil y en su juicio ciegamente – –Lo entiendo –murmuró Anna, quien ahora tenía un semblante pensativo –¿Estás molesta conmigo? – –¿Por qué lo estaría papá? – –Por alejarte, por debilitar a tu loba, por no traerte cuando era seguro, elige el motivo que más te guste…– Anna, al ver el semblante angustiado de su padre, se apresuró a refugiarse en sus brazos. –No papá, no estoy
–Esta actitud tuya no tiene nada que ver con el lobo que vi ir tras los salvajes –dijo Anna antes de limpiarse la saliva del lobo –Me gustas más así…– “¿Oíste?” –preguntó Damon “Por favor, sólo vámonos…”–pidió Dante avergonzado Tenía que admitir que la actitud dócil de su lobo lo estaba sorprendiendo, pues Damon, rara vez se dejaba tocar por alguien, si acaso, por su madre, su padre, y ocasionalmente, por algunos niños, sin embargo, ahí estaba, a punto de tumbarse patas arriba para que Anna le frotara la barriga. “Damon, nuestra compañera tiene hambre” –le recordó Dante tratando de evitar semejante espectáculo Al escucharlo, Damon gruñó, frotó su cabeza contra el cuerpo de Anna una última vez y después, se alejó unos pasos para echarse a cuatro patas. –Si, definitivamente me gusta más este Damon –dijo Anna riendo al escuchar cómo el lobo ronroneaba cuando ella subió a su lomo y se abrazó a él de la misma forma en que lo había hecho antes Encantado por sus palabras, y por poder s
–No –dijo Dante dirigiendo su mirada hacia la chimenea –¿No? –preguntó Anna confundida –No se lo diré… – –Pero ¿Por qué? Dante, acaso no te preocupa…– –Me preocupa que salga con alguien más –admitió Dante interrumpiéndola –Ella es muy hermosa y seguramente tendrá a muchos detrás de ella – –Entonces ¿Por qué no se lo dices? –preguntó Anna sin entender –Ella está pasando por un momento complicado justo ahora, si voy y le suelto esto de repente, temo que sólo lograré confundirla y agobiarla, además, al ser mi partida algo tan inminente, ni si quiera podré estar con ella para desarrollar nuestro vínculo – –¿Entonces que harás? – –Aún estoy en eso –dijo Dante dirigiendo su mirada hacia ella antes de sonreírle –Hablemos de otra cosa, ¿te parece? – Anna dudó, sin embargo, al no tener derecho de cuestionar sus decisiones, asintió. –Dime ¿Te gustaría ir a conocer el pueblo? – –Me gustaría, pero, creo que tengo que pedir permiso primero – –Bueno, si te lo conceden, me encantaría guia
–¡Basta! Sabes que no es cierto –le dijo Anna a Dante mientras caminaban juntos de regreso a la casa del alfa –Anna, hasta Lysander lo notó –dijo Dante mientras reía a carcajadas –Pues creo que tu beta necesita gafas –gruñó Anna cruzándose de brazos al tiempo que apresuraba el paso –Vale, vale, no te enojes –dijo Dante apresurándose a tomarla de la cintura para hacerla retroceder –La próxima vez crearé una distracción para que nadie vea cómo pones una carta extra en la mano de tu beta – Al escucharlo, Anna no pudo seguir fingiendo y soltó una carcajada. –¿Cómo es que no lo notó? –preguntó entre risas –Creo que estaba más concentrado en proteger su postre de Lysander que de ganar el juego – –No lo culpo, se robó el mío y el de Jaden –dijo Anna antes de volver a reír Habían pasado ya cuatro días desde que ella había llegado a la manada, por lo que había tenido la oportunidad de conocer a Gabrielle y a Jaden, quienes se habían presentado en la casa del alfa el domingo por la tarde
–¿Lo ves? ¡Te dije que te verías hermosa! –dijo una joven cuyos ojos ambarinos brillaban con emoción –El joven alfa quedará deslumbrado – –Gabrielle…–gruñó Anna –No debí haberte dicho nada – –No hay nadie aquí, como hermana mayor, ¿acaso no tengo el derecho a molestarte con esa información tan valiosa? –preguntó Gabrielle mientras acomodaba el cabello de Anna en una media coleta –Sólo eres mayor que yo tres meses Gaby –dijo Anna pasándole el antifaz que su madre le había pedido usar esa noche –Tres meses son tres meses–dijo Gabrielle colocándole el antifaz –Luna madre se toma demasiadas molestias ¿Por qué simplemente no anuncian que has vuelto? – Al igual que Gael, Gabrielle había sido criada y protegida por Iva, así que, de vez en cuando, solía llamarla “Luna madre”, por lo que, para Gabrielle, lejos de todo rango y lazos de amistad, ambas eran hermanas, lógica que Anna aceptó encantada, pues la chica, se había ganado su cariño en sólo unos días. –Mamá dijo que sí escondía mi id
Tras un largo y tortuoso viaje, el auto de Liam finalmente se detuvo frente al café “Red Stella”, donde tres patrullas custodiaban el lugar. –¿Son nuestros hombres? –le preguntó Alastor a Liam –Sí, me aseguré de que ningún humano viniera, también llamé al teniente Collins, quien a su vez llamó al señor Basil, debe estar al caer –informó Liam –¿Alastor? –lo llamó Neilan al ver que el hombre olfateaba el aire –Llama a Byron, dile que traiga a su equipo, diles que corran, el olor del vampiro aún está fresco, no debe estar lejos…– –¿Cómo…? – –Haz lo que te digo –gruñó Alastor antes de dirigirse al local –Liam, llama a mi suegro, necesito a mis mejores rastreadores – –Como usted diga señor –dijo Liam volviendo junto a su hermano, Neilan Tras saltarse la cinta que prohibía el paso a civiles, Alastor entró al café, donde, en una de las mesas cercanas a la barra, pudo ver a dos jóvenes hablando con Marcos, uno de sus tantos guerreros que habían sido infiltrados en las fuerzas policiaca
Sentada en las escaleras de la entrada principal de la casa del alfa, Anna observaba la casa de la manada distraídamente mientras esperaba a Dante, pues, para su mala suerte, el viernes había llegado finalmente, lo que significaba, que ese era el último día en el que visitaban juntos el café Moore. –Echaré de menos esta rutina…–dijo Anna en un susurro Desde que Dante había descubierto lo que los purgantes hacían en ella, el joven se las había ingeniado para estar con Anna desde el momento en que la tomaba, hasta que el malestar la despertaba, por lo que, cuando se sentía mejor, ambos salían a dar un paseo sólo para terminar en el café Moore. “Todo excepto las náuseas” –gruñó Amara –Excepto las náuseas –coincidió Anna Gracias a que, según Amara, habían eliminado todo el acónito de su cuerpo, el vínculo entre ellas se había hecho más fuerte, por lo que ambas, solían hablar casi todo el día, lo que, de hecho, hacía reír a Dante, pues en más de una ocasión la había atrapado hablando s
Ante el fuerte grito, Anna se encogió, pues todos sus sentidos habían estado más sensibles en los últimos días, sin embargo, al ver el pastel frente a ella, sonrió. –¡Feliz cumpleaños joven alfa! –volvieron a gritar todos Cuando Anna iba a agradecer, Dante encendió la vela mágica en su pastel y todos comenzaron a cantarle “Cumpleaños Feliz”. Mientras lo hacía, Anna dirigió su mirada hacia los presentes, por lo que pudo distinguir a Lysander, a Alina, a Don, a Gino, a Gabrielle, a Jaden y por supuesto, a Dona, quien tomaba fotos sin parar con su fiel cámara instantánea. –Sabemos que hoy no es su cumpleaños –dijo Alina, quien al igual que Jaden, parecía rehusarse a tutearla –Pero desgraciadamente, muchos de nosotros no podremos estar con usted –dijo refiriéndose claramente a Dante y a todo su equipo –Así que nuestro dulce, dulce alfa, organizó esto para ti, bonita –dijo Lysander sentándose en una silla justo frente a ella –¿Verdad que es un encanto? –le preguntó con complicidad Ann