El aire frío de la tarde envolvía a Marcus y Saddam mientras se encontraban en un pequeño café al borde de la carretera, lejos del desastre que sus queridísimas chicas hicieron dentro del estudio de televisión. La conversación entre ellos era tensa, y sus miradas permanecían enfocadas en los dispositivos que marcaban las diferentes ubicaciones de Dimitri.—Mira esto —dijo Saddam, señalando la pantalla de su teléfono—. Hassam me acaba de enviar un mensaje. Ha habido movimientos extraños en un puerto cercano. Según sus fuentes, Dimitri podría estar intentando salir del país.Marcus soltó un gruñido, hace unas horas lo tenían amarrado y completamente bajo su poder, y… ¿Ahora estaba libre buscando la manera de huir?—¿Huyendo? —replicó por fin, su voz se notaba llena incredulidad—. No tiene sentido. Si fuera culpable, no se iría tan fácil.—Eso es lo que no me cuadra —respondió su némesis, moviendo la cabeza mientras pensaba—. Un hombre que está tratando de salvarse no actúa de esa manera
El sol comenzaba a esconderse detrás de las colinas, mientras las nubes oscurecían el resto del ocaso. Los dos hombres se encontraban en el auto, estacionados en una calle desierta, esperando la llegada de Dimitri.—¿Estás seguro de que deberíamos hacer esto? —preguntó Marcus, mirando por la ventana con desconfianza.Debemos aclarar que él no estaba de acuerdo con tener que acercarse de esa manera a Dimitri, pues, todo parecía ser una trampa, eso era tan claro como el día.—No tenemos muchas opciones. Si Dimitri realmente tiene algo que decir, podría ser nuestra única oportunidad de averiguar la verdad —respondió Saddam, apretando el volante con fuerza—. Pero mantén la guardia arriba. No confío en él.Un mensaje de texto interrumpió sus pensamientos. Era de Dimitri: “Estoy en el muelle, cerca de la zona de carga. Necesito hablar con ustedes. No es una trampa.”—¿Crees que realmente no nos quiere hacer daño? —Marcus se giró en dirección a Saddam, su expresión era tan escéptica que refl
Astoria se encontraba caminando de un lado a otro, mientras sus manos sudaban más de lo que a ella le hubiera gustado. Su mente corría a mil por hora, era por eso que Coraline, siendo una de las mejores amigas de todos los tiempos, decidió bañarla con agua helada.—¡Cora! ¡¿Estás loca?! —se quejó retirando de su rostro el exceso de líquido.—Mira, Asto. Puedo estar loca, pero eres tú la que estaba dando vueltas en el mismo sitio, ¿acaso querías romper el piso y pasar derecho a la alcoba de los vecinos de abajo? —indagó con un toque de ofensa.La menor se cruzó de brazos, completamente incrédula por la actitud de su amigo; sin embargo, era consciente de que caminar de un lado para otro no era le mejor opción, pues no obtuvo ningún resultado en esos treinta minutos.—¿Cómo crees que voy a estar si nos enteramos de que Erin está metida en todo esto? —soltó en un hilo de voz—. Ella, que parecía tan tranquila, tan noble, tan… linda, es un demonio en el cuerpo de una pequeña e inocente muje
El silencio los inundó. Marcus observaba a Astoria con un poco de incredulidad. Ella, ¿no recordaba con exactitud lo que pasó, o Dimitri estaba jugando con ella?Era difícil llegar a una conclusión cuando todo parecía así de distante. Los únicos que estuvieron fueron ellos dos, ¿quién estaba diciendo la verdad?—Bien, eso no me lo esperaba —largó Coraline sacudiendo su rebelde cabellera.—Yo creo que miente —afirmó Saddam.Astoria no estaba en condiciones para querer pensar en lo que ese hombre le decía, mucho menos para afirmar algo de lo que no estaba segura.Su cabeza le decía que él era el culpable, al igual que su corazón afirmaba lo que su mente decía, no era justo para ella, ¿debería bajar un poco sus murallas?No, no lo deseaba; una parte de sí misma gritaba con fuerza que no lo escuchara, que era uno de sus medios para dejarla como una loca, para acercarse y volver a dañarla.Había perdido a su hijo y a ese hogar que deseó tener durante toda su vida, y aquí estaba, el hombre
En un lugar apartado de la ciudad, los chicos planeaban la manera de enterarse con exactitud el plan de Erika, así como comprobar si Erin tenía alguna complicidad en ese asunto. Lentamente, todo se estaba invirtiendo y los verdaderos culpables se conocerían de una vez por todas.Astoria, sin que fuera su propia voluntad, se dedicó a pensar en su pasado. No quería admitirlo, tenía recuerdos borrosos de los que no fue consciente a lo largo de los años.¿Todo este tiempo estuvo culpando a un ser inocente?Bueno, «inocente» sería un eufemismo; sin embargo, el punto es ese. Estaba culpando a un hombre que nada tenía que ver con su situación. Lo que no terminaba de cuadrar en su cabeza, era el hecho de recordarlo tan cerca de ella, tanto de que ese era casi el único rostro que recordaba con claridad.¿Estaba enloqueciendo? Era una probabilidad. ¿Bajo el efecto de qué sustancia estuvo, que no le permitía rememorar más allá?Marcus notó que su exesposa se encontraba vagando en sus pensamiento
Astoria logró escabullirse a la habitación. Su corazón latía con fuerza, ¡¿qué hacía esa bruja en el departamento?! No sabía la respuesta, pero sí que no era para nada bueno. Tomó aire por la nariz, soltándolo por la boca una par de veces para lograr calmarse. Una salida, eso era lo que necesitaba.—Cora, Cora, terroncito de azúcar, tenemos una emergencia, es un código color bruja —susurró poniendo su celular muy cerca de su boca—. ¿Cora? ¿Me escuchas?Lo único que oyó fue la interferencia en la señal. Parecía que estaba sola en ese momento, ¿debería mantenerse oculta? No, quería enfrentarla, incluso antes de que lograra algo con Marcus, no porque desconfiara de él, sino, porque no se sabía qué esperar de esa víbora ponzoñosa.En la sala, Erika intentaba acercarse a Marcus, el cual, se alejaba lo más que podía, ni siquiera podía esconder su rostro de desagrado, aunque no lo intentara en ese momento.—¿Por qué tan tímido, Marc? ¿Es porque se te olvidó lo que era estar cerca de una muje
—¡Astoria! —gritó Marcus intentando acercarse a ellas.—Si te acercas, la dejo caer —sentenció Erika.El agarre que ejercía sobre la contraria era bastante fuerte. Ambos corazones latían con fuerza a causa de la adrenalina. Los ojos de Astoria estaban centrados en los de la bruja, pues, necesitaba estar apercibida de cada uno de los movimientos que Erika pudiera hacer.Sin ser notado por la bruja, Marcus se apresuró a notificarle a Saddam lo que estaba sucediendo. Estaba a punto de todo ponerse bastante feo.—¿Creíste que una mentira sería para siempre? —susurró acercándola a su rostro. En sus ojos se veía una gran cantidad de odio, más de lo que había demostrado durante el tiempo que llevaban de conocerse.—¿Y las tuyas? Has mentido tanto, que pronto te ahogarás con tu propio vómito —contraatacó—. No importa lo que hagas conmigo, Marcus jamás será tuyo, ¿sabes por qué? Porque ha visto lo asquerosa que eres como persona, una que se centra en hundir a los demás, una que está obsesionad
—¿¡Pueden callar esa cosa?! —gritó Coraline en medio de un quejido. Su cabeza dolía con fuerza debido a la resaca.— Jamás dejen que vuelva a beber de esa manera.Luego de rodar los ojos, Marcus terminó bajando el volumen a la televisión. Tenía curiosidad acerca de lo que dirían las autoridades o los reporteros; más no había preocupaciones, supieron callar.—Funcionó la gran tajada que les diste, Marcus —felicitó un Saddam completamente ebrio, dándole una fuerte palmada en la espalda, una que casi le sacaba los pulmones por la boca.—Por supuesto que funcionó, no podía permitir que el nombre de mi chica apareciera en los encabezados —soltó con un poco de jocosidad mientras Astoria levantaba de repente su cabeza con el ceño fruncido.—¿De qué chica hablan? —cuestionó con molestia.Estaba claro que el alcohol la afectó más de lo que imaginó.Una gran carcajada salió de Saddam, entretanto Marcus sacudía su cabeza de un lado a otro, era toda una escena frente a sus ojos. No imaginó que el