Capítulo 36: Híbridos.

Mientras Anna avanzaba por el campo, comenzó a sentirse algo incómoda, pues todas las miradas de los jóvenes estaban puestas sobre ella.

“Creo que fui algo altanera…” ―pensó la joven

En ese momento, no estaba segura de haber causado una buena impresión, pero ella era de las que no podían quedarse de brazos cruzados ante una injusticia, por lo que, al ver que nadie movía un dedo para ayudar a Leo, ella se había dejado llevar por su instinto.

Por otro lado, cuando ella mostró su decepción, Leo se apresuró a defender a la gente diciendo que, la mayoría le temía a Otto, y ahora que él había intentado atacarla, podía entender el punto del Leo.

Otto no parecía conocer límites.

―Lamento haber causado un alboroto ―dijo Anna soltándose del agarre de Dante para poder girarse a los jóvenes que aún estaban en el campo ―Lamento si les causé una mala impresión ―dijo a la vez que les hacía una pequeña reverencia

― ¡Anna! ―gritó la pequeña Rosella mientras

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