—¡Despierta! ¡Despierta! —llamaba Astoria mientras saltaba en la cama de su amiga.Necesitaban avanzar más su enfrentamiento en contra de Erika. Asto estaba dispuesta a enloquecerla por completo, que creyera que regresó de entre los muertos solo para vengarse de ella y de lo que provocó en su vida.»¡Cora!, ¡Cora!, ¡Corazón bello! —continuaba saltando, esperaba no recibir un golpe de saludo. Cosa que no le sorprendería viniendo de esa chiquita de cabello rizado.Un gruñido fue la respuesta que recibió, uno demasiado bajo y que, en medio de sus silencios, sonaban como si fueran amenazas de muerte.—No quiero —fue la única frase que se entendió a la perfección.—¿No quieres ver lo que pasó con Erika en la noche mientras te fuiste con tu esposito? —cuestionó con jocosidad.Coraline no lo resistiría, y tenía razón. La chica se levantó como si fuera un vampiro despertando de su sueño, sus ojos se centraron en Astoria al tiempo en que su sonrisa se hacía más y más amplia, como si fueran eso
Erika, por su parte, apenas y pudo pegar el ojo en toda la noche. Cada que cerraba sus párpados, veía la imagen de Astoria. No podía estar en paz. Durante esos días no tomó ni una gota de licor, por lo que no se podían justificar esas extrañas visiones a un efecto del alcohol.Examinó en más de una ocasión cada una de las habitaciones del departamento. Tenía los ojos bien abiertos en caso de que notara alguna trampa, algo inusual.Gracias al miedo que la estaba invadiendo, decidió salir a tomar aire, a pesar de que su apariencia fuera completamente desaliñada. ¿Qué podría hacer en esa situación? Ni izquierda le estaba importando de a mucho su trabajo como para alistarse para ir.Su mente no dejaba de traerle a Astoria a sus recuerdos.—Toma aire, Erika. Esa maldita está muerta. Completamente enterrada, tú fuiste a su funeral.Mientras se daba ánimos, sus pasos se detuvieron antes de cruzar la puerta.»¿Y si no está muerta? —se preguntó en un susurro.La comisura de su labio se elevó u
Ese mismo día, a la mitad de este, para ser exactos, las dos amigas se encontraban cocinando mientras planeaban sus golpes en contra de la vieja loca, podrían hacer una nueva aparición en algún otro lugar. Coraline sabía una cosa: Debía ganar esa apuesta.—Pásame ese bol— pidió Astoria, concentrada en cortar la carne para el shawarma.Y sí, los que conocen la historia del par de esposos chiflados ha de saber que una de las comidas favoritas de Cora, era el shawarma. Es esa la razón principal por la que su esposo se ganó ese apodo. Luego de mentir con su apellido, por supuesto.—¿Sabes?— comentó Coraline mientras movía las verduras en la sartén —Esto de cocinar juntas se siente casi terapéutico. Deberíamos hacerlo más seguido… después de que terminemos con cierto «asunto» pendiente.—¿Te refieres a Erika?— cuestionó Asto, con una sonrisa traviesa.—¡Exacto! No puedo esperar a que se vuelva loca. Aunque… ¿Ya lo está, no? —dijo cuando encendió la televisión para poner algo de fondo y com
Erika quedó paralizada. Su respiración se detuvo por un instante mientras sus ojos, abiertos por completo, miraban la mano que ahora pasaba a través de Astoria, como si ella no estuviera realmente allí.—No… —susurró temblando— No… no es posible— Retiró la mano lentamente, incrédula, mientras su cuerpo se estremecía de pies a cabeza.Astoria, quien había observado todo con una calma que le ponía los pelos de punta a su víctima, sonrió con crueldad.—¿Qué pasa? —preguntó con voz gélida. —¿Esperabas sentir algo? ¿Esperabas que fuera real?Erika retrocedió tambaleándose, chocando con la pared detrás de ella, incapaz de articular palabra. Toda la seguridad que había tenido unos segundos antes se había desvanecido en un abrir y cerrar de ojos.Asto se acercaba cada vez más a ella, con una mirada fría y un gesto impasible se aseguraba de espantar cada pequeño rastro de su amiguita. Ella no volvería a creer que estaba viva.—¿Ves? No soy algo que puedas tocar. Pero soy algo de lo que no podr
El par de mejores amigos se encontraban disfrutando del resultado de su cacería. La verdad era que lograron atrapar a su presa en un abrir y cerrar de ojos. Debieron ser rápidos, precisos para que ese pedazo de ser humano no se enterara de que estaba siendo encerrado.—¡Te pedí pan con queso, Marcus! ¡Esto ni siquiera tiene relleno! —exclamó el temido mafioso, sosteniendo el paquete de pan como si fuera un delito grave, muy grave.—Es solo pan, no tiene tanta importancia —contestó el responsable, cruzándose de brazos con exasperación—. No te vas a morir por un poco de pan diferente.—¡No es «solo» pan! —Lo miró con los ojos entrecerrados, como si lo juzgara con estos—. Es el pan con queso. El único que se puede comer mientras planeas cosas serias. Esto es… es una falta de respeto.—¿Falta de respeto? —se burló con sarcasmo—. Lo que es una falta de respeto es que estés más preocupado por el pan que por el hecho de que tenemos a Dimitri amarrado en un sótano. Lo señaló con la cabeza, ll
El estudio de grabación estaba lleno de luces y cámaras enfocando a Erika, quien lucía radiante en el centro del set. La popularidad de Erika como reportera era grande, a pesar de eso nadie parecía sospechar que el momento culminante de su carrera se convertiría en su peor pesadilla.Astoria observaba desde el control, jugaba con sus manos mientras mantenía los ojos fijos en las pantallas. El holograma que crearon los amigos de Coraline era demasiado creíble, tanto que tenía la certeza de que nadie podría dudar de su veracidad. Era su nueva oportunidad de enloquecer a Erika, de mostrarle al mundo quién era realmente.—¿Estás lista? —susurró Coraline, acercándose a ella con una mirada de picardía y curiosidad. Estaba ansiosa por ver la cara de espanto de la bruja esa.Asintió sabiendo que este era el momento que había esperad con ansias. No solo para asustar a Erika, sino para humillarla, para que todos vieran la verdad detrás de su fachada.—Sí, más lista que nunca —respondió con voz
El aire frío de la tarde envolvía a Marcus y Saddam mientras se encontraban en un pequeño café al borde de la carretera, lejos del desastre que sus queridísimas chicas hicieron dentro del estudio de televisión. La conversación entre ellos era tensa, y sus miradas permanecían enfocadas en los dispositivos que marcaban las diferentes ubicaciones de Dimitri.—Mira esto —dijo Saddam, señalando la pantalla de su teléfono—. Hassam me acaba de enviar un mensaje. Ha habido movimientos extraños en un puerto cercano. Según sus fuentes, Dimitri podría estar intentando salir del país.Marcus soltó un gruñido, hace unas horas lo tenían amarrado y completamente bajo su poder, y… ¿Ahora estaba libre buscando la manera de huir?—¿Huyendo? —replicó por fin, su voz se notaba llena incredulidad—. No tiene sentido. Si fuera culpable, no se iría tan fácil.—Eso es lo que no me cuadra —respondió su némesis, moviendo la cabeza mientras pensaba—. Un hombre que está tratando de salvarse no actúa de esa manera
El sol comenzaba a esconderse detrás de las colinas, mientras las nubes oscurecían el resto del ocaso. Los dos hombres se encontraban en el auto, estacionados en una calle desierta, esperando la llegada de Dimitri.—¿Estás seguro de que deberíamos hacer esto? —preguntó Marcus, mirando por la ventana con desconfianza.Debemos aclarar que él no estaba de acuerdo con tener que acercarse de esa manera a Dimitri, pues, todo parecía ser una trampa, eso era tan claro como el día.—No tenemos muchas opciones. Si Dimitri realmente tiene algo que decir, podría ser nuestra única oportunidad de averiguar la verdad —respondió Saddam, apretando el volante con fuerza—. Pero mantén la guardia arriba. No confío en él.Un mensaje de texto interrumpió sus pensamientos. Era de Dimitri: “Estoy en el muelle, cerca de la zona de carga. Necesito hablar con ustedes. No es una trampa.”—¿Crees que realmente no nos quiere hacer daño? —Marcus se giró en dirección a Saddam, su expresión era tan escéptica que refl