Querido lector: A partir de hoy serán dos capítulos de lunes a viernes, si puedo, tal vez suba más, por favor, no olvides leerlos ❤️
–Sí –murmuró Anna –Aquí está tu teléfono – Al extendérselo, tuvo la oportunidad de observar su ropa más detalladamente, por lo que su mandíbula, casi cae al suelo al notar que ahora llevaban colores similares. “Genial, creerá que le copiamos” –gruñó Amara Dante vestía un pantalón de vestir recto de color beige, mientras que su camisa, era de color negro al igual que sus elegantes zapatos. –Te lo agradezco –dijo Dante metiendo su teléfono en el bolsillo de su pantalón –¿Bajamos? La Luna Iva debe de estar por llegar – Anna asintió y lo guio fuera de su habitación hasta las escaleras, donde, a medio camino, la puerta principal se abrió bruscamente. –¡Mamá! –exclamó Anna apresurándose hacia ella –Oh, mi niña, gracias a la diosa –dijo Iva apretándola fuertemente –¿Estás bien? ¿No te hicieron daño? – –Creo que me estás haciendo más daño tú –dijo Anna jadeando, pues con el fuerte abrazo, Iva había logrado sacarle el aire –Venga Iva, déjala respirar –dijo Basil, quien cerró la puerta
Con un triste suspiro, Gino clavó su mirada en los hermanos Moretti, y al ver como Anna sonreía, él mismo no pudo evitar hacerlo. Si bien la joven intentaba apaciguar el enojo de Ares, ella no podía evitar soltar una risita con cada palabra enfurruñada que el niño decía, pues este, era una mini copia de su padre, por lo que verlo hacer pucheros, resultaba muy gracioso, pues era como ver al alfa haciendo esos gestos. –¿Y qué les dijiste cuándo no te creyeron? –le preguntó Anna a Ares, quien se aferraba al cuello de su hermana, pues esta, lo había cargado en sus brazos –Nada –dijo Ares con un pequeño gruñido, el cual, enterneció a Anna –Byron me dijo que, si papá no había dicho nada aún, yo tampoco debía hacerlo, dijo que seguramente papá estaba planeando algo para tu cumpleaños – –Y así es –le dijo Anna en un susurro –Papá y mamá están planeando mi fiesta de cumpleaños, así que ese día, los sorprenderemos a todos – –¿Enserio? –preguntó Ares con entusiasmo –Sí, se arrepentirán por n
–No tengo ni idea de por dónde empezar, mi día ha sido una locura desde que desperté esta mañana –dijo Anna, quien estaba lavando los platos –Empieza por hablarnos sobre Amara –dijo Egan, quien era el encargado de guardar los platos que su hermana le pasaba –¿No se supone que estaba inactiva? – –Eso se pensaba, o al menos, eso era lo que papá quería que pensaran todos –dijo Anna con un suspiro –Sin embargo, Gino, quien siempre se mantuvo cerca de mí, se dio cuenta de que ella siempre había estado conmigo – –Vale, ahora entiendo porque nunca regresó a Loto de Luna –dijo Elizabeth arrugando el ceño ligeramente –Tiene sentido, quería estar cerca de su alfa –dijo Egan –Está en la naturaleza de los betas querer estar cerca de sus alfas –le explicó a Anna, quien había dejado de lavar los platos para observarlo –Al menos eso me dijo Lysander –agregó encogiéndose de hombros –Y por si te preguntas cómo sabemos lo de Gino, es porque él estuvo viviendo con nosotros junto con la Luna Iva y el
Sin decir nada, Alastor cerró los ojos y continuó girando su silla. Lo que estaba planeando era una locura, sin embargo, ya no podía seguir así, su pasado había comenzado a alcanzar a gente de otras manadas y ahora, también a los humanos que vivían en la ciudad que tanto amaba, si quería protegerlos, tenía que hacer las paces con su pasado, o mejor aún, tenía que enterrarlo definitivamente. –Basil –dijo Alastor finalmente –Tú conoces mi historia mejor que nadie, sabes lo que he vivido y conoces mi pasado mejor que nadie, sin embargo, hay algo que ni tu ni yo sabemos…–dijo al tiempo que se incorporaba para poder verlo a los ojos –El motivo por el que te hicieron todo eso…–dijo Basil con cautela, pues comenzaba a sospechar el rumbo que tomaría la conversación –Vuelves a tener esa idea de querer ir a Arcadia…– –Sí, y ya no es sólo una idea, tengo que volver…–dijo sosteniendo la mirada preocupada del hombre –Creo que ya se ha perdido suficiente, y te puedo asegurar, que no perderé a mi
Con sigilo, Alastor le indicó que se alejara de la puerta para poder cerrarla, al hacerlo, ambos se acercaron a la que era la habitación de Anna. –Pequeña, si hay algo que debes saber de mí, es que yo no confío en nadie –dijo Alastor en voz baja –Obviamente, hay muy claras excepciones –dijo sonriéndole al ver como ella fruncía el ceño ofendida –Pero entenderás que gracias a todo lo que he vivido, no me es fácil confiar en las personas, sobre todo, cuando pretenden acercarse a mi familia – –Entonces, ¿el alfa tenía razón? ¿Aceptaste firmar la alianza sólo porque el señor Basil lo consideró? – –Sí, confío en Basil y en su juicio ciegamente – –Lo entiendo –murmuró Anna, quien ahora tenía un semblante pensativo –¿Estás molesta conmigo? – –¿Por qué lo estaría papá? – –Por alejarte, por debilitar a tu loba, por no traerte cuando era seguro, elige el motivo que más te guste…– Anna, al ver el semblante angustiado de su padre, se apresuró a refugiarse en sus brazos. –No papá, no estoy
–Esta actitud tuya no tiene nada que ver con el lobo que vi ir tras los salvajes –dijo Anna antes de limpiarse la saliva del lobo –Me gustas más así…– “¿Oíste?” –preguntó Damon “Por favor, sólo vámonos…”–pidió Dante avergonzado Tenía que admitir que la actitud dócil de su lobo lo estaba sorprendiendo, pues Damon, rara vez se dejaba tocar por alguien, si acaso, por su madre, su padre, y ocasionalmente, por algunos niños, sin embargo, ahí estaba, a punto de tumbarse patas arriba para que Anna le frotara la barriga. “Damon, nuestra compañera tiene hambre” –le recordó Dante tratando de evitar semejante espectáculo Al escucharlo, Damon gruñó, frotó su cabeza contra el cuerpo de Anna una última vez y después, se alejó unos pasos para echarse a cuatro patas. –Si, definitivamente me gusta más este Damon –dijo Anna riendo al escuchar cómo el lobo ronroneaba cuando ella subió a su lomo y se abrazó a él de la misma forma en que lo había hecho antes Encantado por sus palabras, y por poder s
–No –dijo Dante dirigiendo su mirada hacia la chimenea –¿No? –preguntó Anna confundida –No se lo diré… – –Pero ¿Por qué? Dante, acaso no te preocupa…– –Me preocupa que salga con alguien más –admitió Dante interrumpiéndola –Ella es muy hermosa y seguramente tendrá a muchos detrás de ella – –Entonces ¿Por qué no se lo dices? –preguntó Anna sin entender –Ella está pasando por un momento complicado justo ahora, si voy y le suelto esto de repente, temo que sólo lograré confundirla y agobiarla, además, al ser mi partida algo tan inminente, ni si quiera podré estar con ella para desarrollar nuestro vínculo – –¿Entonces que harás? – –Aún estoy en eso –dijo Dante dirigiendo su mirada hacia ella antes de sonreírle –Hablemos de otra cosa, ¿te parece? – Anna dudó, sin embargo, al no tener derecho de cuestionar sus decisiones, asintió. –Dime ¿Te gustaría ir a conocer el pueblo? – –Me gustaría, pero, creo que tengo que pedir permiso primero – –Bueno, si te lo conceden, me encantaría guia
–¡Basta! Sabes que no es cierto –le dijo Anna a Dante mientras caminaban juntos de regreso a la casa del alfa –Anna, hasta Lysander lo notó –dijo Dante mientras reía a carcajadas –Pues creo que tu beta necesita gafas –gruñó Anna cruzándose de brazos al tiempo que apresuraba el paso –Vale, vale, no te enojes –dijo Dante apresurándose a tomarla de la cintura para hacerla retroceder –La próxima vez crearé una distracción para que nadie vea cómo pones una carta extra en la mano de tu beta – Al escucharlo, Anna no pudo seguir fingiendo y soltó una carcajada. –¿Cómo es que no lo notó? –preguntó entre risas –Creo que estaba más concentrado en proteger su postre de Lysander que de ganar el juego – –No lo culpo, se robó el mío y el de Jaden –dijo Anna antes de volver a reír Habían pasado ya cuatro días desde que ella había llegado a la manada, por lo que había tenido la oportunidad de conocer a Gabrielle y a Jaden, quienes se habían presentado en la casa del alfa el domingo por la tarde