El doctor llega, dejo que la revisen, mientras continuo con mi lectura respecto a las vidas que vivió extrañándome. Mi pecho duele y mi odio hacia los dioses crecen al ver todo lo que le hicieron por quererme. Uno a uno, leo las páginas donde escribió todas las cosas que experimentó por ser una humana que siempre era atacada por su belleza o sus habilidades en cualquier profesión. Siempre sucedía lo mismo: ella sobresalía en algo y eso causaba que fuera atacada. Justo como sucedió en su actual vida, donde sin tener idea de lo que sucedía, tuvo que mantenerse oculta para que no abusaran de ella y su poder mágico o la mataran. Pero, en ningún momento dejó de pensar en mí. Incluso cuando algo terrible sucedía comprendiendo que era una de las calamidades que debía experimentar por amarme, no me odio, pero, yo si lo hago, me odio por no haber aniquilado el cielo mismo por mi mujer. Me desprecio por permitir que nos separaran y quedarme tranquilo esperando mi condena pensando que eso ca
Saber que ella no recuerda todo lo que sufrió por sentir algo por mí, me causa alivio, pero, también tristeza. Después de todo, el que ella no recuerde me parece injusto, porque quiero que esa mujer que tanto me extrañaba, este aquí para que note que cada vida esperándome, dio los resultados que esperaba. Pero, también me siento aliviado de que no recuerde tanto dolor que ‘los suyos’ le causó solo porque una vez en sus siglos de vida, ella dijo no a una petición de ellos. — Está bien. No voy a hablar de mi odio hacia los dioses que no nos dejan tener una vida como deseamos ahora que no somos como ellos. Lo mejor es que disfrutemos nuestro tiempo juntos. — digo y ella suspira profundo. — Seguramente no me quedará mucho tiempo, así que, lo mejor es que pienses en una nueva esposa. — dice Elise y yo sonrío para no gritarle porque está loca. — Parece que has olvidado algo importante, Elise: aunque mi apellido sea Perasi, no llevo la sangre de un Perasi. Así que, no esperes que actúe i
Narra Elise No sé qué es lo que está pasando por la mente de Reymond, pero, con cada expresión o comentario que realiza, me hace sentir extraña. Es como si él fuera una persona diferente porque no se enoja fácilmente, ni es frio y despiadado como antes. — Parece que incluso en los alfas existen cambios grandes en sus actitudes. — digo y él parece salir de eso que tanto medita. — ¿Por qué lo dices? ¿Ahora soy peor? — pregunta él preocupado. — No, me agrada como eres ahora. Es más parecido a lo que creí que viviríamos juntos. — Me alegra escuchar eso. Porque si hay algo que quiero cumplirte, es la promesa de vivir felices juntos, por lo menos, aunque sea en nuestra última vida. Termino de comer y Reymond se marcha con unos libros prometiendo que en dos horas volverá para que salgamos de aquí. Así que, sin la presencia de Reymond, relajo mi cuerpo y desecho todo pensamiento que tengo sobre lo que he vivido, para concentrarme en mi embarazo y mi recuperación. ‘No debo tomar como al
Aunque me prometí tomar las cosas con calma y no darle problemas a mi bebé, las cosas resultaron más difícil de lo que pensaba y por eso, aunque no quería hacerlo rápidamente le he fallado a mi bebé — Elise, por favor, intenta respirar. — Lo siento, pensé en la última vez que lo vi y eso me ha afectado bastante. — Esto no va a funcionar, estamos en medio de una guerra y por eso, no puedo llevarte a casa, pero, tampoco puedo tenerte aquí cuando temes tanto a Jim. — Es solo mientras me acostumbro. — digo sintiendo mucho más malestar. — ¿Qué debería hacer, Elise? No puedo mantenerte conmigo, es muy peligroso. Como todos los estrategas debo mantener mi debilidad en un lugar bien protegido, así que, no puedo mantenerte a mi lado. — ¿Soy tu debilidad? — ¿Quién lo sería si no eres tú? — pregunta Reymond curioso. ‘No pienses demasiado en lo que ha dicho y mejor concéntrate en lo que es mejor para ti. Después de todo, aquí o en la manada, tendré que mantener la calma, pero, serán ento
Las alarmas de peligro se encienden y yo cierro los ojos intentando calmarme porque lo que menos deseo es desmayarme o que me obliguen a dormir. Pero, Reymond comienza a tocar mi pie, alertándome de que no estoy a salvo de más de una manera. — Tranquila, solo quiero darte un masaje para alejar de tu mente esos pensamientos lujuriosos que tienes en estos momentos. — dice Reymond y yo me ruborizo. — No creo que tengas idea de lo que estoy pensando. — Lamento decirte que eres tan obvia y mis palabras fueron tan directas que sé perfectamente que es lo que estás pensando. — Como sea, quiero que nos marchemos y para eso necesito la maldad de tu amigo. — No creo que… — Le gusta matar. — Sí, pero, en nombre de su manada y como te has dado cuenta, no tiene problemas de dinero para que acepte matar por conseguir unos cuantos millones. ‘Vaya, ¿tanto cuesta contratar a un asesino a sueldo? Pensé que era más económico, tendré que reducir la lista entonces.’ Me digo mentalmente. De inmedia
Es evidente que si le pido el favor, creerá que lo estoy usando y es justamente eso lo que pienso hacer. Así que, como no puedo mostrar mis intenciones por ahora, lo mejor que puedo hacer es que él lo desee hacer y para eso debo incitarlo. — ¿Qué has dicho? — No te juzgo por eso, son alfas despiadados que no todo alfa se atrevería a enfrentar. Así que, no necesitas preocuparte porque alguien se burle, después de todo, fue una sabia decisión negarte. — ¿Realmente es tu esposa? Porque según he escuchado, ella no es de las lobas que tolere la violencia. — dice Jim y no dudo que no crea que sea yo, después de todo, así era yo. Así pensaba hasta que ser amable y condescendiente con alguien casi les cuesta la vida a los míos. Ese error no puedo volverlo a cometer, por mucho que en el pasado haya pensado que la violencia no era la solución. — Las moscas se quieren meter en mi comida, así que, debo hacerme cargo antes de que defequen en mis alimentos. Creo que entiendes lo que quiero dec
El auto enciende y nos alejamos de una casa que nunca tuve la oportunidad de recorrer afuera, porque la mayoría del tiempo fue en cama sin poder despertar. Pero, afortunadamente, no me marcho como llegué: inconsciente. — Entonces, nos marchamos de aquí. — susurro sintiendo que es sorprendente haber estado en un lugar que no conocía y de cierta forma extrañaré. — Sigo creyendo que lo mejor es que te quedes con él mientras me hago cargo… — No quiero tener al bebé aquí, según el tiempo que duré inconsciente, el bebé podría nacer en cualquier momento, así que, lo mejor es que este en el territorio donde está la manada. — El hecho de que no nazca allá no quiere decir que no sea el heredero de mi puesto. — Aun así, prefiero estar en un lugar conocido y seguro para mí. — digo. Aunque allá he sido secuestrada, burlada y dañada por mi esposo, siento que los hombres lobos de la manada, aunque fueron obligados a hacerlo, me quieren y harán todo lo posible por protegerme de riesgos externos
Aunque no me agrada la idea, no digo algo al respecto, ya que, son cosas que ellos deben conocer mejor que yo, ya que, son alfas lideres de sus manadas que no tomarían decisiones tontas solo por molestarme. Por eso, me quedo en silencio mientras ellos hablan causando que yo entienda las palabras, pero, no la intención de como lo dicen, porque aunque usamos un mismo lenguaje, no logro comprender la forma en que planean atacar las manadas que se atreven a molestar a la manada luna dorada solo por tenerme. Así que, me quedo en silencio comprendiendo que no puedo opinar lo que no sé hacer. Por eso, apenas llegamos a la pista, me bajo con ayuda de los demás porque ellos están concentrados en todo tipo de detalles violentos. — ¿Estás bien, señora? — pregunta Marcus. — Sí, solo quiero descansar. Me siento agotada. — digo. — Las sillas son cómodas, por lo que, podrá dormir tanto como quiera. — dice Marcus ayudándome a subir al avión. Los hombres lobos que han estado atendiendo mi salud,